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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 7 DE DICIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Repulsa, indignación, impotencia

El dramático suceso de ayer ha conmocionado a la ciudad. Una joven linense que llegó a Ceuta a formarse como enfermera ha muerto a manos de un compañero de piso, 13 años mayor que ella y de nacionalidad marroquí con permiso de residencia. ¿Golpeada, estrangulada, asfixiada?, preguntas que sólo el forense determinará para incorporar su informe a la instrucción. ¿Motivo?, ¿Intento de agresión sexual, cualquier otra circunstancia?, ahora es lo de menos, la realidad es que la vida de Laura, la joven estudiante de 24 años, se ha apagado porque así lo ha querido un desalmado que se excusa en la consumición de drogas como eximente. Que se lo expliquen a sus padres, hermanos y amigos. Descanse en paz y que haya justicia.
 

Cuando el Príncipe recobre la libertad

El Príncipe vive sumido en un submundo donde el miedo impera en una población que prefiere mirar para otro lado mientras los que sobreviven al margen de la Ley han encontrado en el ilógico e incomprensible urbanismo del barrio, su particular alcázar inexpugnable con claras barreras físicas, pero donde impera igualmente esa actitud de dominio que subyuga realmente la libertad de los vecinos. Si bien en el barrio es necesario políticas socioeducativas más intensas, también es necesario aprender que en una sociedad libre, de derechos y de obligaciones, no hay que temer a las Fuerzas de Seguridad porque están al servicio de los ciudadanos de bien y si ha exceso de celo, la Justicia está para utilizarla.
 

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