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OPINIÓN - DOMINGO, 20 DE NOVIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / PSICOPEDAGOGIA

El trastorno obsesivo compulsivo (I)

Por Quique Rodríguez Asociacion Psicopedagogica de Ceuta


Según el manual diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV), dentro de los “trastornos de ansiedad” se encuentra enmarcado el llamado “Trastorno obsesivo – compulsivo”. En el cual se presentan obsesiones y compulsiones que son reconocidas por las personas como excesivas e irracionales provocando un malestar clínicamente significativo e interfiriendo con la rutina del individuo, sus relaciones laborales (o académicas) o su vida social. El manual indica determinar si hay poca conciencia del trastorno (la mayor parte del tiempo no reconoce lo excesivo e irracional). Según otras posturas como por ejemplo el psicoanálisis, el llamado trastorno obsesivo-compulsivo se enmarca dentro de la Neurosis obsesiva.

El trastorno obsesivo-compulsivo es una enfermedad de curso crónico o recurrente caracterizada por la presencia de obsesiones y compulsiones.

La obsesión se refiere a ideas no deseadas que asedian la conciencia y que determinan una angustia patológica a pesar de los esfuerzos desplegados por el sujeto para evitarlos. La compulsión hace referencia al acto de forzar al individuo a obrar en contra de su voluntad.

Las obsesiones, en el plano del pensamiento, son ideas u ocurrencias que de forma repetida se introducen en la conciencia del sujeto e interfieren el flujo normal del pensamiento y causan malestar y sufrimiento. Probablemente los temas más universales de las obsesiones tienen que ver con la escrupulosidad física o moral y la duda o imposibilidad de inclinarse por una opción. En ocasiones, el sujeto tiene la necesidad de repetir mentalmente un contenido concreto de significado ilógico o banal, como puede ser un número de teléfono, la fecha de un suceso irrelevante, la melodía de una película, etc.

Las compulsiones o rituales tienen un significado similar a las obsesiones, pero en el plano de la acción. Ya no es algo que se piensa sino que se realiza. Entre los rituales más típicos se encuentran el lavado excesivo de manos y la comprobación repetitiva de haber cerrado la puerta.

Los obsesivos-compulsivos pueden tener una obsesión hacia cualquier cosa y no siempre se puede conectar lógicamente la obsesión o el ritual con la preocupación que tiene el paciente. Por ejemplo, una persona preocupada por la inseguridad ciudadana puede generar la compulsión de caminar siempre pegado a pared de la acera porque un buen día lo hizo así y se sintió aliviado.

La psicología profunda (el psicoanálisis) suele buscar la relación subyacente entre compulsión / obsesión y preocupación. Por ejemplo, la compulsión del ama de casa de lavar los platos una y otra vez puede estar relacionada, por un lado, con un miedo a que la familia se intoxique. Por otro lado, esta idea irracional de que la familia se va a intoxicar viene dada por la intención (oculta en el inconsciente) del ama de casa de “librarse” de la familia precisamente por esa vía. La incompatibilidad de esa idea con su ética consciente genera la compulsión citada.

DISTINTAS CONCEPCIONES.

Por definición del DSM-III-R (APA, 1987) “consiste en la presencia de obsesiones o compulsiones repetidas, suficientemente graves como para acusar un intenso malestar, gran pérdida de tiempo, o una interferencia significativa con la rutina habitual del individuo, con su funcionamiento profesional, con sus actividades sociales habituales, o con sus relaciones con los demás.”

Un ejemplo conocido de este trastorno, aunque tal vez no totalmente reflejado al tratarse de una película, es “mejor imposible” dónde Jack Nicholson hace el papel correspondiente al obsesivo-compulsivo.

También el DSM-III-R describe las obsesiones como “ideas, pensamientos, impulsos o imágenes persistentes que se experimentan por lo menos inicialmente como intrusas y sin sentido;... El individuo intenta ignorar o suprimir este tipo de pensamientos o impulsos, o bien trata de neutralizarlos a través de otros pensamientos o acciones. El individuo reconoce que estas obsesiones son producto de su mente y no están impuestas desde fuera.”

Otra definición de obsesión relativamente parecida pero con algunos matices diferentes es la de Dors, f. (1978): “Idea, temor, acto que se presenta repetidamente y es sentido por el individuo como forzado, impuesto contra su voluntad.”

Las compulsiones son definidas como “conductas repetitivas finalistas e intencionadas, que se efectúan como respuesta a una obsesión, de forma estereotipada o de acuerdo con determinadas reglas. La conducta se halla diseñada para neutralizar o impedir el malestar o algún acontecimiento o situación temida. Sin embargo, o bien la actividad no se halla realmente conectada de forma realista con lo que se pretende neutralizar o prevenir, o por lo menos es claramente excesiva. El acto se realiza con una sensación de compulsión subjetiva que, al mismo tiempo, se asocia a un deseo de resistir la compulsión (por lo menos, inicialmente). El individuo reconoce que su conducta es excesiva o irrazonable (esto quizá no deba aplicarse a los niños, ni tampoco a aquella gente cuyas obsesiones se han desarrollado a partir de ideas sobrevaloradas). Reconoce también que no obtiene ningún placer en llevar a cabo tal actividad, aunque le procure un cierto alivio de tensión.”

En Dors encontramos definida compulsión como “fuerza interior que determina y domina el pensamiento y la acción de una persona en contra de su voluntad. El individuo se siente coaccionado. La compulsión puede extenderse a los pensamientos y los sentimientos, a los actos y al impulso a la acción, pero solamente en el grado en que obedecen en condiciones normales a la voluntad consciente y podrían ser elegidos libremente por el yo dentro de ciertos límites. El contenido de la compulsión se caracteriza por sentirlo el sujeto como extraño a sí mismo y, de modo particular inconciliable con el ideal del yo.”

Todas las definiciones van en una línea similar diferenciándose tan sólo en matices. La que damos a continuación de Foa, Stekeete y Ozarow (1985) creemos que es muy acertada sobre todo por la relación funcional entre obsesión y compulsión. Estos autores sugieren “que el síndrome obsesivo compulsivo consiste en una serie de eventos (manifiestos o encubiertos) que generan ansiedad; estos eventos reciben el nombre de obsesiones. Para aliviar la ansiedad producida por las obsesiones se ejecutan una serie de conductas (manifiestas o encubiertas); estas conductas las denominamos compulsiones”.

CAUSAS.


Aún se desconoce la causa del trastorno obsesivo compulsivo, no obstante, las investigaciones indican que es un trastorno neurológico.

Las evidencias sugieren que las personas con este trastorno tienen una deficiencia de un neurotransmisor químico que se encuentra en el cerebro llamado serotonina. El TOC suele ser una característica familiar, lo que sugiere la presencia de un componente genético. Sin embargo, también puede desarrollarse sin antecedentes familiares del trastorno.

Estudios recientes sugieren que las infecciones por estreptococos pueden provocar la aparición del TOC o, en ciertos casos, agravarlo.

SÍNTOMAS.

A continuación se enumeran los síntomas más comunes del trastorno obsesivo compulsivo. Sin embargo, cada adolescente puede experimentarlos de una forma diferente. Los síntomas pueden incluir:

• Preocupación exagerada por la suciedad, los gérmenes o la contaminación

• Dudas reiteradas (por ejemplo, si la puerta está cerrada o no).

• Pensamientos persistentes acerca de la violencia, las heridas, matar a alguien o herirse a sí mismo.

• Períodos excesivos de tiempo tocando cosas, contando, pensando en números y secuencias.

• Preocupación por el orden, la simetría o la exactitud.

• Pensamientos persistentes acerca de actos sexuales repugnantes o la demostración de conductas prohibidas o consideradas tabú.

• Pensamientos preocupantes que están en contra de las propias convicciones religiosas.

• Necesidad extrema por saber o recordar cosas que pueden ser muy triviales.

• Atención excesiva en los detalles.

• Preocupación excesiva de que algo terrible suceda.

• Pensamientos, impulsos o conductas agresivas.

Las conductas compulsivas (los rituales repetitivos que se utilizan para reducir la ansiedad causada por las obsesiones) pueden volverse excesivos, molestos y pueden demandar mucho tiempo e incluso interferir con las actividades diarias y las relaciones interpersonales. Entre algunos ejemplos de conducta compulsiva se pueden incluir los siguientes:

• Lavarse repetidamente las manos (a menudo 100 veces al día o más).

• Controlar y volver a controlar en repetidas oportunidades (por ejemplo, asegurarse de que la puerta esté cerrada con llave).

• Establecer reglas de orden rígidas (por ejemplo, ponerse la ropa en el mismo orden todos los días, guardar las pertenencias en la habitación en un orden muy especial y molestarse si este orden se altera).

• Acumular objetos.

• Contar y volver a contar excesivamente.

• Agrupar o secuenciar objetos.

• Repetir palabras dichas por uno mismo (palilalia) o por otros (ecolalia); formular las mismas preguntas una y otra vez.

• Coprolalia (decir obscenidades continuamente) o copropraxia (hacer gestos obscenos continuamente).

• Repetir sonidos, palabras, números o música para uno mismo.

Los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo pueden parecerse a los de otros cuadros clínicos o problemas psiquiátricos, entre los que se incluye el trastorno de Tourette.
 

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