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OPINIÓN - MARTES, 6 DE DICIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Disparate de Mohamed Alí
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me cuenta una amiga que vive en la barriada Parques de Ceuta cómo vivió los momentos angustiosos causados por el fuego que se originó en un garaje del edificio por mor de un vehículo al que hicieron arder intencionadamente.

Habían pasado pocas horas, apenas cinco del ya tan aireado suceso, cuando tenía ante mí a una mujer que trataba de relatarme lo ocurrido sin poder todavía dominar el estado nervios que la atenazaba.

Intentaba explicarme de qué manera se echó abajo de la cama con el fin de atender la llamada que le comunicaba que desalojara su vivienda porque peligraba su vida y la de sus hijos. Se lo comunicaron cuando estaba sumida en un sueño profundo y apenas acertaba a comprender lo que le decían.

En un principio, no sabía qué hacer, y cuando reaccionó, acudió presurosamente a despertar a sus hijos y allá que, en compañía de su perro, salieron a todos a la calle vestidos de cualquier manera. Ella, que tiene serios problemas bronquiales y el humo tragado le hizo sentirse mal, necesitó ayuda. Y allá que una ambulancia la condujo al hospital.

Mientras tanto, se dio cuenta del caos que había generado el atentado terrorista de un hijo de puta que había tratado de arruinar la vida de innumerables personas. La vida de muchos ciudadanos que estaban dormidos y a merced de las malas intenciones de unos desalmados.

Los hijos de puta pueden ser los menos esperados. Por lo que no caben hacer conjeturas de ningún tipo. Malvados los hay de todas las razas y en todas las religiones. Por lo cual es necesario, más que nunca, echar mano de la prudencia.

La prudencia me ha llevado a escribir tarde de un suceso que se viene repitiendo cada dos por tres. Quemar coches se ha convertido ya en una costumbre. En algo habitual. De la cual yo no he querido nunca decir ni pío para no estimular las ansias de destrucción de los pirómanos.

Los pirómanos parecen ser que la tienen tomada con los vehículos pertenecientes a funcionarios. Funcionarios defensores del orden. Agentes encargados de hacer que se cumplan las leyes. Y que a medida que están cumpliendo su labor con creces, sus enemigos, los enemigos de la convivencia, han decidido demostrar su fuerza quemando sus coches. Incluso poniendo en peligro la vida de muchas criaturas.

A los hijos de puta les da igual. Con tal de hacerse notar. Y al paso que vamos, sin duda alguna, no sería exagerado decir que pudiésemos llegar un día a convertirnos en una especie de Tijuana: ciudad sin ley. Donde los muertos aparecen expuestos para meterles el miedo en el cuerpo a los ciudadanos.

Lo lamentable, en esta nefasta situación, son las declaraciones de Mohamed Alí. El cual no ha tenido el menor inconveniente en proclamar que “Caballas” -el partido que dirige Juan Luis Aróstegui- “responsabiliza a la delegación del Gobierno de la ineficacia de la política de la seguridad ciudadana. Aunque la coalición expresa su solidaridad con los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”. Una contradicción, la de Alí, tan disparatada como para pedirle explicaciones sobre esa revolución de la que hablaba el jefe de su partido, días atrás.
 

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