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                     A medida que se acerca el día de 
					las elecciones, y se da por hecho que el Partido Popular 
					será el ganador, uno cae en la cuenta de que habrá que 
					despedir a un hombre como se merece. De que habrá que 
					despedir a José Fernández Chacón con el afecto que ha 
					sabido ganarse en esta tierra.  
					 
					Llegó Fernández Chacón a Ceuta en mayo de 2008. Y, desde el 
					primer día, comprendió perfectamente cómo había que actuar 
					en una ciudad donde su alcalde, Juan Vivas, era no 
					sólo votado, mayoritariamente, una y otra vez, sino que 
					gozaba del respeto casi generalizado.  
					 
					Como delegado del Gobierno, FCH supo pronto que le tocaba 
					vivir una cohabitación donde lo más conveniente era trabajar 
					mano a mano con el alcalde sin que, en ningún momento, la 
					pertenencia a siglas distintas propiciaran desacuerdos 
					funestos para Ceuta. Y a fe que su forma de ser ha permitido 
					que la coexistencia haya sido muy buena. Como nunca antes se 
					había dado. Lo cual ha redundado en beneficio de la ciudad. 
					 
					Ser delegado del Gobierno no debe ser tarea fácil en ningún 
					sitio. Serlo en Ceuta, ciudad pequeña pero con problemas de 
					urbe grande, ha hecho posible que otros delegados hayan 
					acabado renegando del sitio y yéndose sin mirar hacia atrás. 
					Entre otras razones, porque los delegados del Gobierno, 
					desde que se instauró la democracia, fueron tan mal vistos, 
					aquí, como para ser tachados de virreyes por sistema. Por 
					parte de unos sindicalistas, no todos, que necesitan siempre 
					un enemigo para poder justificar la extraordinaria situación 
					laboral de la que gozan.  
					 
					Pese a ello, Fernández Chacón ha sabido capear el temporal 
					dando muestras de aceptar las críticas con la frialdad que 
					el cargo aconseja. Aunque respondiendo, cuando la situación 
					lo aconsejaba, de manera sucinta como demoledora. Pocas 
					veces el delegado del Gobierno perdió la calma ni cayó en la 
					tentación de querer enmendarle la plena a ninguna 
					institución. Ni a ninguno de sus miembros. 
					 
					Persona prudente, conciliadora, afable, leal… y muy dada a 
					pasear la calle sin darse pote ante el público, ha 
					conseguido ganarse el respeto de los ceutíes. Absurdo sería 
					decir que siempre acertó FCH en sus decisiones. Ya que 
					entonces estaríamos hablando no de un señor normal, sino de 
					una lumbrera. O de un mirlo blanco.  
					 
					En suma, que a este delegado, que pronto deberá dejarnos, se 
					le echará de menos. Así se lo decía yo -el viernes- a dos 
					políticos destacados del PP. Y los dos hablaron de manera 
					elogiosa de Pepe Fernández Chacón, y además me anticiparon 
					que los populares están dispuestos a reconocer sus méritos 
					en la hora del adiós. 
					 
					Y, metidos ya en charla sobre la Delegación del Gobierno, 
					pregunté si es verdad que Francisco Antonio González 
					está vivamente interesado en acceder a ese cargo. Y la 
					respuesta fue que sí. Y, como no podía ser de otra forma, a 
					mí me dio por inquirir: ¿Querrá Vivas que ello se haga 
					realidad? Y uno de ellos, con gran consistencia en el 
					partido, no tuvo inconveniente en decirme que muy bien 
					podría Mariano Rajoy recomendárselo al alcalde.  
					 
					Y a mí no me cupo más que decir que pacoantonio tiene todo 
					el derecho del mundo a querer ser delegado del Gobierno. Y 
					quizá lo consiga. Pero antes, como debe ser, habrá que 
					homenajear a José Fernández Chacón. Se lo ha ganado con 
					creces. 
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