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					Grupos de familias y amigos se congregaron ayer en los 
					montes de Ceuta para celebrar el ‘Día de la Mochila’. 
					“Nuestra fiesta, la de todos los caballas”, apuntaban los 
					ceutíes. Grupos de todas las edades reunidos en torno a un 
					festín de platos típicos de un día de campo, desde la 
					tortilla de patatas hasta la ensalada de pimientos. No 
					faltaron, por supuesto, tradicionales frutos secos como las 
					castañas o los pistachos. Los más jóvenes cambiaron la 
					comida familiar por la velada nocturna. Muchos de ellos 
					acamparon el viernes y desde entonces, aseguraban, no habían 
					dormido ni una sola noche con tanta celebración. 
					 
					Jesús Guerrero celebró su séptimo cumpleaños acampado en la 
					zona de Isabel II cercana al Fortín de Anyera. Junto a él 
					sus padres y una quincena de familiares. El más pequeño, 
					cinco años; la mayor, 41. “El día de la Mochila es nuestra 
					fiesta, la de todos los caballas”, apuntaba una de las 
					madres, Mercedes Gómez. Habían pasado la noche en el campo, 
					una jornada a oscuras porque, según explicaban, habían 
					robado los motores que daban luz. Felicitaban la labor de 
					las Fuerzas de Seguridad, pero reivindicaban que la Ciudad 
					instalase luz eléctrica en los merenderos. “Queremos luz y 
					cuartos de baño, que venimos con los niños pequeños y es muy 
					incómodo, y que haya un puente en condiciones, que ayer [por 
					el lunes] tuvimos que trabajar”, agrega Mercedes. Los 
					adolescentes que la acompañaban, de paso, pidieron conexión 
					wifi, que la noche sin internet se les había hecho muy 
					larga.  
					 
					Jóvenes de entre 15 y 25 años era lo que predominaba en 
					García Aldave. Aunque la mayoría de ellos, aseguraban, no se 
					mantenían en pie. “Llevamos desde el viernes sin dormir”, 
					apuntaban muchos de ellos con la copa en la mano. “Me estoy 
					quedando sopa, y ya no me entra más Coca Cola así que me 
					bebo el ‘Pampero’ sólo”. “Y las cosas que hemos hecho no las 
					podemos contar”, vacilaban.  
					 
					Un grupo de unos cuarenta chicos, liderados por Marina, José 
					y Jeremai, montaron su propia discoteca en el monte con mesa 
					de mezclas incluida. Recordaban que cuando eran niños 
					recorrían el monte en bicicleta. Ahora lo han cambiado por 
					las tiendas de campaña y la noche en vela. A su alrededor, 
					cuesta arriba y cuesta abajo, grupos de chavales de doce 
					años en bicicleta. Probablemente, los que dentro de cinco 
					años monten sus tiendas de campaña en el monte. Ciclos, como 
					señalaba otra de las señoras de ‘Mochila’ en el monte: “Yo 
					hace veinte años subía a García Aldave con mis amigos, ahora 
					subo con mis hijos al Monte Hacho”. 
					 
					El campo, convertido en un inmenso aparcamiento de coches 
					porque con la excusa del niño pequeño y el abuelo mayor casi 
					nadie había subido andando. Entre las familias no faltaban, 
					por supuesto, los frutos secos. “Almendras, pistachos, 
					castañas...”, explicaba uno de los ciudadanos. “Y tortilla, 
					ensalada de pimientos, filetes empanados, callos con chorizo 
					y morcilla...”, agregaba la ‘portavoz’ de un grupo de unos 
					18 adultos y 12 niños.  
					 
					La prohibición de hacer barbacoas era otra de las medidas 
					con la que muchos no estaban de acuerdo, aunque aseguraban 
					que la entendían porque había “mucho cafre suelto” ayer en 
					el monte. 
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