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                     Bien está que Rajoy haya emplazado 
					a todos los presidentes autonómicos del PP en fecha reciente 
					a fijarse como prioridad el objetivo de controlar y reducir 
					el déficit. Tabla rasa que es de suponer hará con sus 
					ministros después. Bien que trate de rendir esta crisis, que 
					es tragedia para muchos que padecen las consecuencias, harto 
					repetidas hasta en la sopa así sea de sobre y cuya sustancia 
					se degusta solo en la letra impresa. 
					 
					El mago de Rajoy ¿quién si no? ha sacado de la chistera de 
					copa no un conejo cualquiera, sino el esbozo de un Plan de 
					Reformas y medidas de ajuste sin igual para combatir la 
					vuelta a la recesión en España. O, dicho en común lenguaje, 
					que vienen malos tiempos para la lírica, como aventa cierta 
					canción, y mucho peores para llenar la andorga y dar palo a 
					la vida alegre. 
					 
					Su delfín y secretaria de la cosa, la Cospedal, marca ya el 
					paso de la oca contra el déficit allá en boinilandia (tierra 
					amada por mí también), apostada en trinchera en primerísima 
					línea de fuego abriendo camino entre las alambradas a sus 
					figurados y temblorosos generales, que son el rigor y la 
					austeridad no exenta de exigencia para la gestión pública, y 
					que viene aplicando como fórmula de trabajo en Castilla-la 
					Mancha. Tiene claro, me dicen mis escuchas castellanos -que 
					son pelín de fiar porque la lengua no se les churrusca en el 
					infierno, como pasa aquí; el alma se supone que va al cielo, 
					en eso mira igualito que a los de aquí- que lo importante es 
					no gastar más de lo que se ingresa, sin endeudarse. 
					Claritito señora mía. 
					 
					Recordemos que el Gobierno en retirada, mejor olvidar, ya 
					ejecutó una subida generalizada de impuestos, el IVA entre 
					éstos, la reforma laboral contra el derecho de los 
					trabajadores igualmente, lo que permite despedir ahora a un 
					trabajador abonándole sólo 25 días por año trabajado, frente 
					a los 33 de antes. O esa otra castaña no milonga pero igual 
					de dura para los bolsillos de los funcionarios, que ha sido 
					una reducción cercana al 5% en las nóminas de estos 
					trabajadores públicos, además de la contemplación del 
					retraso en la edad de jubilación hasta los 67 años, la 
					congelación de las pensiones de nuestros mayores, etcétera. 
					No sigo porque me encabrito y no es bueno para mi úlcera. 
					 
					Bueno, con estas impopulares medidas, acaso acertadas en 
					este momento convulso, podemos decir adios al tan cacareado 
					Estado del Bienestar que hace aguas mayores ¡buah, qué 
					peste!, porque la crisis de deuda impide que sigamos 
					sosteniéndolo. Al Estado de Bienestar conste, no al preboste 
					de turno. Que también. 
					 
					Cierto es que el Estado de Bienestar, o sea, el sistema de 
					Sanidad, de la Seguridad Social, sistemas de pensiones, 
					prestaciones por desempleo, etc., la panacea vamos, se 
					agota. Y no se ve claro el firmamento, tan cargado va el 
					aire de pesimismo con que lastra este presente mudo. 
					 
					Dice el primer ministro italiano Monti que: “fuera del euro 
					sólo queda el abismo”, por cuanto la unión es medida 
					necesaria para reducir la elevada deuda pública, relanzar la 
					economía y fortalecer el euro. ¿Ya no vale nuestra añorada y 
					querida Peseta, con la que llenabas el carro grande de la 
					compra por cinco mil pesetillas, y te ibas a casita tan 
					contento..? Nuevos sacrificios para el españolito de a pie, 
					para el currelante. Siempre pagan los mismos, carajo. 
					 
					He visto a mi buen amigo Melchor Pajares encasquetado hasta 
					las cejas subido a lomos de su moto (no, no es el Rey 
					Melchor, aunque casi, a éste le espero ilusionado por ver 
					qué regalos me trae el próximo enero, cuya lista todavía no 
					he cerrado porque le he jurado, chiss, callen, que me he 
					portado bien), y de su rebufo me viene a la mente un correo 
					que me mandó y que viene que ni pintiparado para la ocasión.
					 
					 
					La cita que es antigua y veraz, data del año 55 antes de 
					Cristo en que el también romano Marco Tulio Cicerón decía: 
					“El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser 
					reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la 
					arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y 
					controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para 
					que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender 
					nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del 
					Estado.”  
					 
					Okey. Chapeau. Voilà. Cojonudo. Es que no aprendemos copón. 
					Parece que los antiguos no necesitaban de los consejos del 
					Banco Central o Mundial, qué mas da. Gobernar para todos con 
					rigor y austeridad, control del gasto también es lo que 
					tiene intención nuestro presidente Rajoy, como hombre de 
					hierro, de aplicar dentro de unos días. Es Navidad rin rin.
					 
					 
					A falta de nuevas oportunidades para llenar de euricos la 
					hucha de barro cocido, rompible por lo tanto (aún me veo de 
					madrugá emborronando dos artículos diarios para este medio y 
					tres más en otro digital), y apremiado por la urgencia de mi 
					vejiga, que lleva la tira de tiempo sacudiéndome los bajos 
					con calambres espasmódicos, algo así como el avisador 
					impertinente del ambar parpadeo del testigo del depósito de 
					mi buga, que suele ir tieso de gasofa por la puñetera 
					crisis, me arranco por soleares hacia el evacuatorio. 
					 
					Crisis que me trastoca hasta el “bebercio”, en que otrora 
					caían jarras de cerveza rebosantes de blanca espuma, claras 
					toca ahora; copas de Rioja de reserva, nada de crianza, 
					canjeados por vasitos minúsculos de vino peleón de tetra-brick 
					económico, y tanto.. ¡qué ardor Dios mio!, así como adios a 
					esas tapitas de rico jamón, queso curado y panecitos de 
					rosca, que ahora te despachan con una aceituna de manzanilla 
					con palillo curvo de humedad. Y mutis por el foro. 
					 
					Mi vejiga, decía, apura su estertor arreando que es 
					gerundio. De urgencia casi. Como el amago de urgencia que 
					trae Rajoy también de la minicumbre europea esa, en que 
					intenta meter el gazapo famélico en la chistera para que 
					engorde rápido así sea comiéndose el fieltro, no vaya a ser 
					que al verlo vivito y coleando nos lo jalemos como pobres de 
					ropa usada y alpargatas raídas en que nos han convertido a 
					los españoles. 
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