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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE DICIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / PLUMA DE SECANO

La chispa de la vida
 


Manuel Corral
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Desde el primer día en que acepté a “aislarme” en el entorno del paraje conocido como “Punta Almina”, perteneciente a Costas, me visitan un mirlo, un jilguero y una pareja de gaviotas reidoras. En aquél alto mirador en que suelo aparcar el coche sin vecindad alguna que romper mi intimidad pudiera, disfruto además de las vistas, de la lectura y música gratificantes, igual que me dedico a poner en orden mi cabeza, que da vueltas como en un tio vivo intentando encontrar el porqué del sinsentido de esta vida.

En el relajo del tiempo muerto, a veces las horas pasan dando lugar a la atardecida, creo “escuchar” el bocinazo de la sirena que allá abajo orientaba a los barcos en los días de taró, esa puñetera y densa niebla que aparece cuando menos lo esperan los pescadores ocultando a éstos de los peñascales del entorno de Santa Catalina, futuro parque natural con vistas al edén; bocina que evitaba pegarse la torta contra los riscos pétreos que sirven de nidificación a las colonias de aves.

Parece ser que el casucho vecino de las olas -y de algún que otro traficante- hoy va camino de convertirse en Centro de Orientación y Anillamiento de Aves de paso en el Estrecho, bonita labor científica que se me antoja poco o nada estresante, la verdad.

Hoy, que estaba a punto de pergueñar esta columna lleno de rabia e indignación por los últimos sucesos ocurridos en esta pequeña pero gran tierra, opto con prudencia por cambiar de estilo no vaya a ser que alguna burrada de mi agitada pluma me lleve por malos derroteros, así la Policía conduzca a los descerebrados, caminito de los Tribunales. Con esposas o con lazos para animales, me da lo mismo.

No es de recibo que una Ciudad que tanto da a quien menos lo merece, a los hechos me refiero, sea correspondida con ataques a la libertad del prójimo; con días en que los vándalos se ceban contra el mobiliario urbano, con noches negras atizando yesca a coches de particulares en la vía pública, cuando no contra el de algún policía (seguro que uno de los más condecorados, poseedor del reconocimiento general e imborrable de sus compañeros y titular de una brillantísima hoja de servicios ganada a pulso, tras 24 horas ininterrumpidas de tronchas y seguimientos contra el mal; de ahí la venganza hijos de Puta), guardia, vice o militar, con el añadido de atentar contra el descanso de no pocos residentes que, ajenos a la acción que se cobija tras la noche traidora, algunos malnacidos tratan de quebrar con estos actos terroristas, que van contra la seguridad ciudadana, contra la gente de bien. Guerra sin cuartel pues, mano firme y dura al delincuente. Y que se pudran entre rejas.

Cambio de rollo a mejor. Por la alegría con que estas aves me reciben y la gracia con que escuchan mis llamadas píando como de bienvenida sentida, adivino que son los mismos pájaros de años precedentes. Que han llegado a ser mis amigos de común, desde aquel 23 de junio del 2008 en que arribé a Ceuta, aunque les advierto que bien pude haber llegado a las Indias, total el futuro del escribidor era incierto.

Vuelas tú y el viento se para, jilguero colorín que con tus trinos melodiosos embargas el alma. Salta de rama en rama el mirlo negro de pico amarillo en busca de insectos que llenar su buche, y supongo que el de su prole que aguarda impaciente la llegada del progenitor, y te busco un hueco en la cámara de fotos que me dará nueva oportunidad para la sonrisa. Surcan el aire levantisco la pareja de gaviotas reidoras de panzas blancas como el color de la leche recién ordeñada, dando quiebros en vistoso aleteo cuyo vuelo se escribe con trazo igualmente blanquecino al de los reactores de allá arribotas, que en la pizarra del cielo se hacen enanos como el humano.

La chispa de la vida también lo es entretenerte con estas simples cosas, con estos detalles vanales que no consisten en una mirada de mujer ardiente y sensualmente acariciadora, como la tuya, querida amiga, que me lees con cierto rubor.

Será por ese húmedo beso que te arranqué al descuido. Será por un casual, el que queda a flor de labios para siempre.
 

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