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OPINIÓN - VIERNES, 25 DE NOVIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / CRONICAS DE CEUTA EN BARCELONA

Adiós, Juan Gordillo

Por Quim Sarriá


Una reja-persiana, de esas que se cierran horizontalmente a lo ancho del hueco que configura el portón del oscuro acceso de entrada al local, está semi-abierta, o semi-cerrada pero más lo primero que lo segundo porque Julio Carmona la acaba de abrir.

Abriendo otra puerta, de una hoja, nos encontramos en el recibidor del local que acoge la Casa de Ceuta en Barcelona, es un vestíbulo adornado con cuadros y estandartes, todos en referencia a la ciudad que representa la entidad, y una escalera de dos tramos conduce hacia la sede social.

En el hueco lateral de la mencionada escalera hay un piano vertical vetusto, un no se sabe si carcomido por las polillas (se abrirá una investigación si lo está), un piano de esos que parece un altar del frontispicio de las iglesias, denominado altar mayor y construido a la manera de las iglesias románicas.

Delante del piano, algo más alejada, se encuentra una mesita bajita con un cenicero y escoltada por dos sillas que no hacen ascos al piano.

Antes de subirse la mencionada escalera, se encuentra uno con otra mesita con estantes bajos donde se desparraman diversos folletos relacionados con la ciudad de Ceuta, folletos turísticos y de otras clases de conceptos propagandísticos…

Subiendo la escalera se topa, en el rellano, con sendos cuadros dibujados a tinta china que representan las cuatro culturas de la ciudad norteafricana, escoltados por la bandera de la entidad.

Llegados al final del segundo tramo de la escalera se encuentra una doble puerta vidriera y traspasada esta encuentras a un hombre enjuto, serio que saluda con educación y calidez. Es un hombre de pelo entrecano con mirada fija y lento andar, lentos ademanes que le confiere una actitud pacífica y siempre presto a atender solicitudes por raras que fueran. Si hemos mencionado que es enjuto, lo hacemos en relación al adjetivo ‘delgado’, no como aquella anticuada definición de parco y escaso.

He conocido a este hombre hace relativamente pocos años, en 2005, y me fue presentado como el tesorero de la entidad.

No he tenido mucho trato con él, los pocos tratos que hemos tenido han sido jugando al dominó, consultando algunas dudas y pagando los recibos.

Ese hombre del que escribo y al que no conozco mucho, en referencia a su historia, es… era Juan Gordillo Mellado y era socio de la casa de Ceuta desde 1990, habiendo entrado en la Junta Directiva, que preside Rafael Corral, en el año 2000.

Once años machacando papeles, papeles de colores con números y sucios, que pasan por miles de manos y papeles blancos y limpios que ensucia con números y más números llevando las cuentas.

Este hombre, con el que he jugado innumerables partidas de dominó sobre la frías planchas de mármol, colocadas sobre soportes metálicos y en cuyos reversos hay leyendas grabadas de historias insondables… éste hombre acaba de dejarnos. Cuando apenas había transcurrido menos de una semana en que habíamos coincidido en los actos del aniversario de la entidad.

Jugó su última partida de dominó ante Dios, cuando andaba por los 80 años, en este mes de noviembre, mes de oscuras sensaciones, dejando en esta tierra a su desconsolada esposa Maribel con la que siempre iba, muy unidos, a todas partes y a todos los viajes y… más aún, reía, con sana alegría, cuando Maribel tomaba parte en las chirigotas organizadas por la Casa de Ceuta en Barcelona.

Adiós, Juan Gordillo Mellado, siento no haberte conocido más a fondo porque merecías te hiciera una semblanza más extensa y más de acorde con tu personalidad.

Descansa en paz, amigo.
 

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