PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 19 DE OCTUBRE DE 2011

 
OPINIÓN / COLABORACION

La moral de Mohamed Alí

Por E.P.


Si alguien se ha caracterizado por ser el campeón de los bandazos, ese ha sido el Sr. Mohamed Alí, maestro de la incoherencia, de la inexistencia de ética política y de ser de lo más prosaico.

Cuando algunos políticos susurran las palabras “moral” y “ética”, es como para ponerse a temblar. Tal es el descrédito general de la “clase” política y el de algunos políticos en particular (conste que lo primero es injusto, pero lo segundo es de justicia), que oír de sus bocas cosas como esas y pretender que su intención es sana, es como para salir corriendo.

Para muchos ceutíes, no siendo necesario cuantificar su número, pero en todo caso respetable cantidad, Mohamed Alí representaba la esperanza de… “algo”. No se sabía bien de qué, pero apuntaba maneras. Muchos de estos “autodenominados” analistas políticos, le achacaban falta de experiencia, parcialismo cultural, cierto desconocimiento de la administración e incluso, a veces, bisoñez y, bien pudiera, que algo de todo ello le adornara en sus comienzos, pero mirando por encima de la nariz, se podía adivinar la figura de un joven político que podía tener cierta proyección. Formación no le faltaba y un sano entusiasmo inicial le acompañaban cuando fue capaz en cuatro días, de sustituir a una figura de la talla política de Mizziam y dejar atrás a todo un PSOE, constituyéndose por derecho en el líder de la oposición en Ceuta.

Pero la ansiedad, mala consejera de cualquier político, le empezó a jugar malas pasadas y todo el mundo comenzó a observar con cierta perplejidad, lo complejo que era el mundo interior del aspirante. Pasó en días de ser de izquierdas a ser de derechas, luego de ultraizquierda y al final, parece terminar queriendo ser una especie de socio-pacificador a base de sangre y fuego. Sólo basta recordar sus acuerdos iniciales con el PSOE, que duraron dos telediarios, bueno, mejor dicho, hasta que le negaron una cuota de poder que le corresponde al Gobierno de España. Todos contuvimos la respiración hasta ver si cuajaba aquel pacto posterior con el PP, que, según contaron, le reventaron sus bases. Y de aquí pasó a asociarse con la Izquierda Unida de Llamazares y Mussa, que tras su paso por las urnas sólo le sirvió para llevarse una decepción.Lo último de todo es la denominada coalición caballas, que electoralmente le ha dejado aún más tocado y deprimido y, lo que es peor, atormentado por las iras de sus primeros compañeros y el desenfreno de su socio y “auténtico” beneficiario de esa extraña alianza, que propugna un localismo en lucha contra todo y la peregrina idea de obligarnos a los demás a aceptar un modelo de ciudad al margen de nuestras propias ideas, bajo pena de excomunión.

Lo que parece cierto a estas alturas, es que Mohamed Alí, ya no es ni una sombra de lo que fue no hace mucho y que vaya donde vaya y pretenda lo que pretenda, en su nuca siente la respiración de “algo” que él pensó que podía controlar. Y todo esto y muchas cosas más, se lo reprochaban hasta hace bien poco los que fueron sus verdaderos amigos y compañeros de iniciativa, no ya hoy, porque muchos de ellos ya han perdido la esperanza de que con él, se pueda recuperar o impulsar un proyecto político que se basaba en sus orígenes en fomentar la justicia social y el respeto hacia todas las sensibilidades que conforman nuestra sociedad.

De la coalición caballas, se oyen permanentemente mensajes que pretenden ofender a miembros del Gobierno de Vivas, por su vinculación anterior al GIL, pretendiendo atacar de este modo maniqueo, la coherencia y la ética de un Gobierno que, con sus luces y sombras, como todos, algo bueno ha debido de hacer para obtener el respaldo electoral continuado del que goza. Pero si alguien se ha caracterizado por ser el campeón de los bandazos, ese ha sido el Sr. Mohamed Alí, maestro de la incoherencia, de la inexistencia de ética política y de ser de lo más prosaico.

Ahora, en sus peores momentos, lamenta su situación y se presenta como víctima maltratada y, lo que es peor, pretende matar a cualquier mensajero que le recuerde el tortuoso camino recorrido. Y todo ello lo pretende hacer con el apoyo del Gobierno.

Mal camino lleva alguien que, sin haber llegado a nada, pretende desde ya censurar a quien no le hace la ola. ¿Se lo imaginan de Presidente?

Y… ¿al otro?
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto