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					María del Carmen Ruiz se ha curtido en el campo sanitario, 
					Aquilino Melgar y Mayda Daoud, en el educativo. Ahora son la 
					apuesta socialista para el Congreso y el Senado. Vienen con 
					las ideas muy claras: luchas porque no se derrumben los 
					pilares del estado del bienestar, los cuales consideran 
					“sostenibles, aunque haya que hacer ajustes”. “Estamos 
					convencidos de que no es un gasto, sino una inversión”, 
					explican a la par que abogan por encima de todo por lo 
					público. “Doy mi palabra de que voy a defender con fuerza lo 
					que propongo”, asevera uno de ellos, durante la entrevista 
					mantenida con EL PUEBLO la semana pasada. Los otros dos se 
					suman a la promesa. Se presentan como un equipo. 
					Pregunta.- Qué destacan de su salto a la política? 
					 
					 
					Carmen Ruiz- Cuando yo empecé a trabajar era complicado 
					incorporarse al mundo laboral. La mentalidad era que si eras 
					mujer te tenías que quedar en casa para cuidar a los niños. 
					Yo recuerdo el sentimiento de culpa que te generaba el 
					entorno cuando tú decías que trabajabas. La gente te decía 
					‘Yo he decidido que mis hijos son lo primero’. Y tú te 
					pensabas que si para ellos sus hijos eran lo primero y tú 
					habías elegido trabajar, debía ser que no eras una buena 
					madre... Aquello te generaba un conflicto interno como 
					persona y como profesional. Te planteabas tu responsabilidad 
					respecto a tus hijos. Ahora, todo ese pensamiento de la 
					sociedad ha cambiado. Yo miro hacia atrás y pienso que he 
					criado a mis hijos, que son buenos estudiantes, que estoy 
					satisfecha de ellos, pero que además he adquirido una 
					seguridad para mí para el futuro al haber cotizado, al tener 
					garantizado un nivel económico suficiente. En mi caso, yo 
					llegué a la política gracias a un presidente de gobierno 
					socialista, el cual venía empeñado en sacar de la 
					invisibilidad al 50% de la población. Y con sus normas de 
					paridad, empezaron a fijarse en mí, en mi trabajo como 
					enfermera, y a pensar que podía ser una buena candidata a la 
					gestión. Esto demuestra para qué sirve la política, porque 
					medidas políticas afectan a la vida diaria. 
					 
					P.- Al llegar de campos como la Sanidad o la Educación, ¿se 
					ve la política con otros ojos? ¿Se sienten más cómodos en la 
					política o en sus respectivas profesiones? 
					 
					Carmen Ruiz- Son dos cosas diferentes, yo llevo trabajando 
					como enfermera desde 1985 y eso se te mete en el ADN. La 
					política es una faceta nueva que fomenta mi lado más 
					crítico. Mi incorporación ha sido lenta y eso me permite ser 
					consciente de cómo son los procesos, de qué cosas se pueden 
					modificar. 
					 
					Aquilino Melgar- El ámbito en el que nos hemos movido ya 
					tenía un fuerte componente político, porque tienes que tomar 
					decisiones sobre el campo de vida publico. Todo el mundo 
					tiene una ideología desde el momento en que cada decisión 
					que tomas lo haces desde un punto de vista. 
					 
					C.R.- La gente en la calle hace política, y en una ciudad 
					como Ceuta se ve mucho. La crítica es una forma de hacer 
					política, exponer un problema. La ideología lo que hace es 
					priorizar hacia un punto o hacia otro. 
					 
					P.- Pero la gente está cansada de protestar. En sus mítines 
					denuncian que envuelve a la sociedad un clima de pesimismo. 
					¿Qué papel juegan los jóvenes en ese proceso?  
					 
					A.M.- Es cierto que hay un descrédito de la política. Prueba 
					de ello es el movimiento 15-M, el cual tiene sus pros y su 
					contras. Refleja que la juventud no está tan pasiva como la 
					gente cree, lo que pasa es que no es un movimiento 
					homogéneo. Pero hay que escucharlos, hay que prestar 
					atención a lo que no quieren, a las cosas que señalan que 
					chirrían, pero hay que darle salida a nivel electoral, que 
					responderles con transparencia. 
					 
					Mayda Daoud- Ellos defienden que son apolíticos, pero 
					diciendo eso ya forman parte de la política, están 
					defendiendo una postura.  
					 
					C.R.- El 15-M es importante por lo que el movimiento tiene 
					de inflexión. La sociedad civil ha salido a la calle para 
					hacer que los políticos reflexionen. Son jóvenes que han 
					nacido en la democracia y que dicen ‘tenemos un grado de 
					madurez suficiente para que se cuente con nosotros’. Como 
					políticos, no podemos olvidar que nos debemos a la 
					ciudadanía. En el PSOE hemos recogido propuestas en las que 
					se les ha dado voz a la gente. Ahora hay que llevarlo al 
					plano de los hechos efectivos. 
					 
					A.M.- Sí, pero yo también le diría a la ciudadanía, a los 
					que cuestionan todo, que no se olviden de legitimar con el 
					acto de origen la representación, es decir, que no dejen de 
					ir a votar; que primero elijan para después poder exigir. El 
					voto en blanco no es inocente, no por quien lo emite, sino 
					porque beneficia normalmente al partido mayoritario. 
					 
					M.D.- El pesimismo o el rechazo a la política también surge 
					por el desconocimiento. Los jóvenes están desconfiados, pero 
					tampoco saben lo que tienen en mente los dirigentes del 
					Partido Popular. Nosotros hemos presentado nuestras 
					propuestas, y lo hemos hecho porque nos preocupa la 
					sociedad. Lo que no se sabe es lo que piensa el PP. Tienen 
					que darnos un voto de confianza, yo como candidata al Senado 
					me comprometo y doy mi palabra de que voy a defender con 
					fuerza lo que propongo. 
					 
					P- Y si hablamos de propuestas, ¿cuál es vuestro eje, el que 
					os diferencia de los demás? 
					 
					C.R.- Yo creo que los políticos del PP tienen puestas su 
					prioridades en otro sitios, quieren encontrar el mercado 
					laboral abriéndolo a las privatizaciones. La propuesta del 
					PSOE es mantener los derechos de la población asegurándoles 
					los pilares fundamentales del Estado del Bienestar. Porque 
					nosotros estamos convencidos de que no son un gasto, son una 
					inversión, de que pilares como la Sanidad o la Educación 
					también generan una actividad económica alrededor. Das 
					calidad de vida y empleo, no hay medidas más justas. Los 
					pilares del bienestar son sostenibles aunque haya que hacer 
					ajustes. 
					 
					P.- La gestión de la Sanidad en Ceuta ha estado envuelta en 
					varias polémicas, una de las últimas la del proceso de 
					movilidad interna, ¿provocan estos enfrentamientos 
					desconfianza en la gente?  
					 
					C.R.- En ese caso hay un conflicto laboral entre la 
					dirección y los sindicatos. Se trata de una medida que en 
					principio es buena porque el objetivo es que la gente se 
					recoloque en sitios donde ellos desean estar y de esa forma 
					puedan salir de puestos que a lo mejor son más penosos y 
					estén más cómodos y se mejore el trabajo del profesional; lo 
					que pasa aquí es que los sindicatos denuncian que han salido 
					unas plazas de trabajo y que se les han dado a gente que 
					está ocupando cargos de libre designación, pero también al 
					sindicato se le olvida que el personal de libre designación 
					son trabajadores y también tienen derechos. Ese aspecto son 
					condiciones laborales, por otro lado están las 
					reclamaciones. Y a eso yo digo que hay que tener un poquito 
					de perspectiva, de lo que teníamos hace cinco años a lo que 
					tenemos hoy. Es verdad que hacen falta mejoras y que hay que 
					avanzar, pero hemos pasado de un hospital en el que no se 
					podía trabajar en condiciones, a tener un hospital en el que 
					se ha aumentado la plantilla incluso en tiempos de crisis. 
					Esa es la diferencia entre políticos que quieren gobernar de 
					un modo o de otro. Ha sido un salto abismal. Por eso, una de 
					nuestras propuestas es el refuerzo de la Atención Primaria 
					(AP), porque los refuerzos económicos han ido dirigidos a 
					Atención Especializada que era lo más urgente. El PP lleva 
					más de tres años machacándonos en los medios de comunicación 
					y nosotros queremos demostrar que podamos seguir trabajando.
					 
					 
					P.- ¿Ceuta es realmente una ciudad multicultural? 
					 
					A.M.- Aquí se habla mucho de las cuatro culturas, y en 
					realidad se esta hablando de un hecho, de la 
					multiculturalidad. Pero eso se confunde con la 
					interculturalidad y hay es donde queda mucho por andar. No 
					se trata de una de simple aceptación o intento de 
					asimilación, ni sólo de respeto... 
					 
					M.D.- De yo te respeto, pero tú a lo tuyo y yo a lo mío. 
					 
					A.M.- Sí, una sociedad que de hecho es multicultural, y 
					también de derecho, pero que debería también serlo 
					socialmente, y en ese aspecto es en el que, pese a las 
					buenas palabras, aún queda un largo camino por recorrer. 
					Desde el ámbito educativo, institucional... 
					 
					C.R.- Yo creo que en ese campo se ha llevado una política 
					muy de escaparate. Cuando yo vine en el 82 a Ceuta me 
					encontré con una sociedad muy diferente y eso te llama la 
					atención. La diversidad cultural existe, pero al mirar cómo 
					se ha evolucionado, mi sensación es que esa evolución ha 
					sido en sentido contrario. Yo antes me sentía más integrada 
					con cualquier otro aspecto cultural distinto al mío que 
					ahora. Mi sensación es esa, la de que es un tema del que se 
					habla mucho pero al mismo tiempo en el que estamos cada vez 
					más separados. Yo creo que no se han llevado políticas 
					efectivas desde las estructuras, desde la base de la 
					educación y las políticas locales. 
					 
					M.D.- Hay que inculcarlo desde niños. Que se enseñen y se 
					conozcan todas las costumbres y religiones, se trata de 
					enriquecer. 
					 
					A.M.- Es un tema que me preocupa porque en Ceuta hasta 
					físicamente se está produciendo esa separación, algo hay que 
					hacer porque no terminamos de ir por un buen camino, más 
					cuando esa diferencia cultural empieza a tener que ver con 
					el nivel socieconómico, más descompensado de una cultura a 
					otra. Es un terreno a trabajar pero que abordar, 
					conjuntamente y sin demagogias, en el plano real. 
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