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OPINIÓN - LUNES, 5 DE DICIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / PLUMA DE SECANO

Esa niña de mis ojos
 


Manuel Corral
opinion@elpueblodeceuta.com

 

El dentista puede esperar. Que la infección por esas malditas caries ha sido sanada en parte por la llegada de mi pequeña, a la que acompaña su amiga Marta. Dos soles de chicas.

Hace apenas cuatro días que arribaron en un ferry movidito por el levante (mil gracias amigas Maku, Isabel e Ikram) y ya sucumben a esta bella ciudad española, que ni con la mar en calma y dormitando desean marchar. Normal, tras patearse el centro yendo de compritas y tapitas, de comer bien y fugarse con regalos variopintos de su breve estancia acá, entre abalorios y detalles varios, cadenas de muñeca “chulis” contra el mal de ojo que le han sacado en buena hora a Emilia Romero, que es representante caballa de Avon y Cristian Lay -de perfumes con olor a jazmín y ropita de última mejor hablamos en primavera, qué remedio-; igual agotaron casi los adornos morunos para sorprender allá ¿se os secó el Henna de vuestra piel blanca?, que flipan con el cargamento de chocolate “Maruja” como para darse un atracón, de llevarse tabaco a precio módico ¿cómo no?, también café del “bolinque” y mucho más que no cabe en esta columna. Castañas no que dan flatulencia para tan largo viaje, que mira que os lo dije, copón.

La parejita de mozas ha arramblado con mis sueños de oso cavernario, al igual que con las pizzas, hamburguesas, pinchitos, raciones para un regimiento.., ¿pero no deciáis que estabáis de régimen?. Visita de cultura tocaba también, que disfrutaron de la exposición del Museo del Paseo del Revellín, del de las Murallas Reales, que dieron brillo al suelo por el cercano foso de San Felipe, que oraron en el Santuario de la Virgen de África, patrona de la Ciudad, que después la Catedral las acogió en bienvenida con el tañido de sus campanas volteadas, cuyo eco perdura en la distancia. Como el amor de padre.

Pasean alegres, no, escandalosas casi diría, que estas chicas yo creo que se ríen hasta de su sombra que parece jugar con ellas al escondite agazapada bajo los arcos del Poblado Marinero, confío en que sin machotes de por medio, que si los veo les arreo un palmero, por atrevidos y espabilaos. Cientos de fotos se llevan entre el Hacho, el mirador de García Aldave, el mar.., cualquiera diría que van a poner una exposición en el centro cultural Conde Duque.

Tanta visita al “Manhattan” ya mosquea, porque sí, que puede que el té verde con hierbabuena que te sirven allí está dulce como platáno, que dice mi amiga Nadia, vale, máxime si se acompaña de alguna de esas pastitas delicatesem que te entran por los ojos así mires de corrido, requetebuenísimas huummm; pero sabe uno más por viejo que por diablo, que hay “algo” que no me cuadra, como si de un misterioso imán se tratara que atrae a las nenas al local.

Menos mal que, sin ellas saberlo ni intuirlo, espero, he mandado en vanguardia a la más fiel de mis exploradoras, Nadia otra vez, para que aceche, ventee, sopese el peligro si se da; entonces y solo entonces presto ha de darme señales pero no de humo por favor, porque aparte de ser volátiles y lentorras y bailongas o peor aún que por su llamativa presencia de colorines, pudieran ser tenidas por revuelta a la vista y date, aquí hay tomate, disueltas a gomazos por las porras de los antidisturbios ché venidos al albur del siempre presente Príncipe, ay; que es madera curtida como el cuero y con ganas de dar chufas a cascaporro y no precisamente de las que elaboran con cierto arte para sacar dulzonas horchatas de Alboraya, otra vez huummm, sino amargas ostias tipo Rocki Balboa.

“Ah, era sólo eso.., un cachitas de árabe resultón metido a camarero, bueno”. Pelillos a la mar. Gracias mi admirada Nadia, te debo una. Bueno, en realidad dos. Por hacer de guía turística por morilandia y traermelas sanas y salvas, y encima riendo a carcajada batiente sin fin ¿qué diantres habréis hecho entre las tres?. Relax. Tranquilidad pues para uno y también para la madre de la criaturita que allá en tierras de la Cospedal anda temerosa de “perder” a otro más de la ya desestructurada familia en tierras ceutíes, por cuanto a nadie le extrañe que si por un casual pongamos algún despistado le pregunta que dónde se encuentra Ceuta, ella estalle en cólera maquinando la respuesta: “¡Ceuta no existe. Entérese usted de una p…!”

Cómo no, las chicas degustaron platos típicos de la cocina mediterránea ceutí, un día en La Jota, otro en el Caballa, dos más en Cala Carlota, quedando fascinadas por la belleza del paisaje en éstas últimas y por el trato amabilísimo del personal en general además de por meterse entre pecho y espalda todíta la comanda, a puro de rebañar el plato y dejar en el paro a la pinche de cocina -nenas eso no se hace, ¿qué van a pensar de los peninsulares?-. En esas estabamos cuando, entre los claros y luminosos ventanales del restaurante que abraza el fastuoso brazo de mar transparente, apareció una joven igual de cristalina como un ángel de alas doradas para tomarse un “manchadito” de café.

Ella, guapísima militar vestida de campaña al uso, Mari creo recordar, pues lucía su nombre a la vera de un galón vertical cuyo significado de grado ignoro pero que tampoco me quita el sueño (ella bien podría), creyó que soy veterano militar y no, no lo soy por muy disciplinado que parezca pues aunque uno dé cierto aire de marcialidad, la verdad es que el adjetivo, como el valor, solo se me supone. Tal cual la doctrina militar.

Lo siento de veras desconocida musa de estas líneas, más te propondré a tus jefes para mando inmediato superior. Con lo que ganaría el Ejército. Ganaríamos todos. Porque en caso de guerra a la antigua usanza nuestros enemigos, como hechizados, con el cañón de las armas apuntando a tierra, se te plantarían en masa admirando tu belleza, momento en que las fuerzas de Regulares fácil lo tendrían con apretar el gatillo al tresbolillo. Pimpampum fuego. Y a casita sin baja alguna. Logro épico tuyo. Nuevo ascenso y medalla que enjaretar en tu vertiginosa carrera profesional. Y a lucirte con orgullo. Faltaría más.

Si bien mi pequeña Cris es como las niñas de mis ojos, también lo es el quebranto de mis bolsillos. Del que cuelgan ahora brillantes como seda los finos hilos que tejen tres arañas productivas; las mismas que lanzan su red telúrica para que el humano, cual globo henchido de gozo, no se suba por las nubes.

No se por qué las mozas citan ya a esta Ciudad como de encantada..¿Pero bueno, no decíamos que era la serrana Cuenca, que bien conocéis?

Al final va a resultar que el dicho es bien cierto. No sé qué tiene Ceuta que todos vienen aquí y ninguno se quiere ir. Por cierto ¿cuándo vuelves, mi pequeña?
 

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