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                     No son pocos entre quienes 
					escriben que suelen leer y lo hacen, además, tomando 
					apuntes. Es mi caso. Apuntes que se iban acumulando hasta 
					que aparecía repleto el cajón destinado al efecto del mueble 
					de apoyo que suele haber en la salita de estar que hace de 
					escritorio. A veces, cuando trataba de buscar la nota con 
					algo escrito que le venía como anillo al dedo a cualquier 
					trabajo sometido a la premura, y se me resistía, me ponía al 
					borde de la histeria. Servidor confiesa haber cogido 
					monumentales cabreos por tal motivo. 
					 
					Por lo que un día decidí guardar en el ordenador las notas 
					tomadas de mis lecturas. Así, cuando necesito documentarme, 
					la cosa me resulta más fácil. Aunque tampoco crean que 
					semejante medida se ha convertido en el remedio de todas las 
					anteriores frustraciones. Ya que en ocasiones el titulo de 
					la nota con la que ésta ha sido guardada no tiene nada que 
					ver con el contenido buscado. 
					 
					Hoy decidí adentrarme en mis documentos y me tropecé con la 
					opinión de un señor llamado Arthur Schlesinger. Quien fue 
					uno de aquellos intelectuales, o cabezas de huevo, que 
					estuvieron al lado de Kennedy en aquel famoso tiempo 
					norteamericano. El tal Arthur dijo, ante los reiterados 
					fracasos de los presidentes estadounidenses, lo siguiente: 
					“No hay ninguna Constitución que garantice que los hombres 
					inteligentes van a ser elegidos presidentes. Ya hace un 
					siglo, un autor inglés, James Price, se preguntaba por qué 
					los grandes hombres no son elegidos presidentes”. 
					 
					Y es que si ustedes han leído nuestra Constitución habrán 
					podido comprobar que solamente un presidente inteligente 
					podría garantizar que se cumpla todo lo recogido en la 
					también llamada Carta Magna. Más que inteligente, se me 
					ocurre pensar que nuestro presidente del Gobierno tendría 
					que ser muy inteligente. ¿Y cómo se elige a nuestro 
					presidente en España? De la siguiente manera: un pluralismo 
					político de partidos es quien se presenta a las elecciones 
					generales, y cada partido pone en sus candidaturas a los que 
					les da la gana, sin pensar en otra cosa que en los intereses 
					del partido. 
					 
					De modo que los puede haber inteligentes, y también 
					ignorantes; puede haber candidatos capaces, y otros que no 
					son otra cosa que obedientes, amigos, enchufados, serviles o 
					corifeos. En algunos lugares la gente no conoce a los que 
					van en las listas. Solamente sabe de ellos o que son 
					socialistas, o comunistas, o conservadores, o liberales, o 
					esto o aquello, y así es como se pronuncia eso que ha venido 
					llamándose “la soberanía nacional”, que es el pueblo, a 
					quien se le atribuye la gobernación de su destino. He aquí, 
					pues, la primera parte de la farsa. Los que lucen son los 
					escasos nombres que están al frente de cada partido. Por 
					consiguiente, no se hace la designación de los candidatos 
					por razón de la inteligencia, sino por lo dicho antes.  
					 
					¿Y por qué no son elegidos presidentes, los inteligentes, 
					según James Price? Mis apuntes están repletos de 
					explicaciones sabrosas y largas, pero de las que convendría 
					hacer síntesis. Que aquí no cabe por falta de espacio. 
					 
					A propósito: ¿creen ustedes que en Ceuta hay políticos 
					inteligentes? A mí me gustaría opinar al respecto. Pero 
					entiendo que no está el patio para atreverse a tanto. 
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