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OPINIÓN - DOMINGO, 20 DE NOVIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

El entusiasmo de Vivas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hace pocos días se suscitó una conversación sobre Juan Vivas. Una de las muchas que tienen como motivo al presidente de la Ciudad. Nada ilógico, sino todo lo contrario.

Sucedió que en cierto mentidero alguien dijo que Vivas estaba dispuesto a seguir siendo presidente del PP –de Ceuta- durante otros cuatro años. Y que daba muestras además de querer continuar revalidando en las urnas su cargo como primera autoridad de la tierra, llegado el momento. Momento que todavía está distante.

Del presidente se dijo que parecía rejuvenecido. Con renovados bríos. Entusiasmado con la idea de que su partido ganará las elecciones y a él le será posible contarles las necesidades de Ceuta a sus compañeros instalados en despachos ministeriales. Y es que Vivas ha confiado siempre en su poder de seducción a la hora de convertirse en peticionario.

De Vivas se ha dicho siempre que ejerce muy bien de conseguidor. Que resulta tarea muy difícil negarle lo que pide porque su forma de hacerlo cautiva, en cierta medida, a quien está capacitado para que el objeto de los deseos de Vivas se cumplan. Y, sobre todo, lleva muchos años convencido de que con su forma de actuar va ganando adeptos entre lo más granado no sólo de los suyos sino también de los políticos adversarios. Y cualquiera que tenga la menor duda que vaya y le pregunte a José Fernández Chacón; que se irá de esta tierra diciendo a voz en cuello que JV le ha demostrado en todo momento una amistad que él nunca olvidará.

El poder de Vivas radica en que habla en voz baja, habla despacio y no dice demasiado. Y, desde luego, en cuanto se sienta ante un cargo destacado saca a relucir su cautela sin que por ello tenga que parecer persona distante y fría. Ya que es capaz de envolver su conversación con celofán diletante del asunto tratado, a fin de que la otra parte no se sienta nunca superada en conocimientos.

Tampoco es muy dado Vivas a torcer el gesto durante las conversaciones si enfrente hay una persona con poder suficiente para no concederle exactamente lo que propone. En esos momentos, es capaz de cambiar de táctica. Y lo hace sacando a relucir su mano izquierda. Tan hábil como lo era su pierna siniestra cuando lo alineaban de extremo zurdo. Y no tiene el menor inconveniente en dar tres pasos hacia atrás para, en apenas nada, avanzar dos metros en pos de sus requerimientos.

Vivas sabe que la marcha de Fernández Chacón será cubierta con un hombre de la confianza de su partido en Madrid. Un hombre del Gobierno. Un delegado del Gobierno que a lo mejor no tiene los conocimientos de la tierra que le van a ser necesarios para no llegar quemado ante de los cien días de luna de miel que la sociedad otorga a los recién llegados. Y, por tal motivo, su alegría es doble.

Y me explico: Vivas, a medida que ha ido ganando elecciones, por mayorías absolutas y teniendo además el afecto de tantísimos ciudadanos, ha conseguido doble autoridad: la de los votos y la otra. Ambas le han proporcionado una enorme tranquilidad y ésta, a su vez, le hace sentirse político importante.

Y esa importancia le produce felicidad y entusiasmo. No me extraña, pues, que así lo haya expresado en el mitin final de la campaña electoral. Porque es consciente de que será más poderoso a partir de diciembre.
 

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