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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE NOVIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Nos deja Antonio Moreno

Por  Jesús Carretero


Ayer por la mañana me llamaban desde el periódico y me lo decían. Me quedé perplejo, porque aunque, desde hacía tiempo, yo sabía que la salud le estaba jugando malas pasadas, no creí que nos fuera a dejar ahora.

Hacía varios meses que yo no lo veía, creo que no lo había vuelto a ver, desde que regresé, en septiembre, de mis vacaciones, y eso me hace quedarme con el recuerdo de Antonio Moreno, un poco tocado, pero siendo él mismo, el que había sido siempre, amable, agradable para con sus amigos, yo lo era, y un hombre sin dobleces de ningún tipo.

Todo un colegiado


No sé si habrá sido el mejor árbitro de Ceuta, porque no llegó a estar en primera división, pero para mí sí fue el número uno, aunque creo que no supo moverse en los despachos o no tuvo quien se moviera por él para que le hubieran nombrado como uno más de los de arriba.

No militó, pues, en la primera división pero categoría tuvo por arrobas, para haber estado ahí, durante muchos años.

Con todo, en todos los árbitros de aquella época, de la suya, el nombre de Antonio Moreno no pasaba desapercibido, por su preparación, la personalidad que tenía y la clase que mostraba en el terreno de juego.

Su punto débil, sólo uno, no haber sido un hombre que dijera a todo SI, y eso es lo que hizo que Pepe Plaza lo descendiera a tercera división, cuando ese año había hecho méritos suficientes y sobrados, para haber ascendido de categoría.

Naturalmente, Antonio Moreno, en aquel instante y ante tal injusticia, decidió colgar el silbato y ya no volvió a pitar, algo que se perdió por parte del arbitraje y muy concretamente por el arbitraje de Ceuta.

Un partido en Getafe


En varias ocasiones se lo oí contar a mi apreciado Paco Valencia, que en paz descanse, y es que a Antonio Moreno le asignaron un partido en el campo del Getafe en la segunda división.

Me decía Paco Valencia que fue uno de esos encuentros complicados de los que salen muchas veces, sin que ni un equipo, ni el otro, dieran facilidades al árbitro, con lo que ahí apareció el buen árbitro, Antonio Moreno, dando un auténtico recital de buen arbitraje, desde los mismos comienzos, hasta el pitido final.

Un partido que a otro se le habría ido de las manos, pero que a Antonio Moreno le sirvió, para a las mismas puertas de Madrid salir aplaudido por todo el público.

Según iban saliendo del terreno de juego, Paco Valencia le dijo:”No vayas tan rápido que nos están aplaudiendo, hay que saber vivir esto”, y el propio Antonio le respondió:” Tú no te preocupes que de esto vamos a tener muchos días”.

Estaba claro, él sabía que dominaba la situación. Sabía donde estaba, sin más.

Delegado del Ceuta


Un hombre del fútbol y de fútbol, como era él, no podía ser desaprovechado por el primer equipo de la ciudad y Antonio Moreno colaboró con la Agrupación Deportiva Ceuta, yendo como delegado del equipo en muchas ocasiones, cosa que siempre favoreció al equipo ceutí, porque cualquiera de los árbitros que le tenía que pitar, de los buenos o de los peores, sabía que observándole, también, en el banquillo, había alguien que conocía perfectamente de qué iba el invento.

En los años 93, 94, 95 y 96 del pasado siglo, hice muchos viajes fuera de Ceuta con Antonio Moreno y el Ceuta, y puedo decir, porque lo viví, que con él tenías abiertas las puertas de todos los clubes que visitabas.

No se le ha aprovechado


Y donde no se ha querido, no se ha podido o no se ha sabido aprovechar a Antonio Moreno, ha sido en el Colegio de Árbitros, ni siquiera en estos momentos en los que el arbitraje, en Ceuta, está bajo mínimos.

Es imperdonable que por ese colegio, con cargos importantes, hayan pasado ciertas personas y que jamás haya habido un sitio digno, para Antonio Moreno.

Es posible que su sombra, alargada, hiciera temblar a más de uno y por eso se le tuvo siempre alejado.

Los que fuimos amigos de Antonio Moreno, hoy más que nunca tenemos que decir que se fue un gran árbitro y una gran persona, que sabía vivir la vida en cada momento. Él no era un “ñoño”, él fue todo un señor del arbitraje.
 

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