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					Suerte esquiva. No hay manera. Que el hombre propone y Dios 
					dispone. Que chunga está la cosa. Tanto que alguno quiso 
					abandonar “Sebta” en vísperas de la fiesta del Sacrificio y 
					nada, que lo han “clavao” hasta después del 20-N como se 
					clava la plomada certera de un cartucho de séptima en la 
					pechuga de una paloma torcaz. Abatiéndola. Adios a la 
					escapada alada. Adios al arrullo peninsular. 
					 
					Escribo estas líneas un tanto enojado, cabreado, herido 
					porque aun no temiendo que me expulsen de esta tierra -a la 
					que amo como se ama al primer romance de adolescente, que se 
					supone es para siempre; la última vez que lo repito, 
					conste-, ando mosqueado con uno mismo por no haber sabido 
					entresacar el pechamen a los oriundos de aquí, que dicen sin 
					decir, sin argumentos válidos por la causa: “a mí no me 
					afecta en lo que es mi religión, pues yo lo vivo descansando 
					en mi sofá”. Cojonudo. Otros van perorando y yéndose con 
					pasmosa huída por los cerros de Úbeda, con esa habilidad 
					innata en muchos de ellos que de hecho serían los mejores 
					parodiando citas de cuchufleta pero no en menesteres claros 
					de sinónimo de avestruz. Ya saben. 
					 
					Se relaja la ciudad. Queda por delante toda una semana de 
					reuniones de familiares y alegría por estos fastos 
					musulmanes, en que baja la presión también en las escuelas 
					ahítas de sillas vacías, de chiquillería ruidosa. El 
					comercio se resiente también, las cajeras de los super andan 
					haciendos bolillos mientras el encargado las mira de reojo 
					no por si les cae un cumplido del comprador solitario, ay 
					envidiosillo, sino porque le hierve la pérdida de poder 
					adquisitivo. Dichoso flus. Es lo que manda. 
					 
					Felicitación pues a la comunidad musulmana de acá por este 
					día. Resignación al resto no predominante, a ese 46,31% me 
					aseguran, que suponen las otras tres culturas. Yo debo ser 
					agnóstico. 
					 
					Uno ni tiene la audacia ni pretende corregir a nadie, pero 
					perdonénme esta expresión silbada de rabia, de impotencia, 
					de desilusión. Mas no me someto. Por mucho extranjero que 
					sea uno, fuera y dentro de su terruño, caray. Que con ésta 
					son dos ya las veces que nuestros politicuchos (tenemos lo 
					que nos merecemos, país de quijotes. Hazmerreir del 
					planeta.) nos tiran a dar, no acierto a comprender con qué 
					legitima aspiración. ¿O sí? Mis entendederas, de justo 
					raciocinio tal quisiera no más que como la paga de los 
					jerifaltes políticos, quía, no acaba de comprender el 
					destino de esta otra “fiesta” local, de una nueva 
					“borregada”. Que igualmente luego apestan sus cornamentas 
					chumascadas, con ese olor maldito que se te mete por el 
					apéndice nasal y se trabuca en la tráquea, provocando 
					vómitos y perdidas de noción. No vean. 
					 
					Lecciones da la vida ¿Qué dice la UE de esto? ¿Se la sopla?. 
					Cuatro culturas. Cuatro leches les daba yo a los mandamases 
					de turno. Por necios y traicioneros. 
					 
					Algo enturbia mi mente. Y quizás este presente. Mucho cambio 
					en poco tiempo. Alguien nos está metiendo las cabras, los 
					borregos quiero decir, en el corral. Alguien nos está 
					metiendo picos de cuscús en vena. Así de groguis quedamos. 
					“Alelaos”. Que esto no es el fin, sino el comienzo. Veremos. 
					 
					Quien tenga la valentía, la palabra y el don de hacer que me 
					vuelva la sonrisa diáfana de creyente, que salga tras el 
					biombo, que de la cara y entonces sí le alargaré con gusto 
					mi mano franca y fiel. De por vida. 
					 
					Mira que soy torpe. No consigo desenmascarar lo falso. Que 
					me aseguran que aquí no soplan vientos simulados. Que no hay 
					ejércitos de borregos amamantados con leche de lobeznos, 
					cuna de Rómulo y Remo. Del cristianismo, o sea. Que me 
					aseveran igual no darse calladas marchas del color de la 
					esperanza ¿Recuerdan?, y menos aún ruidosos presentes. Ayer 
					verde, hoy o mañana negro. 
					 
					Que hoy, como estoy sin luz, mi pluma se niega a escribir. 
					Para que no manche el papel emborronándolo con lágrimas 
					negras. Secas. Porque hay una nube, quizá un eclipse mental, 
					que tapa nuestra vida haciéndonos querer cegatos sin serlo 
					por naturaleza. Ciegos de sentidos, de corazones, de 
					tradiciones, de …mejor me callo. Qué culpa tienen sus 
					benditas madres. 
					 
					Aguanta pueblo. Que vienen en lontananza presurosas las 
					huestes del Cid Campeador blandiendo al aire la Tizona 
					cortapescuezos. ¡¡Santiago y Cierra España joder!!.  
					 
					Que uno no sabe a ciencia cierta en cuál de los dos 
					hemisferios nos encontramos ahora. Porque aunque sea de día, 
					cae la noche sobre Ceuta. Perdón por este nuevo borrón. 
					Quise decir que cae la noche sobre “Sebta”.  
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