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					Disfruto el día ahora que el calor se bate en retirada cual 
					figurado enemigo que corre con el rabo entre las sucias 
					piernas para llorarle a la Mujer Muerta su afrenta a 
					nuestros “lejías”. Celebro la dicha ahora que las altas 
					temperaturas ya no acogotan mi quejicoso y añoso cuerpo, 
					pues el verano –que alarga su calendario por el cambio 
					climático- es para mi la peor estación del año al aguantar 
					mal los embates del calor abrasador diurno, no digamos la 
					sofoquina de la noche larga que es como catana que corta el 
					aire con un solo mandoble para dar a luz no menos hirientes 
					y pegajosos amaneceres.  
					 
					Bienvenida sea esta lluvia que amansa corazones belicosos, 
					relaja mentes turbias y sojuzga al mentiroso, que ya no hay 
					pábulo para seguir cortando trajes en la arena, sólo chismes 
					en la barra del bar, confesionario ideal de los marujones. 
					Sálvese el que pueda. 
					 
					Bendita lluvia que ahuyenta la calima, que limpia la 
					atmósfera de porros, que empuja a la mar los efluvios de 
					esta humanidad descompuesta de tantos pecados capitales. Oro 
					líquido que limpia las playas que pisan mis pies cuidando de 
					no triturar las conchas, que es souvenir para el turista, y 
					gratis; pies que no se dejan enredar por las algas arribadas 
					por la corriente; pies que saltan a la comba por no aplastar 
					las cacas de los perros, aquí presentes también; pies que 
					casi pisan ..¡Sorpresa! un feo condón con capucha ¿De la 
					ETA, de Al Qaeda?, porque pueda ser que una ola juguetona se 
					lo haya arrebatado a un atún salido en alocado romance con 
					una aguaviva. Jo, cómo está la fauna marina, cagondiez.  
					 
					Pies decía, que ahora ya no pisan la arena porque soy poco 
					de playa, lo reconozco, y mira que aquí la oferta es 
					mayúscula y a cual mejor, pero nada, entre que algunas están 
					atestadas de bañistas ruidosos que jugando te escupen arena 
					recalentada emulando con onomatopeya incluida al Messi ese 
					de los “coyons” ..Y venga a sacudirte la arena y el sudor de 
					la cara. La rabia también. Porque si les protestas los nenes 
					se ponen chulos y la verdad, como se supone que se las saben 
					todas pues.. A callar. Y a emigrar. Que hasta la sombrilla a 
					rayas abandonas. Aunque por el rabillo del ojo miras a ver 
					si entre el revoloteo de juegos acierta siquiera el bobo de 
					turno, el graciosillo que se clava el pincho donde más 
					duele: el bujerito.  
					 
					Ya digo que soy poco de playa, mucho de monte, sin contar 
					que hace dos años innumerables idas y venidas a la Ribera 
					jalonaron de pecas enigmáticas mi espalda, que dice mi amiga 
					Nadia que son pupas como “cucarachillas” poniendo sus larvas 
					sin autorización ni licencia (muy al uso de ciertos barrios 
					marginales de acá, por cierto), y quiero suponer que me 
					habrá pedido cita, sin mi permiso, tal cual, con la doctora 
					para quitar nuevos nebus o como diantres se llamen esos 
					malditos bultitos o lunares pre-cancerígenos. Menos mal que 
					no soy hipocondríaco ¿O si? 
					 
					Nada tengo que ofrecer al paisanaje en la arena, que nada le 
					importa al desconocido si te bañaste o no en una playa 
					cualquiera, tampoco si lo fue en El Chorrillo o en 
					Calamocarro (cuyas frías aguas son como los besos de mi 
					última conquista, la que heló mi mente y por ello no consigo 
					recordar su nombre, vaya), que nadie te va a echar de menos 
					por no haber mojado tu bañador a rayas cuasi de neopreno 
					como antípodas a la era de Adán y su hoja de parra. Sexy.
					 
					 
					Mas entre las fotogénicas piscinas del Parque Acuático del 
					Mediterráneo no te van a encontrar por mucha orden de busca 
					y captura que te imprima el juez de la pasma, porque vas tan 
					caracterizado de hortera que ni te conocen, menos aun te 
					saludan si no los convidas por tieso así que tranquilito y a 
					remojarte el gaznate con ese ruidoso sorber que te baja por 
					el esófago al buche cervecero. Buuurrr. Perdón. Es que me 
					sale a veces lo aprendido en morilandia. 
					 
					Que voy. Que vengo. En solitario. Que no me busquen en la 
					playa, que pesadez, que el salitre daña mis pensamientos. Y 
					ya que la cabra tira al monte, vamos, pongan ustedes su GPS 
					a trabajar y a ver si me localizan pronto, que regalo 
					souvenirs, antes de la acampada mochilera que llena el verde 
					pinar de colorido y alegría, pero ni en sueños les aconsejo 
					que rastreen el Renegado. Que ya lo es uno. 
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