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OPINIÓN - JUEVES, 27 DE OCTUBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Periodismo de calle
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Escribo en periódicos desde hace la friolera de veintitantos años. Y siempre hice periodismo de calle. Porque siempre entendí que es estupendo hablar de personas con las que convives y frecuentas muchas veces. Lo cual es posible si se vive una ciudad como Ceuta. De tan reducidas dimensiones como para permitir que en la calle se resuelvan los problemas o bien se tiren por la borda relaciones que parecían estar unidas con eslabones resistentes a todos los embates.

En esta ciudad, donde vivir es un placer solamente percibido por quienes han tenido la oportunidad de vivir en muchos otros sitios antes de decidir quedarse en esta tierra, transitar la calle es un oficio que necesita aprendizaje. Un aprendizaje imprescindible hasta para quienes llegan etiquetados como cabeza de huevos.

Yo he visto estrellarse a muchas personas que arribaron convencidas de que venía a enseñar a los aquí nacidos. Y cuyo fin fue el previsto: coger el primer barco que salía hacia la península. Me decía un militar de alta graduación allá cuando la democracia aún andaba dando vaivenes que quien aprende a pasear la rue en Ceuta puede presentar credenciales en cualquier otro sitio. Aquel hombre había llegado a tener predilección por esta ciudad.

Tener predilección por esta ciudad es tarea fácil. Ni siquiera en los momentos más difíciles deja de ser para su amante la ‘andaluza niñería’ resaltada por el poeta López Anglada. Quizá lo que estoy diciendo suene a cursilería. Pero a mí me importa un bledo y parte del otro lo que piensen lo demás acerca de mis sentimientos.

Con sentimientos me ha sido posible hablar con Mohamed Alí al tropezarme con él en plena calle. Un MA que me ha vuelto a dar pruebas evidentes de que todavía es un político que puede dar de sí todo lo que se esperaba de él cuando irrumpió en la actividad pública y logró una victoria sonada. Un triunfo espectacular en un recién llegado que generaba confianza general. Un hombre preparado y dispuesto a convencer a tirios y troyanos.

Mohamed Alí, y así se lo he recordado muchas veces, estaba en las mejores condiciones para conseguir grandes logros como político. Sin duda alguna. Hoy se lo he vuelto a repetir durante los minutos, habrán sido diez, más o menos, en los que hemos dialogado. Él me ha escuchado a mí tan atentamente como yo lo he escuchado a él. Aunque sería absurdo decir que todas nuestras opiniones han coincidido. De ningún modo. Porque hacerlo sería mentir descaradamente. Hemos hablado del magnífico trato que, durante mucho tiempo, se le dispensó en este medio. Y lo ha reconocido. Aunque sus quejas actuales están basadas en que las actividades de su partido no son tratadas como mandan los cánones del periodismo. Y, claro, he intentado hacerle ver que el comportamiento de su socio con ‘El Pueblo de Ceuta’ no invita precisamente a que en esta Casa se le tenga ni una pizca de simpatía. Su socio, Aróstegui, no disimula ni un ápice su fobia hacia un periódico que tiene todo el derecho del mundo a tener la línea editorial que le plazca. Una aversión que, aunque MA se niegue a reconocerla, le está causando problemas a su carrera política.

En rigor, bien haría Mohamed Alí, antes de que las cosas lleguen a un extremo donde a él le sea imposible reconducir la situación, en volver a hacerse con las riendas de un partido que está desbocado.
 

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