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                     Les escribo desde la antigua sede 
					del PJD a las 18.30 marroquíes, hora de Canarias y una más 
					en el resto de España. A mi lado, Abderrahim Baali y su 
					equipo no paran de danzar mientras desde mi antiguo pueblo 
					de Martil, a 10 kms. de Tetuán cara al mar, llegan noticias 
					de enfrentamientos físicos de cierta envergadura entre 
					militantes de la histórica USFP (Unión Socialista de Fuerzas 
					Populares) y los barandas de una de las formaciones 
					impulsadas por la Administración, vamos a decirlo así, el 
					Partido de la Autenticidad y Modernidad (PAM). Retomando 
					fuerzas con un cafelito y queso fresco sobre una calentita 
					torta de pan (¡”saja”!), se comenta que la participación va 
					sobre el 35%, pudiendo alcanzarse a la hora del cierre de 
					los colegios el 40% y poco más… porque más allá de esta 
					cifra la cosa ya olería demasiado, para qué engañarnos. Sin 
					duda la legalidad del proceso electoral está clara, pero en 
					cuanto a su legitimidad… veamos algunos datos: dentro del 
					país hay una amplia horquilla de unos 7 millones de personas 
					en edad de votar que, por las circunstancias que fuere, no 
					están incluidos en el censo electoral. Y en cuanto a los más 
					de 4 millones de marroquíes residentes en el extranjero, los 
					MRE (sobre 1 millón en España), cuyo voto se propició y 
					precipitó para reforzar el referéndum constitucional, 
					resulta que ahora todo son problemas para que los emigrantes 
					puedan votar en éstas elecciones. El voto delegado, la 
					ocurrencia de la “procuración”, no es serio y se siente como 
					una vergüenza. ¿Acaso los emigrantes, fuente principal de 
					divisas para Marruecos, son políticamente ciudadanos de 
					segunda…? Y aun cuando los jueces y “uniformados” (policía y 
					ejército) no puedan votar, el Estado no es ni mucho menos 
					neutral, digo. ¿Y quién gobernará mañana Marruecos… ¿ Remito 
					esta columna, por exigencias de publicación, antes de saber 
					los resultados… En cualquier caso y por el sistema electoral 
					vigente, ningún partido puede alcanzar la mayoría absoluta 
					llegando como máximo al 18%, por lo que aun ganando debe 
					gobernar en coalición. Constitución en mano, de forma 
					calculadamente ambigua el Rey debe nombrar (no está claro si 
					por escaños o por número de votos) al Jefe de Gobierno “en 
					el seno del partido ganador”. Hay tres opciones: Alianza por 
					las Libertades/PAM, Koutla/PJD (sería lo conveniente) o un 
					improbable “gobierno de unidad nacional”. 
					 
					Esta tarde y cuando desde el Hotel Sofitel (antiguo Hilton) 
					después de tomarme un “capuchino” con el ex ministro de 
					Comunicación e hispanista, mi buen amigo el tetuaní Larbi 
					Messari y éste tiene el detalle de acercarme a la sede del 
					Partido de la Justicia y el Desarrollo, convenimos en que 
					aun cuando mucha gente fuera de Marruecos no lo vea en 
					realidad la Monarquía Alauí (con todos los defectos que 
					ustedes quieran) es y sigue siendo la garantía del 
					crecimiento y estabilidad de nuestro vecino país del sur. 
					Matizando, comentaba a Messari que las únicas “alternativas” 
					(muy entrecomilladas) eran impresentables: dictadura militar 
					o república islamista. No hay más cera que la que arde, 
					ustedes mismos. 
					 
					Y no vean el detalle de la corbata, granate y a rayas anchas 
					y finas, a juego sobre mi camisa color amarillo claro. Pues 
					eso, que una amable chica del partido me ofrece con una 
					preciosa sonrisa (no escribo más que todo se lee y no quiero 
					pecar de incorrecto islámicamente hablando) una corbata para 
					que me la ponga sobre la marcha… Supongo que será para las 
					fotos y la fiesta en la nueva sede y porque, mis amigos del 
					PJD, serán barbudos (también lo soy yo) e islamistas (eso 
					no, la verdad), pero desde luego siempre visten de forma muy 
					atildada. Mañana les cuento más, a las buenas noches desde 
					el barrio rabatí de los Naranjos. Visto. 
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