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					Una reja-persiana, de esas que se cierran horizontalmente a 
					lo ancho del hueco que configura el portón del oscuro acceso 
					de entrada al local, está semi-abierta, o semi-cerrada pero 
					más lo primero que lo segundo porque Julio Carmona la acaba 
					de abrir. 
					 
					Abriendo otra puerta, de una hoja, nos encontramos en el 
					recibidor del local que acoge la Casa de Ceuta en Barcelona, 
					es un vestíbulo adornado con cuadros y estandartes, todos en 
					referencia a la ciudad que representa la entidad, y una 
					escalera de dos tramos conduce hacia la sede social. 
					 
					En el hueco lateral de la mencionada escalera hay un piano 
					vertical vetusto, un no se sabe si carcomido por las 
					polillas (se abrirá una investigación si lo está), un piano 
					de esos que parece un altar del frontispicio de las 
					iglesias, denominado altar mayor y construido a la manera de 
					las iglesias románicas. 
					 
					Delante del piano, algo más alejada, se encuentra una mesita 
					bajita con un cenicero y escoltada por dos sillas que no 
					hacen ascos al piano. 
					 
					Antes de subirse la mencionada escalera, se encuentra uno 
					con otra mesita con estantes bajos donde se desparraman 
					diversos folletos relacionados con la ciudad de Ceuta, 
					folletos turísticos y de otras clases de conceptos 
					propagandísticos… 
					 
					Subiendo la escalera se topa, en el rellano, con sendos 
					cuadros dibujados a tinta china que representan las cuatro 
					culturas de la ciudad norteafricana, escoltados por la 
					bandera de la entidad. 
					 
					Llegados al final del segundo tramo de la escalera se 
					encuentra una doble puerta vidriera y traspasada esta 
					encuentras a un hombre enjuto, serio que saluda con 
					educación y calidez. Es un hombre de pelo entrecano con 
					mirada fija y lento andar, lentos ademanes que le confiere 
					una actitud pacífica y siempre presto a atender solicitudes 
					por raras que fueran. Si hemos mencionado que es enjuto, lo 
					hacemos en relación al adjetivo ‘delgado’, no como aquella 
					anticuada definición de parco y escaso. 
					 
					He conocido a este hombre hace relativamente pocos años, en 
					2005, y me fue presentado como el tesorero de la entidad. 
					 
					No he tenido mucho trato con él, los pocos tratos que hemos 
					tenido han sido jugando al dominó, consultando algunas dudas 
					y pagando los recibos. 
					 
					Ese hombre del que escribo y al que no conozco mucho, en 
					referencia a su historia, es… era Juan Gordillo Mellado y 
					era socio de la casa de Ceuta desde 1990, habiendo entrado 
					en la Junta Directiva, que preside Rafael Corral, en el año 
					2000. 
					 
					Once años machacando papeles, papeles de colores con números 
					y sucios, que pasan por miles de manos y papeles blancos y 
					limpios que ensucia con números y más números llevando las 
					cuentas. 
					 
					Este hombre, con el que he jugado innumerables partidas de 
					dominó sobre la frías planchas de mármol, colocadas sobre 
					soportes metálicos y en cuyos reversos hay leyendas grabadas 
					de historias insondables… éste hombre acaba de dejarnos. 
					Cuando apenas había transcurrido menos de una semana en que 
					habíamos coincidido en los actos del aniversario de la 
					entidad. 
					 
					Jugó su última partida de dominó ante Dios, cuando andaba 
					por los 80 años, en este mes de noviembre, mes de oscuras 
					sensaciones, dejando en esta tierra a su desconsolada esposa 
					Maribel con la que siempre iba, muy unidos, a todas partes y 
					a todos los viajes y… más aún, reía, con sana alegría, 
					cuando Maribel tomaba parte en las chirigotas organizadas 
					por la Casa de Ceuta en Barcelona. 
					 
					Adiós, Juan Gordillo Mellado, siento no haberte conocido más 
					a fondo porque merecías te hiciera una semblanza más extensa 
					y más de acorde con tu personalidad. 
					 
					Descansa en paz, amigo. 
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