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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE NOVIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

¡Ay, España!
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cada mañana, cuando quedo informado de que la señora Merkel tiene asumido que ella debe meter en cintura a todos los países de la Comunidad Europea, porque sus gobernantes no dejan de ser unos manirrotos, se me viene a la memoria esa frase tan manida como cruel: “La venganza se sirve en plato frío”.

Pues barrunto que la señora Merkel ha sido educada en el recuerdo permanente de la humillación sufrida por los alemanes cuando en el París de 1919, en una Conferencia de Paz, auspiciada por los Cuatro Grandes dirigentes del mundo, no tuvieron el menor empacho en exigirles a los alemanes unas gravosas reparaciones de guerra, para poder poner en pie una Europa en ruinas. Lean el libro de Margaret MacMillan, titulado “París, 1919”, y saquen sus propias consecuencias.

Cada mañana, cuando oigo las noticias y leo los periódicos, el canguelo se apodera de mí, debido a que tengo la impresión de que caminamos irremisiblemente hacia atrás en todos los sentidos; es decir, que a poco que se lo proponga ese Estado invisible del que habla Juan José Millás, estaremos nuevamente viviendo al igual que lo hicimos en los años cuarenta del siglo pasado.

Sí, lo haremos como una sociedad subdesarrollada cuya máxima preocupación consiste en realizar las dos necesidades primarias de que ya hablaba el Arcipreste de Hita –siglo XIV- en su libro del Buen Amor. Estomago y sexo. Estas son las dos aspiraciones fundamentales de los ciudadanos subdesarrollados. Poder comer –exigencia física- y tener mujer al lado –exigencia sexual. Menos mal que ahora no hay necesidad de casarse para retozar en el catre sin ser cliente de casa de lenocinio.

Cada mañana, cuando quedo enterado por los medios de información que los parados son cada vez más y que la tasa de desempleados con la edad en la boca son legión, el corazón se me encoge y el alma se me cae a los pies al pensar en cómo el comer para estas criaturas se convertirá, en menos que canta un gallo, en la suprema felicidad. En un artículo de lujo.

Cada mañana, cuando me cuentan que AM no concede tregua alguna para mitigar la ruina que se está produciendo en millones de hogares, me entran unas ganas locas de acordarme de todos sus muertos. De los de ella y de todos los que forman parte de ese tinglado más que conocido ya como los mercados.

Me imagino que a Mariano Rajoy, en la última conversación mantenida con la señora que se viene arrogando todas las facultades para dirigir los destinos económicos de la Unión Europea, tampoco debieron faltarle ganas de pararle los pies a una alemana que está aprovechándose de las circunstancias para que aprendamos que ser alemán no es moco de pavo. Y que ya tocaba hacernos comprender que si los alemanes quieren acabaremos todos los europeos trabajando como chinos.

Como los chinos va a ser difícil que los españoles laboremos. Pero lo que si va a lograr la dama alemana, si la ruina sigue avanzando firme el ademán, es que los españoles, dados a ser individualistas, egoístas e insolidarios, por nacimiento en país pobre, lo seamos aún más. Lo cual, unido a la indisciplina de la raza, puede ocasionar que la democracia acabe como el rosario de la aurora. De seguir así la cosa, los próximos tiempos serán aptos para trincones, que es lo suyo en tierra pobre. ¡Ay, España! Eres mi dolor de cada mañana.
 

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