| 
                     ¿Y de las cuentas reales, 
					también?. Sería lo necesario, para que quienes se hacen, 
					ahora, con las riendas, puedan actuar y sepan, desde el 
					primer momento, lo que hay, lo que se debe y lo que no se 
					puede hacer. 
					 
					Y mientras tanto, parece que ha vuelto el talante de 
					Zapatero, ya en sus últimas horas como presidente del 
					Gobierno, tras más de siete años y medio, en los que el 
					talante dio paso al sectarismo, una vez asentados en el 
					poder. 
					 
					De muchas cosas tendría que rendir cuentas Zapatero, en las 
					horas de los traspasos de poderes, pero aquí, como en todos 
					los momentos anteriores, se preferirá correr un tupido velo, 
					echar tierra sobre todos los disparates y seguir hacia 
					delante, para no establecer unas reglas de juego que un día, 
					en el futuro, se puedan volver en contra de todos los que 
					ahora estén tirando de la manta. 
					 
					Al PP no le va a quedar una herencia muy positiva y saneada, 
					y ellos lo deben saber perfectamente, tras haber tenido que 
					soportar, en la oposición, los gobiernos más indecentes de 
					todo el largo período democrático, tras la muerte del 
					Generalísimo Franco. 
					 
					Ahora, Mariano Rajoy recibe como herencia para administrarla 
					o ponerla en orden, todo el activo tóxico que le remitirán 
					los negociadores en el traspaso de poderes, y con ese activo 
					tóxico ya veremos qué es lo que se puede hacer, porque el 
					mismísimo Mariano Rajoy, por muchas ganas que tenga de 
					hacerlo todo bien, o muy bien, lo que no va a poder hacer es 
					dar lecciones de fontanería a Noé, por ejemplo. 
					 
					Mariano Rajoy tendrá que administrar todo lo que le 
					trasmiten de la crisis, incluso los perfiles más siniestros 
					de ella que, ni siquiera Rubalcaba se atrevió a negar, en la 
					campaña electoral. 
					 
					Solvencia frente a la insolvencia pasada, es lo primero que 
					tendrá que administrar Mariano Rajoy, quien recibirá como 
					aguinaldo un Gobierno envenenado por los despilfarros y el 
					sectarismo de quienes gobernaron, o intentaron gobernar con 
					unas artes nada correctas, durante los últimos casi ocho 
					años. 
					 
					El propio Zapatero no ha tenido, ni siquiera, el más mínimo 
					rubor, cuando las elecciones ya las tenían perdidas, de 
					ocultar que él fue el máximo responsable de la situación, y 
					es bueno que haya reconocido esto, para que no comience, de 
					aquí a tres meses, a azuzar a su sucesor, cuando las cosas, 
					todavía, no se hayan puesto en orden. 
					 
					Él ha sido, es y será tenido como el máximo culpable, con lo 
					que aquí la presunción de inocencia no os debe llevar a la 
					negación de la auténtica evidencia de lo que hay y que nos 
					lo deja él. 
					 
					Los pasos, dicen todos, se van dando en orden, pero yo no me 
					termino de creer, acostumbrados como estamos a tantas 
					mentiras, desde los que gobernaron en estos casi últimos 
					ocho años, que vaya a ser, precisamente ahora, cuando actúen 
					con sinceridad. 
					 
					Ni lo creo, ni lo van a hacer, con lo que ya pueden tener 
					buen cuidado los negociadores del PP para que no les vendan 
					otro tranvía, sin estar puestos, aún, los raíles. 
					 
					Y tras los poderes traspasados, llegará el momento no de 
					reformar, sino de hacer borrón y cuenta nueva, comenzando 
					por los puestos de seguridad nacional, en los que no debe 
					quedar ni un solo alto cargo de los que están ahora. A Aznar 
					se le colaron muchos, la lección la deben tener bien 
					aprendida desde entonces y Mariano Rajoy no debe caer en una 
					nueva trampa. Qué así sea. 
   |