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                     ¿Otra “Al Massira Jadra” en 
					ciernes, por decírselo en “arabía”…? Porque a tenor de lo 
					que estoy leyendo estos días en algunos medios españoles, 
					incluidos dos en la Ciudad Querida, eso es lo que parece. 
					Como siempre procuro explicar a mis amigos marroquíes, con 
					el talante didáctico oportuno, que para la amplia mayoría de 
					los españoles tres son los frentes que conformarían el 
					llamémosle “riesgo marroquí”: por un lado la amenaza 
					territorial (de momento sobre Ceuta, Melilla y las Islas, a 
					Canarias ya le llegará el turno), por otro la infiltración 
					del islamismo extremista (representada por un lado por 
					corrientes salafistas, cobertura ideológica del terrorismo 
					yihadista y por otro por asociaciones presuntamente 
					pietistas como el Tabligh, ésta transnacional o marroquíes 
					como Justicia y Espiritualidad, firmemente establecidas en 
					casi todo el territorio nacional) y finalmente el terrorismo 
					de matriz islamista, también denominado por algunos autores 
					“terrorismo yihadista” o “terrorismo global”. A todo ello 
					habría que añadirle la emigración clandestina (en España, 
					pese a la generosidad de las dos regularizaciones 
					administrativas, sigue habiendo una bolsa de más de 
					doscientos mil marroquíes en situación ilegal) y el 
					lucrativo tráfico de hachís (en “arabía” hashish o hashisha, 
					“hierba” o “hierba seca”), que sigue lucrando a bandas 
					mafiosas de las dos orillas y cuyos tentáculos, en el propio 
					Marruecos, llegan… ¿hasta dónde?. 
					 
					Particularmente sensible ha sido la reacción en Ceuta ante 
					el notable triunfo del PJD en la limítrofe región del norte 
					(ocho diputados en total, dos de ellos en Tetuán y uno en 
					Castillejos), así como por la gran cosecha de votos obtenida 
					(en la circunscripción urbana de Tánger, el grupo liderado 
					por el economista Najib Boulif consiguió más del 70%), lo 
					que llevó los pasados 26 y 27 a dos medios de la Ciudad 
					Autónoma, siguiendo a “El País”, a señalar que “el PJD, afín 
					a la reivindicación de Ceuta”, llevaría esta cuestión al 
					“Comité de Descolonización de las Naciones Unidas”, pues 
					“está escrito en su programa”. Obviamente no se trata de 
					minimizar el asunto, pero entiendo que conviene matizar: 
					ayer sábado el responsable de las relaciones con España y 
					América Latina de la Comisión de Exteriores del PJD, Mohamed 
					Belhasen, le confiaba a este escribano del “limes” lo ya 
					sabido, que en el punto 155 del programa del partido de La 
					Lámpara se habla, efectivamente, de “abrir con España una 
					vía de diálogo sobre Ceuta y Melilla y presentar una 
					proposición en la Comisión de Descolonización de las 
					Naciones Unidas”, “lo de siempre” añade Belhasen, “pues es 
					obvio que todas las formaciones políticas de mi país, como 
					bien sabes, asumen la tradicional reivindicación marroquí 
					sobre ambas ciudades, es lo oficial”. Les diré más: el 
					martes pasado en Rabat el mismo Saad Eddine El Othmani, 
					Presidente del Consejo Nacional del partido y máximo 
					responsable de la Comisión de Exteriores del mismo, me 
					explicaba que “es intención del PJD mejorar y profundizar 
					las relaciones con España”, “debemos partir de cero con el 
					Partido Popular” y, en cuanto a Ceuta y Melilla, “hay que 
					seguir dialogando”, “no es éste un problema que deba 
					interponerse entre ambos pueblos”. ¿Una inminente “Marcha 
					Verde” pues sobre Ceuta, como se está rumoreando en la 
					Ciudad…? Al día de hoy no se vislumbra en el horizonte y una 
					eventual elevación del dossier a las Naciones Unidas, si 
					quieren saber mi opinión, es lo que durante ¡diez años ya! 
					suelo sugerir a los activistas marroquíes cuando se 
					concentran a las puertas de la frontera de ambas Ciudades 
					Autónomas: “dejaros de gritar y, si tenéis algún problema de 
					vecindad, acudir a la sede de la ONU”. Porque, se lo digo o 
					se lo cuento, Gibraltar (como el Sáhara Occidental, las 
					Provincias del Sur para nuestros vecinos) son territorios 
					internacionalmente sujetos a descolonización, lo que no 
					ocurre con Ceuta o su prima-hermana Melilla. Más aun: en 
					febrero de 1975 Hassan II llevó el asunto al Comité de 
					Descolonización de la ONU, obteniendo un notable rechazo y 
					el consiguiente varapalo diplomático. En cuanto a la 
					posición del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) 
					sobre el terrorismo de matriz islamista (“yihadista” si 
					prefieren la expresión), ésta es rotundamente inequívoca y 
					de frontal rechazo: recuerdo perfectamente el viaje, entre 
					finales de mayo y primeros de junio del 2005, de la plana 
					mayor del PJD a España (El Othmani, Lahcen Daoudi, Reda Ben 
					Khaldoun…), su encuentro con las asociaciones de víctimas 
					del terrorismo (la AVT y la de Pilar Manjón) y la gira a la 
					Chopera de El Retiro, en la capital de España, donde El 
					Othmani (por entonces secretario general del PJD) tuvo unas 
					sinceras y emocionadas palabras (yo estaba allí y si la cara 
					es el espejo del alma, la de El Othmani era un poema) para 
					las víctimas de la masacre del 11-M, brutal atentado sobre 
					el que aún se desconocen muchas cosas, entre otras su 
					autoría intelectual, digo. 
					 
					El inefable ensayista Edouard Moha, alias Ahmed Rachid, 
					nacido Reguibi Mohamed, saharaui de la tribu de los Uled 
					Taleb y militante pro marroquí al menos desde 1973 (año en 
					el que huye de Argel), en su tendencioso libro sobre “Las 
					relaciones hispano-marroquíes” pulcramente editado en 1992 
					por la editorial malagueña Algazara, después de mezclar como 
					es habitual churras con merinas y tras el “nihil obstat” de 
					la autoridad rabatí correspondiente, despacha la 
					reivindicación marroquí sobre Ceuta y Melilla con esta 
					parrafada hábilmente capciosa mientras tiende zorrunamente 
					la mano: “Está claro, en efecto, que la ocupación británica 
					de Gibraltar (desde 1974) es asimismo inaceptable, como la 
					de los Presidios (sic) y que existe una especie de lazos 
					entre los dos asuntos. Impaciente por establecer buenas 
					relaciones con España, Marruecos ha aceptado no precipitar 
					las cosas y no hacer de esta cuestión un tema de crisis 
					abierta, pero eso no significa, por supuesto, que renuncia a 
					sus derechos legítimos. Marruecos cuenta con la sabiduría de 
					España para que este problema encuentre una solución 
					conforme al interés de los dos países y que con el tiempo 
					todas las opiniones queden abiertas” (pág. 147). Edouard 
					Moha, militante entregado a la causa y generosamente 
					engrasado por Marruecos, que en estos asuntos no repara en 
					gastos, deja en el tintero un aspecto esencial del problema 
					y es que, como adelanté más arriba, Gibraltar está sujeto a 
					descolonización mientras que Ceuta y Melilla no están 
					internacionalmente cuestionadas. Más aun: en los últimos 
					siglos el Estado marroquí, con la firma de diferentes 
					sultanes alauís (por tanto de la misma Dinastía del actual 
					monarca, el joven soberano Mohamed VI), ha ratificado desde 
					el 28 de mayo de 1767 y hasta el Acuerdo de 16 de enero de 
					1919, sin olvidarnos del Acta de Algeciras, doce convenios y 
					tratados bilaterales en los que se reconoce, implícita y 
					explícitamente, la soberanía española sobre Ceuta y Melilla, 
					por lo que parece legítimo y pertinente interrogarse sobre 
					las garantías jurídicas internacionales que ofrece 
					Marruecos, en cuanto Estado y en cuanto Reino, asunto nada 
					baladí pues si los tratados internacionales fueran agua 
					mojada, ¿para qué sirven…?. Con otro importante añadido de 
					actualidad: me consta que en la Escuela Superior de Guerra 
					de las FAR (Fuerzas Armadas Reales), en Kenitra, han 
					evaluado los bombardeos “extraterritoriales” de la OTAN en 
					Libia contra el caído régimen de Gadafi y, extrapolando los 
					datos, han llegado a la lógica conclusión de que tras los 
					mismos se abre la posibilidad de la intervención de la OTAN 
					en otros lugares del Magreb, dando por ejemplo cobertura si 
					fuera menester a Melilla y Ceuta, dos ciudades frontera sur 
					de Europa y a cuyas puertas, tras cruzar las fronteras de 
					Beni Anzar y El Tarajal, ondean visiblemente las banderas de 
					España y de la Unión Europea. Visto. 
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