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cultura - DOMINGO, 4 DE DICIEMBRE DE 2011


LOS CAMERINOS. fidel raso.

AUDITORIO
 

Entre bambalinas

Varios ciudadanos han conocido esta
semana, de la mano de Gabriel Fernández,
las entrañas del Complejo Cultural de la Manzana del Revellín; entre ellos, un grupo
de vecinos de Príncipe Alfonso, una visita
que realizaron el miércoles y en la que El PUEBLO les acompañó
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Se abre el telón y están ya preparadas, e impacientes, las musas de las Artes. Con motivo de la entrega de la decimocuarta edición del Premio de las Artes y la Cultura, la Consejería de Educación, Cultura y Mujer ha organizado durante toda esta semana visitas para conocer las entrañas del Complejo Cultural de la Manzana del Revellín.

EL PUEBLO acompañó en una de estas a los participantes. Fue el miércoles, cuando unas cuarenta personas procedentes del Polifuncional del Príncipe Alfonso, acompañadas de cuatro técnicos de Animación Sociocultural de programa de Inclusión Social de los Servicios Sociales de la Ciudad Autónoma, recorrieron el Auditorio dejándose sorprender por los grandes avances e instalaciones del complejo cultural, pero también por los pequeños detalles. Como por ejemplo, que los enchufes de los camerinos sean “al estilo portugués” porque los eligió el arquitecto que lo diseño, Álvaro Siza. Así lo explicaba el monitor de la actividad, Gabriel Fernández Ahumada, quien enseñó a su público cada secreto del teatro.

De espectadores pasaron a implicados, a protagonistas de un mágico recorrido que comenzó con un salto al escenario. Una vez arriba, y tras comprobar como las maquinistas controlaban cada movimiento en el teatro, se dejaron guiar hacia el interior. “¡Pero qué grande es!”, comentaban los asistentes, quienes no pararon de hacerse fotografías en cada rincón del auditorio durante toda la visita.

Pequeños detalles

Un aparcamiento para 184 plazas; un cortafuegos de 37 toneladas de peso; una madera que aún debe ensancharse para encontrar su lugar; una concha acústica que, para estrenarse en su conjunto, espera el espectáculo idóneo; ordenadores que dirigen hasta el último movimiento de lo que pasa sobre el escenario, pero también detrás de este; cuartos de baño preparados para los nervios del último minuto; salas de reflexión y de repaso; altavoces para saber por qué momento va la función; camerinos aún pendientes de llenar de vida, y un sinfín de detalles que han conocido, de primera mano, los asistentes a estas visitas.

Un encuentro cultural de casi una hora que, además, comenzaba con la exposición que se ha instalado a la entrada del teatro, ‘Revellín, historia de un espacio’, la cual recoge, en 125 imágenes, los momentos más emblemáticos del Auditorio en los poco más de nueve meses que lleva abierto.
 

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