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                     La compañía de Jesús, el Partido 
					Nacionalista Vasco y la ETA son una misma cosa, en diferente 
					grado de maduración. La prensa no está a la altura de las 
					circunstancias. Los directores de los periódicos con 
					frecuencia están trastornados. Latinoamérica es lo que dicen 
					los jesuitas. Los jesuitas y los agentes de la CIA. El Sida 
					lo han inventado entre el Papa y los fabricantes de 
					condones.  
					 
					Las cuatro frases son de Camilo José Cela y fueron 
					calificadas de truenos, en su momento, por Emilio Romero: 
					jerarca del periodismo y magnífico escritor. ER dijo más 
					sobre las ideas y opiniones de quien era nuestro más célebre 
					narrativo. Manifestó que eran unas exageraciones literarias 
					de un hombre cuya falta de información es tan prodigiosa 
					como su ingenio.  
					 
					Lo dicho por el insigne periodista no dejaba de ser una 
					obviedad. Puesto que si un escritor carece de ingenio e 
					imaginación –esa loca de la casa a la cual hay que atar en 
					corto en ocasiones- está perdido. Y no fue nunca el caso de 
					CJC. Cuya obra me complazco en decir que he leído y releído.
					 
					 
					Se preguntarán ustedes a qué viene sacar a colación las 
					frases publicadas por Cela hace ya bastantes años. Como 
					asimismo las respuestas de ER. Porque he creído oportuno 
					referirme a ellas en cuanto he oído que la banda terrorista 
					ETA ha anunciado el cese definitivo de su actividad armada.
					 
					 
					En román paladino: han prometido tres de sus sicarios que a 
					partir de ahora no volverán a matar a nadie de un tiro en la 
					cabeza. Con la gallardía (!) que han tenido asesinando los 
					defensores de la patria vasca tan añorada por Sabino Arana. 
					Aquel hijo de… carlista que fomentó el odio contra España. 
					 
					De las cuatro frases, la que hoy adquiere actualidad para mí 
					es la primera. Permítanme que la repita a fin de que ustedes 
					no se vean obligados a volver al lugar de partida por 
					haberla olvidado. “La compañía de Jesús, el partido 
					Nacionalista Vasco y la ETA son una misma cosa, en diferente 
					grado de maduración”. Y, tras proclamarla, Camilo José Cela 
					se quedó tan pancho.  
					 
					Desde entonces, desde que yo tomé nota de aquellas 
					declaraciones, supe que Cela se sabía de memoria vida y 
					milagros de la familia de Sabino Arana y, lógicamente, de 
					éste. Y que sus palabras estaban revestidas de una 
					información que le negaba quien era, por entonces, un icono 
					del periodismo nacional: Emilio Romero. 
					 
					Sabino Arana era tan religioso como resentido. Un 
					resentimiento que se había apoderado de él tras perder su 
					familia parte de sus posesiones apostadas a favor de los 
					carlistas. SA estudió en El Colegio de Nuestra Señora de la 
					Antigua, en Orduña, donde se acogía a alumnos de clanes 
					tradicionalistas; carlistas de la “tierra llana”, 
					integristas. 
					 
					La de los jesuitas era, en la Vizcaya del siglo XIX, una 
					enseñanza para los hijos de las elites rurales, católicos y 
					furiosamente antiliberales, que odiaban a los compradores de 
					amortizaciones. Conque era un estamento resentido por la 
					derrota. 
					 
					En fin, que Cela no andaba descaminado. Amén de que siempre 
					se ha dicho que el día que sepamos quienes han estado detrás 
					de la ETA, o están, nos vamos a quedar sin habla. Sea así, a 
					cambio que los del tiro en la nuca descansen. Aunque quien 
					mata, según Camus, agota en un hombre toda la facultad de 
					vivir.  
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