| 
                     Digo. Pues que el régimen marroquí 
					se mire en el espejo español y saque unas conclusiones de lo 
					más didáctico. Les escribo “del tirón”, en las cercanías del 
					céntrico hotel “Balima”, comiendo a uña de caballo, 
					pendiente aún de lavarme los piños y adecentarme un poco 
					antes de “empotrarme” esta tarde con el alcalde de Rabat, 
					Fathallah Oualalou de la USFP (Unión Socialista de Fuerzas 
					Populares), con el que me desplazaré a Temara para asistir 
					al último mitin de la campaña, una campaña electoral plana, 
					un tanto sosa y aburrida al contrario que la de las 
					elecciones de 2007. En mi apretado programa está, según 
					parece, darme un garbeo por “Yussufía”, la llamada 
					“Circunscripción de la Muerte”, en la que el histórico 
					dirigente socialista Driss Lachgar peleará por uno de los 
					tres puestos de diputado para cinco candidatos, entre ellos 
					uno del PAM, otro del Istiqlal y un profesor del partido de 
					la Lámpara, el PJD. La circunscripción de Yusufía es 
					bastante amplia, con 130.000 habitantes y aunque suele 
					pensarse que es de “clase alta” me informan que en ella 
					viven también gentes muy modestas. La USFP no lo tiene fácil 
					y el fracaso de sus compañeros españoles lo llevan como un 
					mal fario, pero hay que reconocer que el partido de La Rosa 
					marroquí se está empleando a fondo, echando el resto. 
					 
					Sin duda el caballo de batalla para el régimen marroquí es 
					la abstención, muy alta en las elecciones de 2007 (superior 
					al 60%), por lo que si hoy se alcanzara oficialmente el 40%, 
					miel sobre hojuelas. En algunos mentideros occidentales, 
					habitualmente bnien informados (o deberían de estarlo) como 
					la embajada de los Estados Unidos, ubicada sobre un soberbio 
					paisaje que alcanza al noreste las aguas del Bou Guegreg y 
					por el sureste llega a la histórica ciudadela de Chella, 
					parece que darían por vencedor a la ensalada esa del “G8”, 
					encabezada por los tecnócratas del RNI (Agrupación Nacional 
					de Independientes), como el conjunto de la prensa 
					“oficialista” que ha hecho estos días una campaña sin 
					descaro alguno por el “G8” políticamente conocido como 
					“Alianza por la Democracia” (en realidad una versión menos 
					descarada que el PAM del ambicioso El Himma), cuando en 
					realidad esta “ensaladilla marroquí” (por diferenciarla de 
					la ensaladilla rusa, más gastronómica) es una vía muerta, 
					con numerosas contradicciones en su seno no conduce a 
					ninguna parte. Y, con el eco aun fresco de la Primavera 
					Árabe, el sufrido pueblo marroquí espera otra cosa, cambios 
					más tangibles y que no sigan estafándole los de siempre. 
					¿Estará ya todo “atado y bien atado”…? La realidad es que el 
					censo electoral se ha adelgazado, haciéndolo más maleable y 
					del mismo faltan sobre 7 millones de marroquíes en edad de 
					votar, sin contar con el engorroso y manipulable “voto por 
					procuración” de varios millones de marroquíes residentes en 
					el extranjero, los famosos MRE que con su sudor y envíos de 
					dinero al país, constituyen la primera aportación de divisas 
					para el Reino de Marruecos. 
					 
					Obviamente no tengo el don de la ubicuidad, por lo que no 
					podré acompañar al fogoso Abdelilah Benkirán en su cierre de 
					campaña en la vecina Salé, previsto para esta tarde a eso de 
					las 19.00. Claro que hoy, día de la votación, será un día 
					largo y sé bien dónde puedo encontrarme tranquilamente con 
					el secretario general de los islamistas parlamentarios 
					marroquíes del PJD. Luce un tibio sol y, a la entrada de la 
					céntrica estación de ferrocarril de “Rabat Ville” centenares 
					de jóvenes diplomados en paro se manifiestan exigiendo 
					trabajo, mientras algunos sectores claman por el boicot 
					electoral. Las fuerzas antidisturbios, ojo avizor desde la 
					esquina del antiguo hotel “Términus”, vigilan expectantes. 
					Visto. 
   |