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OPINIÓN - JUEVES, 1 DE DICIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / ANALISIS

Unos Presupuestos realistas y viables
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Es cierto que el Gobierno había asumido el firme compromiso de aprobar los Presupuestos antes de que finalizara el año 2011, de hecho el debate sobre los mismos va a fijarse entre los días 28 y 29 del próximo mes de diciembre. Y pese al optimismo y la satisfacción que irradiaba en su comparecencia el Consejero de Hacienda Francisco Márquez, ello no es obstáculo para considerar y tener en cuenta la excepcional dificultad que entraña el redactar unos Presupuestos y conseguir el dictamen favorable del Consejo Económico y Social (con el voto en contra de CCOO como no podía ser de otra manera) cuando los Presupuestos Generales del Estado para el año 2012 no van a aprobarse por parte del Gobierno del Partido Popular hasta febrero o marzo del próximo año.

De ahí que el Consejero haya destacado que se trata de unos Presupuestos dinámicos en el sentido de que pueden estar sujetos a modificaciones dependiendo de los del Estado. Pero, a preguntas de este periódico sobre si no hubiera sido más conveniente posponer su aprobación y debate haciéndolos depender de los Presupuestos Generales, Francisco Márquez alegó que el Gobierno cumple con sus compromisos y que ya había acordado la aprobación, pese a encontrarnos en la situación de precariedad que implica el estar en pleno momento de cambio político. Tal seguridad puede interpretarse en clave de convicción sobre los recortes y la racionalización del gasto que ya lleva meses realizándose en esta Ciudad Autónoma para cumplir con las promesas electorales asumidas en las anteriores elecciones y esta política de gestión ha merecido que el Consejo Económico y Social haya animado a mantener idéntica línea, por los buenos resultados obtenidos. Algo que se materializa con claridad al haberse cerrado los anteriores sin déficit, lo que denota un buen equilibrio presupuestario.

No obstante el alarde de ingeniería financiera que son estos cuadriculados Presupuestos y la mención a la disminución de un 25% en nóminas de altos cargos, la congelación de los sueldos y una serie de medidas de ahorro y de austeridad que tienen resultados claramente positivos porque implican un mejor aprovechamiento de los recursos existentes, lo cierto es que seguimos dependiendo en gran parte de las transferencias del Gobierno Central, que auguramos sumamente generosas ya que en el programa electoral del Partido Popular que es “real y transparente” sin programas ocultos ni segundas partes escondidas, en esa densa condensación de proyectos y propuestas, tan sólo aparecen claramente nombradas dos ciudades: Ceuta y Melilla que, por sus circunstancias, peculiaridades, carácter y profundo significado, no es que vayan a recibir un trato favorable con respecto a las restantes Autonomías, sino que van a verse sin duda y como así lo ha asegurado Mariano Rajoy, compensadas e incentivadas para que las diferencias que vivimos no supongan ningún tipo de menoscabo ni desigualdad con el resto de España. Lógica la política de justa compensación.

Y ello nos lleva a considerar que si se han realizado recortes en conceptos que repercuten directamente sobre la calidad de vida del contribuyentes, pero no así se han recortado las partidas destinadas a políticas sociales, educativas y de menores que se han incrementado en un 4%, cuando comiencen las transferencias de las distintas Administraciones, la Ciudad ha de verse compensada, ya que no hay que obviar en ningún momento que los recortes del PSOE que ha venido sufriendo Ceuta y que se han tenido que paliar con fondos de la Ciudad, en asuntos cuyas competencias no han sido transferidas, han constituido un gasto ingente al que el Gobierno ceutí ha tenido que hacer frente por sentido de la responsabilidad y para que esos recortes no repercutieran en los servicios.

Loable el esfuerzo por mantener atención y prestaciones por la cohesión social, por mucho que se haya recortado y segado en el importante capitulo de gastos de personal con un recorte del 12%, eliminación de las horas extraordinarias y congelación de las plantillas, al tiempo que el Presupuesto ampara la consolidación de las consignaciones para servicios públicos dentro de una política de austeridad y ahorro. Que, por supuesto, no significa que no existan importante proyectos de inversiones públicas como el del campus universitarios, más dotaciones en barriadas, el esperado parque se Santa Catalina que será un nuevo pulmón verde para Ceuta, la necesaria renovación de los mercados que demanda la ciudadanía, el enlace de Hadu con la Avenida de España y un conjunto de planes que demuestran que, pese a la crisis, una buena gestión de recursos posibilita a que la ciudad siga creciendo y mejorando, con lo que se da respuesta a las expectativas de la ciudadanía que no admite el estancamiento en las inversiones y que demanda una continuada evolución de Ceuta. Lógico el que los Presupuestos respondan a las aspiraciones de todos los ceutíes al ser responsables con los ciudadanos y estar al servicio de todos, siempre buscando las 3C: calidad, cohesión y compromiso y todo ello sin el mínimo incremento de impuestos ni de tasas.

Así mismo interesante la exposición sobre la búsqueda de recursos de financiación, que resultó algo apresurada ya que es de por sí un tema del suficiente interés y con magnitud bastante como para motivar una comparecencia específica, sobre todo en lo relativo a la puesta en valor del patrimonio de la ciudad. Y en lo referente al plan de inversiones se apuesta por la certeza de la financiación sustentada en un trabajo previo y exhaustivo con las entidades financieras, incentivando así mismo las inversiones privadas. Se trata de mantener el engranaje financiero bien engrasado y en movimiento para que sea productivo, de llevar una política de racionalización estricta y de austeridad sin que implique la destrucción de un sólo puesto de trabajo sino el mejor aprovechamiento del material humano y sentir la satisfacción de un trabajo bien hecho al haber materializado unos Presupuestos que tienen todas las probabilidades de verse firmemente sustentados y reforzados en los futuros Presupuestos Generales del Estado. ¿Una frase que resuma y concretice el análisis de esta comparecencia? La hay: lo que tenemos es bueno, pero lo mejor está por venir.
 

Colaboración vecinal versus vandalismo


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Uno de los escasos extremos salvables de la ridícula Ley del Menor es el que atañe a la responsabilidad civil, es decir, al dinero que las familias de los menores delincuentes han de pagar para reparar, al menos en parte, los hechos delictivos llevados a cabo por sus hijos. En toda España, si los padres no pagan se les embargan hasta los electrodomésticos y cuando unos padres se ven seriamente perjudicados por las conductas de sus hijos, la vigilancia sobre las actividades de esos hijos se incrementa y así los delincuentes reciben un castigo legal y otro por parte de sus propias familias.

Lo más nocivo que existe para la seguridad ciudadana es que los delincuentes actúen con una sensación de impunidad, con una especie de seguridad de que no van a ser castigados, ni sus actos tendrán consecuencias desagradables. Y esta reflexión tiene como fundamento los destrozos que han sufrido los garajes de Loma Colmenar por parte de un grupo de jóvenes delincuentes que aún no han sido detenidos, tal vez porque los vecinos no fueron lo bastante rápidos como para avisar a la Policía en el preciso instante de advertir su presencia. A veces, de forma equivocada, cuando se utiliza la palabra “vandalismo” parece estar haciéndose referencia a las acciones de gamberros incívicos, gran error, ya que no se trata de “gamberradas” sino de un delito de daños de los apartados 1º y 2º del artículo 263 del Código Penal: Apartado 1º El que causare daños en propiedad ajena no comprendidos en otros títulos de este Código será castigado con la pena de multa de seis a 24 meses, atendidas la condición económica de la víctima y la cuantía del daño si éste excediera de 400 euros. 2º Será castigado con la pena de prisión de uno a tres años y multa de doce a veinticuatro meses el que causare daños expresados en el apartado anterior, si concurren algunos de los requisitos siguientes (sic) 4º Que afecten a bienes de dominio público o comunal. 5ºQue arruinen al perjudicado o se le coloque en grave situación económica.

Los vecinos de Loma Colmenar son víctimas de un delito continuado de daños, porque estos actos vandálicos se repiten y el coste de las reparaciones sobrepasa los 4.000 euros y probablemente los pandilleros que están llevando a cabo estos ataques contra los bienes serán reincidentes, por lo que su detención y puesta a disposición del Juzgado de Menores podría suponer una pena de internamiento, más la responsabilidad civil a satisfacer por parte de los padres.

Y es significativo el que el Presidente de la Asociación de Vecinos de Loma Colmenar haya manifestado textualmente “incluso el otro día, de madrugada hubo que echar del garaje a diez personas” sin especificar si se trataba de los mismos pandilleros de 13 a 15 años a los que tuvieron que “echar”. Fallo. No se trata de “echar” sino de avisar al 091 o 092 y denunciar para que les detengan y les imputen. Con el agravante de que si quienes se encontraban “de madrugada” destrozando los garajes fueran menores de edad el Juzgado debería llamar a declarar a los padres y actuar los asistentes sociales para determinar si están fallando el cuidado y la atención así como las normas mínimas de civismo, porque existen quienes no se encuentran capacitados para educar a sus hijos y en esos casos ha de intervenir la Administración por el bien de los menores.

Como resulta evidente que la ciudad no puede vigilarse a fuerza de situar un policía en cada esquina y aquí no existe la conducta muy común en otros lugares de contratar seguridad privada y atendiendo los altos precios de ese tipo de vigilancia, una de las soluciones sería la instalación de cámaras en diversos sectores de la ciudad, prioritariamente en las zonas de actuación de los delincuentes para facilitar las labores de identificación y detención.

Lo que no es de recibo es que los “profesionales de la buena conciencia” se pasen el tiempo “clamando al cielo” y solicitando instalaciones y equipamientos, parques infantiles y jardines y luego guarden silencio ante el destrozo sistemático de esos lugares, sin exigir que sobre los culpables caiga el peso de la ley. Pero, mientras se decide sobre el derecho de los ciudadanos a tener sus calles vigiladas por cámaras que además resultan disuasorias para quienes van a delinquir, lo que disminuye las conductas criminales, lo que se impone como necesidad básica, es tomar conciencia de que la colaboración ciudadana, aquí como en el resto de España, resulta indispensable para erradicar la delincuencia. Y quienes de la forma que prefieran, incluso con una llamada anónima cooperan con las fuerzas policiales para “sacar de las calles” a determinados elementos, de manera que las aceras vuelvan a ser “tomadas” por los ciudadanos honrados, están prestando un meritorio servicio a la sociedad.

Ni complicidad ni complacencia y mucho menos patentes de corso a la hora de perseguir los delitos y esperamos que sobre ello diserte, decida y actúe largo y tendido el próximo Delegado de Gobierno con quien rogamos a Dios que finalice la “política de maricomplejines” porque personalmente he presenciado cómo unos energúmenos se abalanzaban a empellones contra la Policía (resistencia y atentado con pena aparejada de prisión, en cualquier lugar, no de España sino de Europa) y los mismos tiparracos se iban tranquilamente para sus casas lanzando insultos y sin que nadie les tosiera. ¿Fecha? La noche del día de Ceuta en el Paseo del Revellín. Eso pasaba “entonces” pero aquel entonces no es “ahora” y mucho menos va a ser mañana. La ley a todos alcanza y aplicando el artículo 14 de la Constitución alcanza a todos por igual. Lo esencial para no defraudar las expectativas de la ciudadanía que ha votado por el cambio es que todo cambie y que lo que ayer se pasaba por alto con una especie de amarga resignación, mañana reciba la respuesta penal que merece.

No se puede suspirar y mover la cabeza cuando unos pandilleros están destrozando Loma Colmenar, cómo “si no hubiera más remedio que aguantarlo porque así está la cosa” porque “la cosa” ha cambiado y ya no sirven ni lamentos ni críticas sino detenciones, para comenzar a sentir que, realmente hemos elegido el cambio y que, desde el principio, no nos van a fallar.
 

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