| 
                     
					 
					Como es lógico, la interpretación de los resultados 
					electorales depende mucho de los intereses de cada cual. Por 
					eso conviene que cada cual tenga cuidado con sus decisiones, 
					no vaya a leer y analizar los datos según los intereses de 
					otro. Después de la mayoría absolutísima del PP, la cúpula 
					empresarial, los especuladores consultados y los líderes del 
					neoliberalismo europeo se dan prisa en pedirle a Mariano 
					Rajoy que utilice su fuerte respaldo en las urnas para 
					imponer reformas inmediatas. El masivo apoyo y sus 186 
					diputados suponen algo así como un cheque en blanco para 
					acelerar las renuncias estatales, los recortes y los cambios 
					en la legislación laboral que exigen los mercados. 
					 
					Como los españoles han votado una opción neoliberal, parece 
					que van a arrimar el hombro y a asumir con su 
					empobrecimiento gustoso este tipo de medidas. Esa es una 
					interpretación. Pero también son posibles otras. Mis 
					humildes ojos, por ejemplo, no están dispuestos a leer e 
					interpretar los resultados de acuerdo con los intereses de 
					la banca. Tampoco estoy dispuesto a utilizar el nombre de 
					España o de Europa para olvidarme de la diferencia real que 
					existe entre la mayoría de los ciudadanos y las apetencias 
					de los grandes protagonistas de la economía especulativa. 
					¿Para qué piden mi apoyo? 
					 
					Es verdad que el PP ha obtenido 186 diputados. No es verdad 
					que haya conseguido un apoyo masivo, ni siquiera 
					mayoritario, de los españoles. En unas elecciones en las que 
					ha participado el 71,69 % del censo electoral, la 
					candidatura de Mariano Rajoy ha obtenido el 44,62 %. Eso 
					significa que, si dejamos a un lado la hojarasca de una 
					ingeniería electoral manipuladora, de los 34.301.332 votos 
					posibles, el PP ha conseguido 10.830.639, muchos votos, pero 
					desde luego no una mayoría absoluta o un respaldo masivo. En 
					realidad, le faltan casi un millón de votos para conseguir 
					un tercio de las simpatías del electorado español. En otras 
					palabras, casi un 70% de los españoles han preferido por 
					diversos motivos no apoyar al PP. 
					 
					Les doy el latazo con estos datos para justificar mis 
					preocupaciones. Puede parecer una locura afirmar, después de 
					los gritos de victoria absoluta conseguida por el PP, que 
					uno de los peligros más graves que tiene hoy España es el 
					definitivo descrédito de la política y la democracia. No sé 
					si con menos de un tercio del voto real tiene mucho sentido 
					insistir en el papel todopoderoso de un Gobierno fuerte para 
					tomar cualquier tipo de medidas. Su crédito, desde luego, no 
					va a sustentarse en la confianza ciega de los ciudadanos. 
					Será difícil que la gente trague con ruedas de molino por 
					amor a su patria y a su presidente. Supongo que los poderes 
					reales, en esta situación, no están preocupados por 
					convencer, sino por derrotar a la gente en la calle. 
					 
					Las medidas que tomará el PP en nombre de este falso 
					respaldo masivo abrirán todavía más la brecha entre la 
					España oficial y la España real. El desprestigio de la 
					política se multiplicará en la medida en que se empobrezca 
					la vida de los ciudadanos. Y las declaraciones 
					gubernamentales estarán cada vez más lejos de la experiencia 
					concreta de las personas. Muchos pescadores y pescadoras 
					populistas querrán sacar partido demagógico en este río 
					revuelto, deteriorando el verdadero debate político de 
					nuestra democracia. Cuidado con los rencores. 
					 
					Es bueno tenerlo en cuenta porque se abre ahora en los 
					partidos y en los sindicatos un tiempo de debate. Congresos, 
					asambleas, direcciones, comités y conciliábulos deberán 
					meditar tácticas y estrategias. Lo que de verdad está en 
					juego en cada organización es decidir si sólo se trata de 
					recolocarse en el ámbito de la España oficial o si se 
					prefiere abrir cauces políticos de futuro con la España 
					real. Mientras la brecha se abre, será necesario elegir 
					bando. Para recolocarse, bastará con una farsa que mantenga 
					los dominios y repartos establecidos. Para apostar por la 
					España real, será necesario cambiar las políticas, las 
					actitudes y hasta los rostros. Las interpretaciones de los 
					resultados electorales tendrán resultados políticos como ya 
					lo han tenido las malas interpretaciones de las encuestas. 
					Desempolvar a Felipe González ha sido uno de los mayores 
					errores del PSOE. No sé si les conviene seguir 
					desempolvando. 
   |