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                     En el pleno celebrado el lunes, se 
					puso especialmente en evidencia la tirria que le tienen los 
					dirigentes de ‘Caballas’ a este periódico. Una aversión que 
					está llegando a un extremo peligroso. Un peligro doble: el 
					primero consiste en el daño que se están haciendo sus 
					diputados al vivir obsesionados con la idea de acabar con 
					‘El Pueblo de Ceuta’; el segundo, que no es moco de pavo, es 
					que viéndose frustrados puedan recurrir al matonismo. De 
					modo que conviene airear el asunto antes de que suceda algo 
					irremediable. 
					 
					Los dirigentes de ‘Caballas’ concurrieron a la sesión 
					plenaria con el único fin de meterle las cabras en el corral 
					a Guillermo Martínez, portavoz del Gobierno, en lo 
					relacionado con la distribución de los dineros de la 
					Publicidad Institucional. Y fue Mohamed Alí el 
					encargado de demostrar que su discurso contra la 
					distribución estaba solamente encaminado a desprestigiar a 
					este medio. 
					 
					A medida que MA exponía sus argumentos se hacía más patente 
					su odio cerval contra este periódico. No necesitaba, pues, 
					mencionarlo para que todos supiésemos que la ira le podía 
					contra nosotros. Contra todos los que hacemos posible que 
					‘El Pueblo de Ceuta’ se lea todos los días y muchas veces 
					antes de que otro medio llegue a los quioscos. 
					 
					La Publicidad Institucional es un elemento más de la 
					comunicación pública que sirve a los poderes públicos para 
					intercambiar y compartir información de utilidad con los 
					ciudadanos. Y mientras cumpla los requisitos exigidos, en 
					este caso, por el Gobierno local y se respete los principios 
					constitucionales, el medio puede hacer con su línea 
					editorial lo que le plazca. 
					 
					Nunca pensé yo que MA, que tantas veces y durante años 
					acaparó las páginas de ‘El Pueblo de Ceuta’, se pudiera 
					convertir en perseguidor implacable de un diario que por ser 
					privado no se le debe pedir imparcialidad. La imparcialidad 
					es tarea correspondiente a los medios públicos.  
					 
					Precisamente el lunes, el vicepresidente de Antena 3, 
					Mauricio Carlotti, que algo sabrá del asunto, decía lo 
					siguiente: “Los medios privados “son libres de ser parciales 
					como les da la gana, suman el pluralismo que necesita el 
					sistema”, y permiten al ciudadano elegir la fuente que da 
					“la versión de la realidad que más le gusta” para 
					informarse. También dijo que hay políticos que bajan la 
					audiencia cuando aparecen en la pantalla. Que es lo que 
					ocurre aquí en cuanto asoma por la televisión el careto del 
					socio de Alí: Juan Luis Aróstegui. 
					 
					Así que Guillermo Martínez no se dejó pisar el terreno 
					cuando Mohamed Alí le habló en tono altanero y amenazante y 
					conminándole a una votación absurda acerca de lo que se 
					estaba debatiendo. Y respondió así: “La Publicidad 
					Institucional transmite al ciudadano la información de su 
					interés que la Administración considera como tal; las líneas 
					editoriales son otra cosa y ahí yo puedo estar más o menos 
					de acuerdo con su crítica”. Y acabó con esta revolera: “A mí 
					también pueden no gustarme los artículos de opinión que 
					escriben Aróstegui o Hamed”.  
					 
					En rigor: lo que se ha puesto de manifiesto, una vez más, es 
					que los dirigentes de ‘Caballas’ rezuman inquina contra ‘El 
					Pueblo de Ceuta’. Y tratan de conseguir que haya nada más 
					que un medio escrito en la ciudad. Misión imposible. Por más 
					que sea la máxima aspiración de Aróstegui. ¿Por qué será…? 
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