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					7. CLASIFICACIÓN DE LAS DISFASIAS 
					 
					En la bibliografía sobre el tema se pueden encontrar 
					distintas clasificaciones atendiendo a diferentes criterios 
					que ahora no parece oportuno detallar. Simplemente 
					constataremos:  
					 
					MOTRIZ O EXPRESIVA: Se caracteriza por inteligencia, 
					audición y comprensión del lenguaje dentro de límites 
					normales, incapacidad para imitar palabras, incapacidad o 
					capacidad limitada para imitar de fonemas y por la 
					existencia de lenguaje espontáneo o ser este muy pobre. 
					 
					SENSORIAL O RECEPTIVA: También conocida como “sordera 
					verbal”. Los pacientes tienen un C.I. normal o con ligero 
					retraso, audición normal o ligeramente defectuosa, 
					incapacidad para nombrar objetos, pobreza en las 
					asociaciones verbales, capacidad limitada de imitar la 
					palabra, pobreza en la evocación de objetos e incapacidad 
					para interpretar el lenguaje ambiental. 
					 
					MIXTA: con síntomas motores y sensoriales. 
					 
					8. MUNDO SOCIAL Y AFECTIVO DE LOS NIÑOS DISFÁSICOS 
					 
					Según Monfort y Juárez (1997), las dificultades en el 
					progreso en el desarrollo del lenguaje, junto a una carencia 
					de una justificación clara de éstas, crea en el seno de la 
					familia una situación de gran tensión y ansiedad, con 
					sentimientos de culpabilidad expresados hacia sí mismo o 
					hacia el otro miembro de la pareja de padres.  
					 
					La alteración en los patrones normales de interacción 
					familiar, produce una alteración cuantitativa de la 
					estimulación externa (menos interacciones espontáneas) y 
					también cualitativas (intervenciones más directivas, menos 
					flexibles y no ajustadas al nivel de desarrollo del niño). 
					 
					Es importante considerar que los padres ajustan su nivel de 
					lenguaje al nivel del niño, aunque en los casos muy graves 
					se presenta un desfase muy grande entre la complejidad de 
					los contenidos que se desea comunicar y la capacidad del 
					niño para asimilarlos, lo que limita en mucho la posibilidad 
					de interacción. 
					 
					Las alteraciones de la interacción social también pueden 
					observarse en el contacto del niño con sus pares, ya que 
					reciben menos peticiones de comunicación y establecen 
					interacciones más cortas. 
					 
					9. EVALUACIÓN DE LA DISFASIA 
					 
					Según Serón y Aguilar (1992), el diagnóstico de disfasia 
					sólo se debe realizar a partir de los 6−7 años, pues si se 
					hace en edad temprana confundirla con el cuadro de retraso 
					simple del lenguaje. 
					 
					Una evaluación de un caso de disfasia debe tener en cuenta 
					los siguientes apartados: 
					 
					• La evaluación de los procesos de producción y comprensión 
					del lenguaje que deberían ser evaluados en términos 
					cualitativos y no cuantitativos para ser distinguidos de los 
					cuadros no disfásicos. 
					 
					• Se deben considerar los procesos cognitivos que actúan en 
					la adquisición del lenguaje y que nos pueden dar luz de la 
					etiología de dicha alteración: Atención sostenida, imitación 
					generalizada, hábitos de simbolización que se entienden como 
					requisitos previos al lenguaje. 
					 
					• Requisitos formales del lenguaje, vocalizaciones 
					espontáneas (balbuceo), discriminación auditiva y 
					seguimiento de secuencias rítmicas. 
					 
					• Requisitos sociales, establecimiento temprano de patrones 
					de interacción social con niños o con adultos. Contacto 
					ocular, sonrisa social. 
					 
					• Estudiar los procesos de producción del habla, exploración 
					de las praxias buco−faciales y de la articulación del niño. 
					 
					• Estudio de la conducta general del niño y ver posibles 
					alteraciones conductuales o de aislamiento. ·  
					 
					• Realizar exploraciones complementarias: audiométricas 
					(para descartar posibles deficiencias auditivas) y pruebas 
					neurológicas. 
					 
					• Exploración con pruebas psicométricas, ya que en muchas 
					ocasiones el niño disfásico presenta trastornos 
					psicomotrices asociados como alteraciones del espacio, 
					conocimiento de izquierda, derecha, alteración del esquema 
					corporal y expresión gestual. 
					 
					10. INTERVENCIÓN Y TRATAMIENTO EN NIÑOS DISFÁSICOS 
					 
					Principios de intervención 
					 
					Según Monfort y Juárez (1997), existen 10 principios 
					generales de intervención aplicables a los niños disfásicos. 
					Estos son: 
					 
					a) Principio de intensidad y larga duración: se trata, 
					esencialmente, de permitir y facilitar el acceso a la 
					comunicación y al lenguaje a pesar de una deficiencia de 
					base, que suele permanecer a lo largo de todo el proceso de 
					desarrollo del lenguaje. De este modo, la intervención debe 
					realizarse en forma intensiva, estable y continua, 
					especialmente en los primeros años. 
					 
					b) Principio de precocidad: la intervención debe hacerse de 
					la manera más temprana posible, ya que el aprendizaje se 
					realiza mejor en su período crítico, mientras más temprano 
					se produzcan los cambios el niño presentará una mayor 
					flexibilidad cerebral y controlamos de manera más eficaz las 
					posibles interacciones ineficaces del niño con su entorno. 
					 
					c) Principio etiológico: debe tomarse en cuenta la familia 
					del niño y hacérsele participar en la intervención, ya que 
					su rol es fundamental en el desarrollo del lenguaje oral. 
					 
					d) Principio de prioridad a la comunicación: es necesario 
					mantener en cada actividad y en cada procedimiento de 
					aprendizaje el mayor grado posible de funcionalidad 
					comunicativa. 
					 
					e) Principio de potenciación de actitudes: deben registrarse 
					aquellos aspectos que presentan los mejores niveles de 
					desarrollo para potenciarlos al máximo, y su utilidad en el 
					proyecto de construcción del lenguaje 
					 
					f) Principio de multi−sensorialidad: es preferible dar desde 
					el principio el máximo de posibilidades de éxito al niño y 
					no reservar el empleo de refuerzos sensoriales aumentativos 
					a los casos que fracasan con una intervención estrictamente 
					limitada a la estimulación de la vía audio−oral normal. 
					 
					g) Principio de referencia al desarrollo normal del 
					lenguaje: los contenidos de los programas de intervención y 
					su secuencia de ordenación, deben inspirarse en lo conocido 
					sobre el desarrollo lingüístico del niño normal, siempre que 
					las características específicas que presenta la disfasia en 
					un determinado caso no indiquen lo contrario. 
					 
					h) Principio de la dinámica de sistemas facilitadores: la 
					idea es proporcionar el máximo de ayuda al niño que se 
					encuentra en dificultades, desde el principio, para luego ir 
					reduciéndolas a medida que el niño se va independizando de 
					ellas. 
					 
					i) Principio de revisión continua: se debe realizar una 
					evaluación frecuente de cada caso para adecuar las 
					orientaciones a las características de éste en cada momento 
					de su evolución. 
					 
					j) Principio de ajuste del tiempo: los datos recomiendan en 
					forma general un enlentecimiento del ritmo de la interacción 
					y una mayor claridad en la presentación de las relaciones 
					iniciales entre el referente y los modelos verbales; esto, 
					no sólo en lo referido a hablar más despacio y más claro, 
					sino sobre todo alargar los tiempos de espera de las 
					respuestas. 
					 
					Estrategias de intervención 
					 
					De acuerdo a lo señalado por Monfort y Juárez (1997), la 
					intervención en los niños disfásicos se puede dividir en dos 
					niveles: 
					 
					I. Nivel de estimulación reforzada: consiste en apuntalar el 
					modelo natural de adquisición de lenguaje, dentro de su 
					propia dinámica de funcionamiento. Se trata de presentar los 
					estímulos comunicativos y verbales en un entorno facilitador, 
					aumentando la intensidad de las interacciones duales con los 
					adultos, aumentando su intensidad, controlando la conducta 
					que los adultos presentan a lo largo del proceso de 
					adquisición del lenguaje.  
					 
					Este nivel de estimulación incluye sesiones de estimulación 
					funcional, cuyo objetivo es proporcionar modelos claros en 
					un entorno facilitador y estable; y programas familiares, 
					que tienen como objetivo informarlas sobre el trastorno del 
					lenguaje del niño y formarlas en nuevas maneras de 
					interacción con el niño. 
					 
					II. Nivel de reestructuración: se deben modificar ciertos 
					aspectos de la comunicación lingüística y del propio proceso 
					de adquisición para intentar que este se desarrolle a pesar 
					de los déficit utilizando, si es necesario y por cierto 
					tiempo, vías inéditas o infrautilizadas en el niño normal, 
					con la introducción de elementos visuales, táctiles o 
					motrices a la comunicación lingüística normal; esto debe 
					combinarse con las directrices del nivel uno, ya que la 
					introducción de estos sistemas no debería limitarse a las 
					sesiones de ejercicio. 
					 
					Otros sistemas de intervención:  
					 
					• Sistema alternativo de comunicación: el sistema elegido 
					deberá insertarse en la interacción abierta, siguiendo los 
					principios de la estimulación natural reforzada del nivel 
					uno. El objetivo general es lograr que el niño logre 
					comunicarse manera adecuada con su entorno ocupando, en caso 
					necesario, sistemas alternativos al lenguaje oral. 
					 
					• Programas para la familia: consta de información y de 
					formación. En la primera se informa a la familia de la 
					naturaleza del trastorno de sus hijos, de la evolución que 
					cabe esperar y de la importancia de su papel en su 
					educación. 
					 
					La formación de la persona encargada de llevar a cabo una 
					intervención de este tipo consta de seis puntos principales: 
					 
					• Desarrollar las aptitudes de observación. 
					 
					• Reducir la tendencia directiva. 
					 
					• Aprender a ajustar mejor nuestro lenguaje. 
					 
					• Aprender a crear situaciones comunicativas activas. 
					 
					• Eliminar las conductas negativas. 
					 
					• Aprender técnicas de sistemas aumentativos o alternativos 
					de comunicación. 
					 
					Tratamiento 
					 
					Los niños/niñas requerirán de un tratamiento también 
					multidisciplinario en el cual se debe incluir un terapéuta 
					de lenguaje, psicólogo, mucho apoyo familiar, escolar y en 
					algunos casos terapia ocupacional. 
					 
					El tratamiento de los niño/niñas diagnosticados con disfasia 
					es muy largo y puede llegar desde que se detecta el 
					trastorno hasta la adolescencia.  
					 
					Los niños/niñas que reciben tratamiento desde temprana edad 
					pueden llegar a integrarse como cualquier chico/chica de su 
					edad y logran estudiar en cualquier colegio, 
					desenvolviéndose adecuadamente. 
					 
					11. BIBLIOGRAFÍA 
					 
					o Aidex (2000b). Disfasia: Guía de detección y encuadre. 
					Portugal: Aidex. URL http://www.aidex.es/disfasias.doc 
					 
					o Aguado, G. Trastorno específico del lenguaje. Retraso de 
					lenguaje y disfasia.  
					 
					o Arnedo, ML (2001) Neuropsicología evolutiva de los 
					trastornos del lenguaje. En E. Mendoza (coord.) Trastorno 
					Específico del Lenguaje (TEL), págs. 67-81. Madrid: 
					Pirámide. 
					 
					o Catalá Jiménez, B. Y otros. Material para la 
					rehabilitación de las afasias y otras alteraciones del 
					lenguaje. Madrid: Lebón.  
					 
					o DSM-IV (1995). Manual diagnóstico y estadístico de los 
					trastornos mentales. Barcelona: Masson 
					 
					o Monfort, M. Y Juárez, A. (1997). Los niños disfásicos. 
					Madrid: CEPE.  
					 
					o Serón, J.M. y Aguilar, M. (1992). Psicopedagogía de la 
					comunicación y el lenguaje. Madrid: EOS. 
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