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					En el mundo hay más de 1.000 millones de pobres: La pobreza 
					es una violación de los derechos humanos 
					 
					• En el mundo hay casi 1.000 millones de personas que pasan 
					hambre: El hambre es una lacra que impide el desarrollo y 
					merma las capacidades físicas e intelectuales 
					 
					Los días 16 y 17 de octubre, se conmemoran, respectivamente, 
					los Días de la Alimentación y de la Erradicación de la 
					Pobreza. Son éstas, dos jornadas en las que, teóricamente, 
					parte del mundo vuelve sus ojos hacia los más 
					desfavorecidos, hacia aquellos que ven sistemáticamente 
					vulnerados unos derechos que deberían ampararles y 
					protegerles.  
					 
					En los últimos meses, las imágenes del hambre y la pobreza 
					que afectan a muchas regiones del Cuerno de África, se han 
					colado en nuestros hogares haciéndonos testigos de cómo 
					estas lacras que, en un mundo de abundancia y despilfarro, 
					afectan a casi una séptima parte de la humanidad, llevan a 
					hombres y mujeres a situaciones de vulnerabilidad extrema, a 
					las que nunca debería enfrentarse el ser humano. 
					 
					Esas situaciones extremas, esas emergencias alimentarias y 
					esa vulnerabilidad, no son algo temporal, ni mucho menos 
					casual. El hambre y la pobreza son un drama diario que hace 
					mella en las vidas de millones de personas en todo el mundo, 
					que puede traer consigo fatales consecuencias a corto plazo, 
					y que merma e incluso anula las capacidades físicas e 
					intelectuales, lo que impide el desarrollo. Y este drama no 
					puede achacarse únicamente a los cambios climáticos o al mal 
					gobierno; ni siquiera a la subida del precio de los 
					alimentos en los mercados, o a la crisis económica y 
					financiera.  
					 
					Se trata de prevenir el problema y no de buscar una solución 
					cuando el daño ya está hecho. Cuando están en juego vidas 
					humanas, los parches no sirven. El hambre y la pobreza son 
					consecuencia de comportamientos y actitudes arraigadas en 
					nuestras sociedades desde hace siglos, relacionados con 
					hábitos y niveles de consumo innecesarios (de alimentos, de 
					agua, de energía, etc.) con la explotación irracional de los 
					recursos naturales, con el desarrollo económico a costa del 
					deterioro medioambiental, etc.  
					 
					Por ello, acabar con el hambre y la pobreza requiere un 
					cambio de actitud en todos: en gobiernos e instituciones, en 
					los medios de comunicación, en las leyes injustas de los 
					mercados, en los países receptores de ayudas, y, también, en 
					los beneficiarios de estas ayudas y en nosotros mismos. 
					Manos Unidas, lleva más de cincuenta años abogando por estos 
					cambios. Nuestro trabajo no se ciñe únicamente a la 
					financiación y apoyo a proyectos de desarrollo, sino que, a 
					través de la sensibilización y la educación para el 
					desarrollo, intentamos promover ese cambio de actitudes y de 
					comportamientos imprescindibles para lograr nuestro objetivo 
					último que no es otro que acabar con la pobreza y el hambre 
					en el mundo.  
					 
					* Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y 
					la Agricultura 
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