Violencia de género

Nos volvió a tocar y de la forma que menos se puede esperar, una jovencita, estudiante de enfermería, a punto de terminar sus estudios, moría a manos de un compañero de piso. Para más INRI, el homicida confeso, un marroquí, dicen que con permiso de residencia en España, ya veremos si no estaba la residencia caducada.

A estas alturas, decretado el secreto de sumario y a pesar de que el propio marroquí ha confesado haber sido él el causante del crimen, se hacen muchas especulaciones de todo tipo.

La asesinada, una joven de 24 años, procedente de La Línea, moría el día 6, día de nuestra Constitución, a media mañana. A partir de aquí ¿Qué más?. Un auténtico salvaje que, movido por el móvil que haya sido, ha privado a esta joven de toda una vida por delante, mientras que él, en muy pocos años, el muy cabrón, volverá a estar en la calle.

Sea el móvil que sea el que ha llevado a este desenlace, lo cierto es que una persona, una mujer, en lo mejor de su vida, nos ha dejado. Sus familiares, posiblemente su novio y todos los que eran sus amigos, se han visto privados de una persona querida, y una vez más, por esas circunstancias ya tan extendidas de la violencia de género.

Los vecinos recibieron al salvaje, al grito de ¡asesino, asesino!. Ira e indignación, por el asesinato de esta joven, es lo que mostraban los vecinos de la calle donde vivía esta jovencita.

Y el asesinato resulta, todavía, más extraño por cuanto se ha dado en una zona tranquila, en la que no abundan los problemas, por casi nada. Es más, ni siquiera, dicen, los vecinos conocían apenas a la joven asesinada, ni al asesino, en cuestión.

Extrañeza, es lo que hay, por encima de todo. ¿Qué?.¿Por qué?. Es la pregunta que se hace la gente. Y lo que no trae ninguna extrañeza es que con nuestras leyes, tan blandas, cuando hay que atajar las fechorías de un delincuente, nada nos extrañaría que en cuatro o cinco años, si es que no antes, este “auténtico canalla” volviera a estar en la calle. Y eso si no aparece por ahí algún abogado de los que se saben todos los recovecos, y la pena se queda en menos.

El marroquí, si es que tiene la documentación en regla, deberá pagar su pena y cuanto más dura sea, tanto más lo celebraremos, pero si no tenía al día todos los papeles ¿Qué va a haber para él, para los lugares donde trabajaba y para la persona que le ha alquilado la habitación donde vivía?.

Muchas preguntas en muy poco espacio, pero todas ellas en torno a un individuo que ha segado la vida a una joven de 24 años. Espero y deseo que, con él, no haya piedad, pero esperemos, también, que la documentación esté en regla y si no lo está que cada uno tenga que cumplir la parte de la pena que le corresponda.

Y digo esto, porque aquí, en Ceuta, cuando hay problemas de este tipo sucede como cuando hay “levante”, los dos primeros días se acogen las situaciones con fuerza, al tercer día decrece el interés, y al cuarto día llega la calma y se olvida todo, hasta que llegue otro problema.

Ahora se declara día de luto, todos estamos muy apenados, pero el domingo ya nadie se vuelve a acordar de lo ocurrido. Esa es la triste realidad.

Una mujer más que ha sucumbido a la violencia de género, y un canalla, marroquí para más señas, que tuvo que venir a nuestro país, con o sin papeles, a segar la vida de una joven que tenía todo el mundo por delante. Lamentamos la vida de esta joven y al asesino, sólo le puedo decir: ¡¡maldito seas, cabrón, maldita sea la madre que te parió!!.