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OPINIÓN - SÁBADO, 12 DE NOVIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

Sanción a las navieras: ¿Puede seguir estando
la autovía del Estrecho en manos privadas?


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

¿Es lógico que la Ciudad Autónoma “se felicite” por la multa de 16 millones de euros que la Comisión Nacional de la Competencia ha impuesto a las navieras por conchabarse? Es más ¿Repercutirá esa multa en Ceuta, es decir, el dinero vendrá a la Ciudad que ha sido víctima de los tejemanejes de las compañías? Sería lo mínimo exigible, porque los perjudicados, los afectados y los victimizados hemos sido quienes, por imperativo físico, nos hemos visto obligados a utilizar compañías privadas para poder ejercer nuestro derecho constitucional a la libertad de movimiento del artículo 19 de la Constitución, dentro de nuestra Patria. Cierto es que todo cuesta dinero, de hecho, si se quiere viajar de Málaga a Algeciras hay que pagar un carísimo peaje para poder viajar por la autovía, pero contando siempre con la alternativa de poder usar la antigua carretera nacional, llena de glorietas y de curvas, pero gratuita. La comodidad se paga pero el poder circular libremente por España no debe tener más coste que el del carburante y el café con el bocadillo. ¿Ustedes se figuran la que se podía liar si únicamente se pudiera viajar por España a fuerza de pagar peajes? El 2 de mayo como poco.

Pero aquí nos conformamos con depender de las navieras, que por mucho que diga el Gobierno y por muchas multas millonarias que les impongan, nos tienen de rodillas. Porque si se declaran en huelga nos dejan aislados y sin posibilidad de ejercer nuestros derechos, es decir, que por más que se congratule el Gobierno “sí estamos a merced de las navieras” ¿Que les han multado? Supongo que recurrirán y trajinarán para que disminuyan la sanción impuesta por una Comisión Nacional de la Competencia que tiene menos imaginación que una cebolleta y que además carece de empatía y se encuentra muy alejada de los sentimientos de la ciudadanía que, la postre, es a quien joden las navieras.

Y estos fallos son los que muchos pensamos que se corregirán con el Gobierno de Regeneración, que al suponer un cambio sustituirá la gris cerebro de los burócratas por la Imaginación al Poder y como sanción para las navieras ninguna más ejemplarizante que un año con todos los billetes ida y vuelta a cinco euros para no residentes y dos euros cincuenta ida y vuelta para residentes más la implantación obligatoria del bono buquebús con el que cada trayecto de ida y vuelta sería a un euros setenta y cinco, como el autobús Málaga -Torremolinos porque la distancia viene a ser la misma. Y prórroga de un segundo año en idénticas condiciones para penalizar la reiteración en las malas prácticas y conchabanzas y de un tercero para que aprendan y no reincidan. Escarmiento ejemplar y de efecto disuasorio, más precios ajustados a Derecho y susceptibles de atraer a muchos visitantes para hacer compras y comerse y beberse la gloria de Dios, porque aquí se tiene que venir a gastar y a crear prosperidad, a consumir y a dejarse los dineros y que cada visita suponga ganancias ( y si nos lleva el diablo, que nos lleve en coche) otro refrán “a camarón que se duerme se lo lleva la corriente” y nada de “mucho te quiero perrito, pero pan poquito”. Comprendo, comprendo que la sanción a Trasmediterránea, Balearia y FRS dará lugar a cántaras de autocomplacencia pero, a la corta y a la larga lo que significa es que la Administración pegará un mordisco a las arcas de las navieras pero fulano, mengano, zutano y servidora seguirán pagando carísimos billetes para circular por una autopista marina que es de todos los españoles y en la que el “que voy-que vengo” tendría que ser un sencillo transporte público, idéntico a cualquier autobús y con los bajos precios de los trenes de cercanías. Lógico que a la corta o a la larga se tendrán que intervenir las navieras, liquidar con ellas si acaso el precio de los barcos viejos que poseen y, habida cuenta que el Gobierno las subvenciona y que ganan buenos dineros, que sea el Estado el propietario de los barcos, se ahorra la subvención y al nacionalizarlas el negocio lo hacemos todos los españoles y repercute en los ciudadanos.

De lo contrario hoy una multa, dentro de cuatro días otra denuncia, años de tramitación y otra sanción y Ceuta proscrita para el turismo por los precios, me respondan ¿Qué familia de cuatro miembros va a pagar por un ida y vuelta a Ceuta el triple de lo que cuesta para los cuatro un ida y vuelta a Londres? Resulta prohibitivo y seguirá resultando mientras estemos de rodillas ante las compañías privadas y dependamos en cuerpo y alma de que no les salga de los huevos arriesgarse “un poquito a ver que pasa” y subir los precios, o declararse en huelga, o hacer lo que apetezcan porque una cosa es sancionar y otra “cobrar” materialmente la sanción, lo mismo se tiran años recurriendo, así que la única “felicidad” que podemos sentir un cierto resarcimiento moral por años de abusos, pero nada más, porque todo sigue igual. ¿Qué hay quien alega que nacionalizar las navieras sería ruinoso? Discrepo. Si fuera un “negocio ruinoso” las compañías no podrían existir porque se hubieran arruinado, si siguen es porque les interesa y es lucrativo ¿O es que son navieras-masoquistas que operan por el placer de acumular pérdidas en una especie de cronificado harakiri financiero?.

Realmente el único resarcimiento para todos los ceutíes estaría constituido por la sustitución de la multa de 16 millones por el Plan Buquebús y estar viajando a su precio de un par de euros el trayecto durante al menos un par de años. Porque en un país de regeneración, cualquier perjuicio a los ciudadanos no se debe paliar “utilizando” el Estado esa situación para hincar su afanoso colmillo recaudatorio, sino resarciendo de forma directa a esos ciudadanos y que ellos experimenten la felicidad de vivir ese resarcimiento “de facto”. Eso sí es compensatorio y satisfactorio, el resto no es más que palabrería y con palabrería no se pagan los billetes de barco a su precio real, las palabras se las lleva el viento, el nacionalizar los medios para que podamos ejercer el derecho que nos otorga el artículo 19 de la Carta Magna es “real”.
 

La nueva Ordenanza de terrazas y el Mapa de Ruidos


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Vivir en una ciudad tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Y es por ello por lo que muchos ciudadanos optan por retirarse a enclaves rurales en lo que se llama “huir del mundanal ruido”. La vida en el campo, si no molestan las bucólicas esquilas de los corderos, los ladridos de los perros, el pío-pío de las aves de corral, el gorgoteo de las tórtolas, el graznido de los grajos y el rumor del viento o del arroyo de turno, es ideal para los amigos de la quietud (relativa, porque siempre hay “algo que suena”). Pero ese silencio quebrado tan solo por los animales y la propia naturaleza es algo imposible de obtener en una moderna ciudad viva y activa, de ahí que desde hace años oferten en el mercado infinidad de sistemas de blindajes anti-ruidos para ventanas y terrazas. Lo que no puede paralizarse es el discurrir normal de una urbe y tratar de conseguir una analogía de la vida rural en medio del asfalto y hacerlo constituyendo asociaciones como la “Asociación Contra el Ruido de Ceuta” para reivindicar el derecho a vivir libres de contaminación acústica que es algo absolutamente idílico y bastante poco probable de conseguir entre ladrillos y cemento con la marcha de urbanita del siglo XXI.

Pero opino que en el desarrollo de la vida política la coherencia es un grado. Y la falta de ella una mamarrachería. De ahí que, como jurista con treinta y dos años sudando la toga, me haya sorprendido la nueva Ordenanza que se llevará al próximo Pleno de la Asamblea por considerarla restrictiva y claramente conculcatoria del Principio de Igualdad Constitucional, tontos serán los hosteleros si no le plantean un buen recurso y llegan incluso a solicitar la intervención del Tribunal Constitucional mediante el instrumentos del Recurso de Amparo por vulneración del artículo 14 de la Carta Magna. “Se ha procurado intentar minimizar el impacto y la molestia en los vecinos que van a tener un papel relevante. Desde el momento en que se considera que las terrazas son “actividades molestas” es “obligatorio” preguntar al vecino”.Preponderancia de la opinión vecinal para la instalación de esas terrazas que son las que dan vida a las aceras, invitan al ocio, atraen a la clientela y si están instaladas en condiciones y no en plan cutrerío se convierten en un elemento estético fundamental para dar animación y embellecer las calles.Lógico que los hosteleros planteen que aún más molestas que las terrazas son las paradas de los autobuses con su continuado trasiego e inevitables ruidos, amén de contaminación por humo si no se utilizan los modernos medios de transporte ecológicos. E infinitamente más contaminante a nivel acústico es cualquier escuela o centro escolar con multitud de alumnos, ruidosas horas de recreo ,actividades musicales y estrépito a las horas de entrada y de salida, de hecho debería consultarse al vecindario. ¿Y qué me dicen de los supermercados y grandes y pequeñas superficies con los horarios de carga y descarga que turban el descanso vecinal?. Cualquier punto ciudadano de carga y descarga genera molestias. ¿Contaminación acústica? El tráfico rodado es insoportable para los vecinos, porque es un ruido continuo y agobiante, día y noche, con frenazos por los semáforos, acelerones, sonidos de claxon e insoportables coches-discoteca con la música estallando por las ventanillas ¿Y qué tienen que alegar los vecinos de las calles y avenidas abiertas al tráfico sobre el ataque a su derecho a vivir sin ruido?.

Peor aún : el agobio y el sobresalto ante las agudas sirenas de los vehículos policiales, ambulancias y coches de bomberos, cuando no son necesarias, simplemente con señales luminosas basta para que los automovilistas cedan el paso, sin que sean necesarios esos aullidos atronadores, para demostrar la prisa con las luces es suficiente no tienen por qué asustar e incomodar a la ciudadanía.

Pero la Ordenanza de las terrazas parece considerar que unas cuantas mesas ocupadas por clientes tomando un piscolabis, que no enzarzados en una juerga flamenca y además clientes educados y que siguen unas pautas normales de conducta y no son dados a vociferar ni a meterse en riñas, “esa” y sólo “esa” es la actividad que jode el descanso y el resto ¡pelillos a la mar!. Ni paradas de autobuses, ni fragor del tráfico, ni sirenas ululantes, ni estrépito en las escuelas, ni incomodidades para todos en la carga y descarga, lo que joden son las terracitas y por eso hay que regular hasta la hora en la que los camareros van mear por si hacen mucho ruido con el “chorrillo”. ¿Y no sería más civilizado instalar techos ,con los laterales abiertos, de metacrilato blindado como los que se encuentran en los bordes de las grandes autovías para insonorizar las casas circundantes o que al menos no les impacte mucho el ruido? Como son transparentes no causan agresión visual, pueden cubrirse con toldos blancos en verano, protegen en invierno y atenúan totalmente los sonidos. Pero aquí no. Todos los hosteleros a pedir licencias y las terrazas hasta las doce y media de la noche como en algunos relamidos países de guiris, lo mejor para que la gente no salga de copas siguiendo la costumbre celtíbera de recogernos cuando nos sale de las pelotas. Así que más vale que, para ser honrados, aclaren en las guías turísticas de la ciudad que los visitantes no vengan en el veranito esperando marcha nocturna por el buen clima, porque en Ceuta a la una se cierra el quiosco y la ciudad no resulta ni entretenida para los vampiros porque ni víctimas para hacer sus fechorías van a quedar por las calles.¡Pues vaya muermo de Ordenanza! ¡Y no tienen más pamplinas porque se les acabaron los folios reciclados!. Lo evidente es que no se puede “apaciguar” a todo el mundo, ni “conformar” a todo el mundo, ni “contentar” a todos. Porque alguien siempre saldrá reclamando, de hecho me avisan de la constitución de una Plataforma Para Peatonalizar la calle Independencia, la Plaza de África y la Gran Vía ¿Por qué el Paseo del Revellín sí y los otros no? Discriminación y agravio comparativo, conculcación y transgresión de mandatos constitucionales. ¡Ordenanzas para todos y para todo! ¿Y qué impide que Ceuta se convierta en un paradisíaco enclave rural?. La Ordenanza me parece restrictiva, cegata y lesiva para la hostelería, los ciudadanos y los visitantes, amén de dar una imagen paleta de “Ceuta la Noche”. Peor no puede ser.
 

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