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					En calma y tranquilidad, sin incidentes notables, 
					transcurrieron el pasado 25 de noviembre las elecciones 
					generales en el vecino Reino de Marruecos. En doce años, 
					éstas son después de los comicios de 2002 y 2007 las 
					terceras elecciones generales tras la llegada al Trono del 
					joven soberano Mohamed VI, asumido tras la muerte de su 
					padre el rey Hassan II el 23 de julio de 1999. 
					 
					Oficialmente la tasa de participación ha sido de un 45%, 
					menos que la de las elecciones de 2002 (52%) pero más que en 
					las elecciones de 2007 (37,5%), si bien en el país hay una 
					“bolsa” de entre 7 y 8 millones de personas en edad de votar 
					que, por las circunstancias que fuere, no se encuentran 
					registrados en el censo electoral. Además y al contrario que 
					en el referéndum sobre la nueva Constitución del 1 de julio 
					de éste año, en estas elecciones los marroquíes residentes 
					en el extranjero (cerca de cinco millones de personas) solo 
					pudieron ejercer su voto de forma un tanto alambicada y 
					extraña, por “procuración” (delegación en otro votante). 
					 
					De treinta y un partidos en liza, tan solo treinta y ocho 
					lograron representación parlamentaria, acotando más el campo 
					político hasta la fecha muy fragmentado y cuyos candidatos 
					concurrían en dos listas: una local, abierta, formada por 
					1521 listas repartidas por todo el país (incluídas las 
					Provincias del Sur) y otra nacional, con escaños reservados 
					a las mujeres y a los jóvenes (varones) 
					 
					Los islamistas parlamentarios del PJD (Partido de la 
					Justicia y el Desarrollo), que ésta vez se presentaban en 91 
					de las 92 circunscripciones electorales en las que está 
					dividido el país, lograron 108 escaños de los 395 que tiene 
					la Cámara de Representantes, el Parlamento. Solo en el 
					norte, la antigua zona del Protectorado español, el PJD 
					obtuvo nueve escaños, repartidos entre Tánger (tres), Tetuán 
					(dos), Martil-Rincón-Castillejos (uno), Larache-Alcazarquivir 
					(uno), Xauen (uno) y Nador (uno), obteniendo también otro 
					diputado en la localidad de Ouezzan, en la ruta de Xauen a 
					Fez-Mequinez. Señalemos que la media de edad de los 
					diputados del PJD es de 46 años, mientras que de los 107 
					diputados, 37 poseen algún tipo de doctorado y 107 tienen 
					diploma universitario. 
					 
					La progresión del PJD, frente a las trabas y zancadillas 
					orquestadas desdesde los aledaños del régimen, ha sido lenta 
					y constante: tercer partido político en las elecciones de 
					2002 con 42 escaños, segunda formación parlamentaria (aunque 
					primera en número de votos) tras las elecciones de 2007 con 
					80 escaños y, en fin, primera fuerza parlamentaria en 2011 
					con 107 escaños (24 de ellos de la lista nacional, 
					incluyendo a 16 mujeres y 8 jóvenes), con unos resultados 
					que extrapolados a la realidad electoral española hubieran 
					supuesto una clara mayoría absoluta. 
					 
					¿Cómo queda entonces repartido el Parlamento...?: después 
					del PJD y a distancia (con un notabilísimo retroceso) 
					estarían los nacionalistas del omnipresente Istiqlal 
					(Independencia), con 60 escaños, los partidos de la 
					“Administración”, RNI (Agrupación Nacional de 
					Independientes) y PAM (Partido de la Autenticidad y 
					Modernidad) fueron los grandes derrotados, obteniendo 
					respectivamente 52 y 47 diputados, la histórica Unión 
					Socialista de Fuerzas Populares (USFP) se mantiene pese a 
					todo con 39 escaños, seguida de los “harakíes” (bereberes o 
					amazighs) del MP (Movimiento Popular) que solo obtuvieron 
					32, los ex comunistas del Partido del Progreso y el 
					Socialismo lograron 18, la Unión Constitucional (UC), otro 
					partido “oficialista”, consiguió 23, quedando 11 escaños a 
					repartir entre pequeñas formaciones. 
					 
					A destacar, entre otras, tres observaciones: 
					 
					- El eclipse total de los islamistas de Renacimiento y 
					Virtud, que pierden su único diputado por Casablanca. 
					 
					- El camino a ninguna parte emprendido por el llamado “G8”, 
					la Alianza por la Democracia, que encabezada por el RNi 
					cosechó un sonoro fracaso. 
					 
					- El reforzamiento de la “Kutla” o Bloque Democrático, 
					formado por los nacionalistas del Istiqlal (derecha), los 
					socialistas de la USFP y los ex comunistas del PPS. 
					 
					¿El nuevo gobierno....? Como es sabido, el pasado lunes y 
					tal como establece la nueva Constitución marroquí, el rey 
					Mohamed VI encargó a Abdelilah Benkirán, cabeza de la 
					formación ganadora tanto en votos como en número de escaños, 
					el Partido de la Justicia y el Desarrollo, la formación de 
					un nuevo Gobierno para lo que el secretario general del PJD 
					dispone de un máximo de cuarenta días. Mientras, Mohamed VI 
					aun debe firmar un “dahir” (ley) disolviendo el actual 
					Parlamento. 
					 
					Dado que en Marruecos es imposible que un partido logre la 
					mayoría absoluta, debe forzosamente gobernar en coalición, 
					perfilándose como escenario más probable un gobierno fuerte 
					formado por el PJD y la Kutla; el Istiqlal ya se ha 
					apresurado a dar su consentimiento, mientras la USFP y el 
					PPS aun están negociando. Además del Istiqlal, Benkirán 
					podría contar con los “harakíes” del Movimiento Popular o 
					incluso hasta con los tecnócratas del RNI, “el PJD está 
					abierto a todos” señaló Benkirán en su multitudinaria rueda 
					de prensa del pasado domingo... a todos, con la clara 
					excepción del Partido de la Autenticidad y la Modernidad 
					(PAM). 
					 
					La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha mostrado 
					su satisfacción por unas elecciones libres, que han dado un 
					plus de credibilidad a las reformas emprendidas por Mohamed 
					VI (quien además ha ganado algo valiosísimo, ¡tiempo!), 
					mientras la oposición radical de izquierda agrupada en el 
					Movimiento del 20 de Febrero y los islamistas alegales de 
					Justicia y Espiritualidad, la “yamaa” del jeque Yasin, no 
					acaban de digerir que, pese a sus esfuerzos y pronósticos, 
					los islamistas parlamentarios del PJD hayan por fin llegado 
					al gobierno. 
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