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					A lo largo de los últimos años las sociedades avanzadas han 
					ido cambiando de forma considerable. Una parte de esos 
					cambios son resultado de los modelos de protección social 
					defendidos por la izquierda. Si la sociedad cambia, las 
					políticas progresistas también deben cambiar. Ello significa 
					que el futuro del Estado del bienestar pasa por incorporar 
					cambios que le permitan solucionar con suficientes garantías 
					los nuevos retos que se plantean. El futuro del Estado del 
					bienestar debe pasar de políticas reparadoras y 
					compensatorias a políticas que se anticipen a los problemas 
					y que inviertan en el futuro. 
					 
					De acuerdo con lo anterior, los objetivos de las políticas 
					progresistas se deben concentrar en tres colectivos: las 
					mujeres, los niños y los mayores. Si bien es cierto que 
					estos tres colectivos no son los únicos vulnerables en una 
					sociedad, podríamos comentar, por ejemplo, acerca del 
					colectivo de inmigrantes, pero en este caso los inmigrantes 
					son también niños, mujeres y mayores, y no solo personas que 
					provienen de otros países. 
					 
					Con el propósito de lograr un mejor modelo de sociedad habrá 
					que abordar como primer gran objetivo el incrementar el peso 
					de la mujer en el mercado de trabajo. Para ello deben 
					llevarse a cabo políticas que permitan conciliar la vida 
					laboral con la familiar y, por tanto, repartir los costes de 
					maternidad y del cuidado de niños entre hombres y mujeres. 
					Pero además habría que extender la educación de 0 a 3 años, 
					igualar los derechos de maternidad y de paternidad, y 
					feminizar la vida laboral como principales medidas. 
					 
					La consecución de este primer objetivo traerá enormes 
					beneficios sociales y económicos. Así, estas medidas 
					permitirán aumentar la natalidad y, de este modo, frenar la 
					inversión de la pirámide poblacional que es precisamente 
					otro de los retos del Estado del bienestar. Al aumentar el 
					número de personas que trabaja, los ingresos fiscales del 
					Estado también aumentarán. Una mayor recaudación permitirá 
					garantizar la viabilidad de las políticas sociales. Además, 
					aumentará la igualdad entre hombres y mujeres. Si las 
					mujeres se incorporan de forma plena al mercado laboral, su 
					poder de negociación dentro de la pareja aumentará, 
					caminando hacia una sociedad más justa. Y, finalmente, 
					algunas de estas políticas permitirán solucionar 
					disfunciones como el no haber logrado mayor igualdad de 
					oportunidades con la extensión de la educación. Precisamente 
					una de las grandes apuestas debe ser la universalización de 
					la educación, ya que si se extiende el acceso al sistema 
					educativo, se producirá una mayor igualdad de oportunidades. 
					La clave está en extender la educación a etapas mucho más 
					tempranas, entre 0 y 3 años. Es durante este tiempo cuando 
					se producen las mayores desigualdades cognitivas y de 
					aprendizaje. 
					 
					Políticas sociales como las que se acaba de indicar cubriría 
					el segundo colectivo que necesita una mayor atención por 
					parte del Estado del bienestar, los niños. Las economías 
					desarrolladas se fundamentan en el conocimiento. Por ello, 
					es muy necesario que los jóvenes alcancen los mayores 
					niveles de formación posible. La oferta económica de España 
					mejoraría y sería mucho más atractiva para la inversión. 
					Aparte, la educación es un capital social que va más allá de 
					la cualificación y el conocimiento, no existen verdadera 
					ciudadanía ni convivencia democrática en la libertad si 
					existen grandes disparidades educativas en una sociedad. 
					 
					La inversión en formación no es solo una cuestión de 
					eficiencia, sino también de justicia social. La barrera que 
					hay entre caer en la pobreza o no, es tener un puesto de 
					trabajo. El desempleo está muy estrechamente ligado a la 
					formación. Por lo tanto, extender la educación es un factor 
					más que ayudará a reducir la pobreza de un país, puesto que 
					capacitará a su ciudadanía para obtener un empleo. 
					 
					Estas políticas destinadas a mujeres y niños favorecerán a 
					un tercer colectivo como es el de los mayores. Una gran 
					parte de la redistribución dentro del Estado del bienestar 
					es posible gracias a la transferencia de renta entre 
					generaciones, es decir, parte de la riqueza creada por las 
					personas en edad de trabajar se traspasa a las personas 
					mayores. Si el Estado del bienestar no es capaz de mantener 
					en el tiempo estas transferencias, una parte muy importante 
					del componente redistributivo de las políticas sociales 
					desparecerá. Por ello resulta tan importante para la 
					izquierda garantizar los sistemas públicos de pensiones. 
					 
					La mayor incorporación de la mujer al mercado de trabajo, el 
					aumento de la natalidad y la mayor formación de los 
					trabajadores permitirán aumentar la riqueza y, por lo tanto, 
					aumentar los ingresos fiscales. Si los gobiernos ingresan 
					más, podrán atender a un mayor número de pensionistas. 
					Aunque, seguramente, serán necesarias reformas adicionales. 
					 
					Una medida que contribuirá al mantenimiento de los sistemas 
					de pensiones es retrasar la edad de jubilación para los 
					trabajos cualificados. Las personas que desempeñan trabajos 
					que exigen formación han pasado un mayor tiempo en el 
					sistema educativo. Ello significa que han trabajado menos 
					tiempo que aquellos que no tienen formación, puesto que 
					estos últimos se incorporaron antes al mercado de trabajo. 
					Por ello, es razonable retrasar la edad de jubilación para 
					determinadas profesiones. No es solo una cuestión de 
					eficacia económica. Retrasar la edad de jubilación para 
					algunas profesiones contribuirá a una mayor justicia social. 
					 
					En definitiva, el Partido Socialista Obrero Español tiene 
					las “ideas claras” sobre cómo debe liderar nuevas políticas 
					que permitan el sostenimiento del Estado del bienestar en el 
					medio plazo. 
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