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					Mirando el teléfono, girando la cabeza hacia atrás, sin 
					ganas de salir, con falta de autoridad, sin control, con 
					incertidumbres, con apatía, con remordimientos, con ganas de 
					morir, con vergüenza, con impotencia, sin deseos, sin 
					protección, sin dinero, con presión, con depresión, con 
					angustia, sin solución, sin fin, con dolor, con humillación, 
					sin ser comprendida, con pesadillas, sin dormir, y con la 
					sentencia de tener que llevar la cruz, esa que a veces gusta 
					tanto, pero que tan machista es como tanta otras cosas, que 
					impide mirar en la dirección de la normalidad, de la 
					respiración, de la tranquilidad y en definitiva, de la vida. 
					 
					Hablamos de violencia de género y hablamos de muertes, de 
					juicios y denuncias, de protección, y de órdenes de 
					alejamiento que sirven, que son necesarias, porque desde la 
					Asociación Búscome defendemos la denuncia como única vía de 
					solución para poner fin a la tortura del maltrato, ¿Pero qué 
					pasa cuando no se atreven a denunciar, cuando denuncian pero 
					les juzgan por hacerlo, cuando denuncian, pero los juicios 
					no cesan, o cuando denuncian pero se acaba la duración de la 
					orden de alejamiento?  
					 
					Juicios que tardan en salir y que debilitan a las mujeres 
					mientras esperan. Juicios que se multiplican por 25, porque 
					el agresor encontrará en las dependencias judiciales la 
					salida para seguir controlando a la víctima. Sentencias 
					ambiguas porque la justicia es incapaz de comprender que en 
					el control está el maltrato. Ordenes que al acabarse, se 
					supone que se acaban con ellas el miedo y el peligro. 
					Menores que tienen que soportar el maltrato y la sinrazón de 
					la administración, que no logra comprender, que lejos de la 
					batalla de si son víctimas o no de la violencia de género, 
					son víctimas de una situación de maltrato. Terapias, 
					custodias y regímenes de visita sellados por la utilización. 
					El maltratador utilizará cualquier medio para controlar, 
					incluso pasando por encima de sus propios hijos e hijas.  
					 
					Valores que se pierden, ideas que no llegan, sentimientos 
					que se escapan, miradas que se nublan, pensamientos que se 
					manchan, escenarios que sangran, abrazos que pincha y sueños 
					que no llegan. 
					 
					Seguir, continuar, no os dejéis parar por el imán del 
					maltrato que está, que se engancha, que se adhiere y que si 
					tiras, algo se lleva. Son muchas las mujeres que al tirar se 
					fueron sus vidas con ellas, a esas mujeres, le hemos 
					fallado. Hemos fracasado, porque mientras haya una sola 
					víctima, no podemos decir que la lucha sea un éxito. 
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