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                     El triunfo electoral del PP, 
					genera dentro de la comunidad educativa, unos enormes deseos 
					de recuperación de la denostada Ley denominada LOCE, de 
					escasa supervivencia. 
					 
					En el PP se considera – con toda razón- que una de las 
					principales causas del alto fracaso escolar y del bajo 
					rendimiento, detectado en las pruebas internacionales, es la 
					falta de vertebración de nuestro S.E. al estar asentado 
					sobre una base debilitada, endeble, de la que se desgajan 17 
					modelos diferentes, a veces, incluso excluyentes. 
					 
					El futuro Gobierno intentará recuperar algo de cohesión 
					territorial, entre otras cosas, en las enseñanzas que 
					reciben los alumnos en el aula para garantizar unos mínimos 
					comunes en todas las escuelas, independientemente de la 
					Comunidad que la gestione. 
					 
					La LOE, del Gobierno socialista, establece que el Estado 
					fijará unas enseñanzas mínimas, que alcanzarán el 65% de los 
					currículos escolares y, que las Administraciones 
					Autonómicas, diseñarán el 35%, porcentaje que aumenta al 45% 
					en el caso de las Comunidades con Lengua cooficial. Así lo 
					fijaba también la LOGSE y el PP lo mantuvo en su ley 
					educativa de 2002, que repetimos, no llegó a aplicarse en su 
					totalidad, ya que la derogó el PSOE, en 2004. 
					 
					Al parecer –ligera apreciación- no van a cambiar los 
					porcentajes, pero dentro de las enseñanzas mínimas, que son 
					competencias del Estado, se garantizará que haya contenidos 
					comunes en toda España. 
					 
					Lo que se hará será concretar los contenidos que deben 
					impartirse en el aula, mucho más de lo que hace la 
					legislación actual: autores, períodos, obras… lo que 
					implicaría, de momento, rehacer los reales decretos de 
					Enseñanzas Mínimas de Primaria, Secundaria y Bachillerato. 
					 
					Recientemente, unos días antes de que el PP ganase las 
					elecciones, la Secretaria de Políticas de Igualdad y 
					Educación, puso de manifiesto que “hacen falta fijar 
					currículos comunes para todos” y también se refirió a 
					“establecer igualdad de condiciones” en el acceso a la 
					docencia y en el desarrollo de la carrera docente y en 
					“hacer una misma evaluación censal” a los alumnos de toda 
					España, ya que actualmente es muestral… 
					 
					Respecto a la carrera docente, su programa dice que 
					impulsarán “la movilidad en todo el territorio nacional de 
					los cuerpos docentes” algo que hoy por hoy, está 
					obstaculizado por las Comunidades con lengua cooficial, que 
					obligan a los docentes a utilizar ésta, y sobre todo por 
					Cataluña, que fija cuerpos docentes diferentes a los que 
					marca la legislación nacional. 
					 
					¿Una nueva Ley o la LOE reformada? El programa electoral del 
					PP anunciaba una reforma legal que indujo a la Comunidad 
					Educativa a tener una nueva Ley, la séptima en 40 años, en 
					contra, además, de las recomendaciones y las peticiones de 
					estabilidad normativa. Sin embargo, en el seno del partido 
					hay quienes han advertido de la inconveniencia de elaborar 
					una nueva Ley Orgánica, que no tendría problemas en salir 
					adelante en el nuevo Parlamento, con lo que, de nuevo 
					saldrían sin consenso. 
					 
					Según fuentes “populares”, hay voces que apuntan a que es 
					preferible reformar los aspectos de la ley socialista 
					vigente (LOE), que el PP no comparte, como la estructura del 
					Bachillerato, que el PP quiere ampliar a tres cursos, según 
					contempla el Programa Electoral. 
					 
					Durante los más de tres lustros de vida democrática, en 
					nuestro país se han sucedido nueve Leyes educativas –además 
					se ha modificado una, la Ley Universitaria, LOU- que poco a 
					poco han ido cambiando el Sistema según el color del partido 
					que gobernara. 
					 
					Por tal motivo, la proliferación de Leyes no ha hecho sino 
					devaluar el Sistema Educativo Español, a juzgar por la 
					radiografía que de él hacen los informes nacionales e 
					internacionales. Y conviene considerar que la razón del por 
					qué de tantas Leyes está en que todas, sin excepción, se han 
					aprobado sin consenso. Y, conviene recordar, que después de 
					la Ley General de Educación (1970), que estableció como gran 
					novedad la Educación Obligatoria hasta los catorce años, con 
					la democracia llegaron varias leyes: LOGSE, LOCE y LOE. 
					 
					Y siguiendo con la cronología de los hechos, en los albores 
					de los 90, el PSOE promueve y saca adelante la Ley Orgánica 
					del Ordenamiento General del Sistema Educativo (LOGSE), que 
					amplía la educación obligatoria a los 16 años, sustituyendo 
					a la “emblemática” EGB, por Educación Primaria y Secundaria 
					Obligatoria (ESO) y establece un nuevo bachillerato de dos 
					años (16-18) y una formación Profesional de Grado Medio, a 
					la que se accedía desde la ESO. 
					 
					Tras quince años de vigencia de la LOGSE, sólo interrumpido 
					por la aplicación durante unos pocos meses de la LOCE, que 
					no era otra cosa que una tentativa seria y bienintencionada 
					de paliar en lo posible, el desastre, que fue liquidado sin 
					contemplaciones por el Gobierno surgido el 14 de Marzo de 
					2004. De ahí que nos planteemos lo que realmente en nuestro 
					país vale tener un título académico. 
					 
					Los nostálgicos de la LOCE, sin apenas experimentada, 
					piensan en qué hemos salido perjudicados, teniendo en cuenta 
					las “bondades” de la misma. Por un lado, la filosofía del 
					esfuerzo y excelencia. Se premiaban el mérito y la cultura 
					de los valores para alcanzar los objetivos académicos; por 
					otra parte institucionalizó la repetición de todos los 
					cursos de la ESO: una sola vez, cuando un alumno tuviera más 
					de dos suspensos y por último, instauró la prueba final o 
					reválida como criba para el paso a una escala superior 
					educativa 
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