| 
                     Días atrás, una señora con muchos 
					años de militancia en el Partido Popular y que nunca ha 
					dejado de ocupar cargos, unas veces de más relevancia que 
					otras, me paró por la calle para preguntarme acerca de mi 
					situación en este periódico. Y, tras ponerla al tanto de lo 
					que creí oportuno, acabé diciéndole que llevo muchos años 
					siendo capaz de vivir tranquilamente sin ideas. Así puedo 
					permitirme el lujo de tenerlas cuando me dé la real gana, 
					sin miedo a convertirlas en absolutos. Y le aclaré, por si 
					tenía alguna duda, que yo no soy ni del PSOE ni del PP. 
					Dicho todo ello, como no podía ser de otra forma, con la 
					corrección debida y con la sonrisa apropiada. 
					 
					Al carecer uno de creencias absolutas, me ha resultado fácil 
					decirle también a un militante socialista, al cual le tengo 
					ley, que a mí me da lo mismo, a estas alturas, que ganen los 
					populares que los socialistas; si bien se impone el cambio 
					porque las circunstancias calamitosas que se han adueñado de 
					la economía han puesto a los suyos contra las cuerdas.  
					 
					-Entonces, Manolo, ¿se puede saber a quién vas a 
					votar?  
					 
					-Vaya, hombre, ¿acaso el voto no es secreto? 
					 
					Y a partir de ahí nos ponemos a charlar sobre José 
					Antonio Carracao, candidato socialista y que, al 
					parecer, está enojado conmigo, porque le ha molestado 
					muchísimo el que yo le haya recordado que no es bueno tener 
					tanta dependencia de un teléfono portátil, cuando se 
					transita la calle.  
					 
					Está demostrado que los consejos no cobrados siempre 
					terminan pasando factura a quien los da. Lamento sobremanera 
					que JAC me vea como enemigo. Cuando pruebas ha tenido más 
					que suficientes para no caer en esa tentación. Si bien yo no 
					se lo tomo en cuenta. Es muy joven y le queda mucha vida por 
					delante para aprender que un político sin medios que lo 
					cobijen, no debe escupir fuera del tiesto. 
					 
					-Nosotros, los socialistas, no nos podemos permitir el lujo 
					de contar con un medio cuyo editorial esté a nuestra 
					disposición. Eso lo sabes tú muy bien.  
					 
					-Yo no sé nada… Y además de no saber… tengo la impresión de 
					que os importa muy poco que se sepan los aciertos que habéis 
					tenido y lo bien que habéis llevado la coexistencia en la 
					ciudad. Es verdad, y conviene recordarlo, que una vez 
					patrocinasteis un medio, ‘El Periódico’. Pero de manera tan 
					desacertada como para haber colocado al frente del mismo a 
					dos personas cuya forma de ser y preparación eran las más 
					idóneas para echar abajo cualquier empresa que se les 
					hubiera encomendado. De aquellos dos individuos, al menos el 
					testaferro, Félix Muñoz Yepes, era un truhán 
					divertido. Todo lo contrario al otro, el gerente, que además 
					de no tener nada bueno, se creía que estaba dotado para 
					dirigir el imperio de Rupert Murdoch.  
					 
					-¿Se puede saber quién era aquel sujeto? 
					 
					-No. Ni siquiera se ganó el derecho a que su nombre pudiera 
					salir en esta columna. Sería mucho para su body de carnes 
					fláccidas.  
					 
					Y tras esta respuesta, el socialista, a quien le tengo ley, 
					me recuerda lo bien que le ha venido a Ceuta el que José 
					Fernández Chacón llegara convencido de que su tarea era 
					la de ayudar, por encima de todo, a la causa de Ceuta.  
					 
					-Y le digo que sí… Pues la verdad no tiene más que un 
					camino. 
   |