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                     Cuando se está en plena campaña 
					electoral, da la impresión de que es válido y esperanzador 
					(nunca mejor dicho), hacer propuestas de cualquier tipo con 
					la única finalidad de decirlo. Es el caso de la Sra. 
					Presidenta de la Comunidad de Madrid, muy dada a polemizar 
					sobre temas específicos. 
					 
					En esta ocasión, expuso la dicotomía entre las funciones 
					públicas de “educar” e “instruir”, inclinándose por la 
					segunda, ya que la Sra. Aguirre, como liberal, se decidió 
					por limitar el papel del Estado en la Educación y ceñirlo a 
					la instrucción, para lo cual propone el cambio de nombre del 
					Ministerio de Educación –ella misma lo dirigió en 1996 y 
					1999- por el Ministerio de Instrucción, como se llama en 
					Alemania, por ejemplo, país que acierta con políticas 
					educativas porque “no ha caído en los dogmas igualitaristas 
					de la llamada comprensividad” y lo apuntaló con un dato: su 
					paro juvenil es del 9% y el nuestro del 48%. 
					 
					Recurre la Sra. Aguirre a unas palabras pronunciadas por 
					Condorcet (filósofo, matemático y político francés, 
					1743-1794) en la Asamblea legislativa Francesa, en 1792: “Es 
					preciso que el poder público se limite a regular la 
					instrucción, abandonando a las familias el resto de la 
					educación”. Desde entonces, añadió, “todos los debates 
					serios sobre la educación han pivotado sobre esa 
					dialéctica”. 
					 
					En lo que respecta a los “liberales” sostuvo, “siempre hemos 
					defendido la misión primordial como conductor de la 
					personalidad de los alumnos” ¿Produciría recortes económicos 
					en la educación pública madrileña? Pero, como era de 
					esperar, el Ministro –todavía de Educación-, aprovechó, en 
					un acto de campaña para responder a Aguirre. “El Colegio no 
					es sólo un sitio para la instrucción y la adquisición de 
					conocimientos sin más, ni un lugar para aprender”… la 
					educación en la convivencia, a vivir con otros y a convivir 
					en derechos ciudadanos. 
					 
					Y no desaprovechó la Sra. Aguirre –estamos en elecciones- 
					para llamar a los ciudadanos a elegir entre el modelo del PP, 
					de “calidad de la enseñanza” (LOCE) y el modelo socialista, 
					que aboga por “bajar el listón” y “se preocupa de los 
					sindicatos, los liberados y los chollos, una huelga 
					política”. 
					 
					Conviene recordar los orígenes de nuestro sistema educativo. 
					En 1812, la Constitución de Cádiz, recoge la necesidad de 
					crear un plan de Enseñanza uniforme para todo el reino, 
					estableciendo en todos los pueblos “escuelas de primeras 
					letras”. Ya en 1814, el Diputado Manuel José Quintana 
					elabora un Informe que se redacta en 1821, como Ley, pero 
					como estructura de Sistema Educativo, se distingue entre 
					Instrucción Pública y Privada, y se determina la gratuidad 
					de la Enseñanza. En 1836, aparece en el plan General de 
					Instrucción Pública del Duque de Rivas. En 1845, el Plan 
					Pidal o Plan General de Estudios, antecedente de la futura 
					Ley Moyano, que siendo Ministro de Fomento, da nombre a la 
					Ley de Instrucción Pública, (1857)… 
					 
					Observemos que hasta ese momento todo lo legislado sobre el 
					tema de la enseñanza se refería a “INSTRUCCIÓN”, hasta que 
					aparece en 1970 la Ley General de EDUCACIÓN. Y a partir de 
					aquí, todo lo legislado alude a EDUCACIÓN:  
					 
					• 1985: Ley Orgánica Reguladora del Derecho a la EDUCACIÓN 
					(LODE);  
					 
					• 1990: Ley de Ordenación del Sistema EDUCATIVO (LOGSE);  
					 
					• 2002: Ley Orgánica de Calidad de la EDUCACIÓN (LOCE); 
					 
					• Y en 2005 la ley Orgánica de EDUCACIÓN… 
					 
					Con casi 200 años transcurridos los términos “INSTRUCCIÓN” y 
					“EDUCACIÓN” han ocupado unos espacios dentro de la enseñanza 
					de nuestro país. Y es necesario preguntarse si en algo han 
					variado los objetivos que se han intentado cumplir 
					instruyendo y educando. 
					 
					Desde el punto etimológico de los dos conceptos, instrucción 
					y educación se dan simultáneamente en el proceso de 
					aprendizaje-enseñanza. Si se instruye, también se educa y 
					viceversa. No se puede iniciar un proceso de instrucción sin 
					que aparezca inevitablemente otro educativo. Y, nos estamos 
					refiriendo, especialmente a Infantil y Primaria. Ningún 
					profesional puede obviar la formación educativa. ¿Qué se 
					pretende cuando se establecen unas sesiones de tutorías? ¿Y 
					cuándo se convocan reuniones de padres de alumnos? En las 
					primeras se ponen de relieve normas de conducta, de 
					modificaciones de las mismas… En las segundas, contactos con 
					las familias, donde se ponen de relieve comportamientos 
					colectivos e individuales… 
					 
					Cuando un familiar se acerca al Centro Educativo, no se 
					interesa sólo por el rendimiento académico del escolar; 
					también por su comportamiento (instrucción-educación). En 
					ocasiones, sobre este último aspecto, hasta se atreve a 
					aconsejar al tutor de la aplicación de determinadas 
					“estrategias”. Y no nos remontamos a tiempos muy lejanos, 
					cuando incitaban a los maestros a que, para que sus hijos 
					fuesen mejores, utilizaran castigos físicos. 
					 
					La Administración presiona a los docentes, pero hay que 
					mirar más a la familia y a los problemas de integración del 
					alumnado. Recordemos que con la Ley Moyano se hizo posible 
					la educación Universal, pero entonces estudiaba el que 
					podía, no el que quería. Durante años fue así. La 
					obligatoriedad hasta los 16 años ha propiciado la aparición 
					de objetores escolares, alumnos sin interés y que llegan a 
					desarrollar conductas violentas hacia sus maestros y 
					compañeros. Y luego están los niños con problemas de 
					integración a los que, por falta de medios no se les puede 
					atender adecuadamente. Dos problemas que al final pasan 
					factura en la calidad de la educación… La culpa no es sólo 
					de la ley, ni de la dicotomía de instrucción-educación, sino 
					de la familia y la falta de respeto hacia el profesorado. 
					 
					Esperemos que conozcamos el resultado de las cercanas 
					elecciones, donde todo parece que habrá un gobierno con 
					signo del PP. ¿Tendrá fuerza la Sra. Aguirre para imponer a 
					su partido un modelo liberal? ¿Podrá poner en marcha su 
					partido la denostada Ley de la Calidad de la Enseñanza? 
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