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OPINIÓN - VIERNES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Tener fe es saludable
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando falta apenas nada para que las urnas decidan qué partido ganará las elecciones, por más que los españoles tengan asumido desde hace ya varios meses que la victoria corresponderá a los populares, siempre los hay que viven esperanzados con que se haga realidad una sorpresa que impidiera a Mariano Rajoy obtener esa mayoría absoluta que vienen propalando las encuestas.

Mayoría absoluta necesaria para que los de la gaviota puedan formar gobierno sin tener que contar con los partidos nacionalistas, atentos siempre a sacar tajada de tales situaciones de inferioridad del ganador. Por tal motivo, aunque sean pocos los socialistas y nacionalistas que siguen aferrados a la idea de un milagro de última hora, hecho posible por los votantes indecisos, no les quepa la menor duda de que existen.

Dice un amigo, muy dado a sentenciar él, que la fe es creer lo que no hemos visto anunciado. Que es la que tienen cuantos todavía sueñan con que el domingo las urnas se expresen contra pronóstico. Es decir, que sus resultados sean los no previstos, los no anunciados, a bombo y platillo, por las innumerables encuestas que se han venido aireando.

Hablando de fe, no puedo sino acordarme de la que tienen depositada algunos políticos populares de Ceuta, en que se les nombre delegado del Gobierno de la ciudad. Y me alegro por ellos, créanme, que estén viviendo en ese estado de excitación que produce la creencia de poder ser elegido para un cargo que anhelan con toda su alma. Y que para todos los aspirantes sería, sin duda alguna, el broche de oro de su actuar en política.

Vivir sin fe en nada debe de ser horrible; amén de privarse uno de ser más feliz que lo que pudiera ser sin ella. De modo que en estos momentos me atrevo a mencionar que la felicidad de Francisco Antonio González, de Cayetano Jesús Fortes y hasta de Nicolás Fernández Cucurull será mucha. Una dicha acorde con la convicción que tiene cada uno de que su nombre está escrito en una papeleta que acabará en un bombo de donde saldrá el próximo inquilino de la plaza de los Reyes.

No, mire usted, no me he olvidado de José Luís Morales ni tampoco de Manuel Coronado, el no nominarles es porque yo tengo la certeza de que ellos carecen de fe en lo tocante a ser designados para convertirse en la voz del Gobierno de España en esta tierra. Es más, a ambos, es decir, a Manolo y a José Luís, no se les nota esa felicidad que aflora en el rostro de sus compañeros. La que, repito, emana de saberse posible candidato a sustituir a José Fernández Chacón.

En fin, que, cuando estamos a poco y nada de conocer si el PP obtendrá la mayoría absoluta que precisa, para gobernar en solitario y hacer de su capa un sayo, o sea, ponernos a todos firmes, en Ceuta, parece ser que la máxima preocupación de algunos miembros destacados de los populares radica en disputarse el trono de la Delegación del Gobierno.

Con lo fácil que sería nombrar delegado del Gobierno a Juan Luis Aróstegui. Pues con él, cual virrey de esta tierra, no tengo la menor duda de que viviríamos años de amor fraterno. Ceuta se convertiría en tierra deseada. En un oasis de paz, prosperidad y hermandad a raudales. Lo que no entiendo es que Vivas no se haya dado cuenta aún de que debe apoyar (!) esa causa por el bien de Ceuta.
 

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