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                     ¿O será aun “nera”…? Porque 
					mientras les escribo estas líneas digiriendo aun el cus-cus 
					de los viernes en el despacho de mi amigo Baali, en la nueva 
					sede del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) su 
					eficaz y activa Coordinadora de Comunicación, la “casauía” 
					Aicha Elabbasy, mueve los hilos para que la rueda de prensa 
					(o lo que al final resulte) se desarrolle con soltura. Pese 
					a las iniciales estimaciones de Lahcen Daoudi, parece que al 
					final el nuevo gobierno marroquí articulado por el PJD 
					rondará como mucho las treinta carteras, varias menos que 
					los gobiernos precedentes del socialista Abderrahman Yusufi 
					en 1998 (41 ministros), el tecnócrata Dris Jettou en 2002 
					(38) y el istiqlalí Abbas El Fassi en 2007 (33), creándose, 
					“aunque el tema no está cerrado”, el novedoso puesto de vice-presidente 
					que recaería, según me aseguran sobre la marcha, en Abdellah 
					Baha, fiel amigo y compañero de partido de Benkirán. Y de 
					estos treinta potenciales ministros no parece que cuando 
					lean esta columna se conozcan los nombres de todos los 
					responsables, pues si al final de la semana que viene el 
					gobierno ya debe estar listo y funcionando, hasta el martes 
					mismo pudiera haber nombramientos. Se rumorea que los 
					harakíes del Movimiento Popular (MP) podrían hacerse cargo 
					de la delicada cartera de Interior (¿Mohamed Laenser?), 
					mientras que los izquierdistas (ex comunistas) del Partido 
					del Progreso y el Socialismo (PPS) pujan por situar al 
					camarada Nabil Benabdellah, con experiencia ministerial, al 
					frente de Exteriores. De la vecina Yebala y por el PJD 
					suenan con fuerza los nombres de Mohamed Najib Boulif, 
					diputado por Tánger, para la cartera de Finanzas, mientras 
					que el alcalde y diputado de Tetuán, Mohamed Ida Amar, 
					podría también ocupar un alto puesto, si no de ministro al 
					menos de secretario de Estado. ¿Y qué ocurrirá con los 
					“ministerios de soberanía”, tradicionalmente nombrados 
					directamente por el Rey hasta la promulgación de la nueva 
					Constitución, en vigor desde el 16 de julio de éste año…? 
					Hábilmente y guardando el equilibrio, algo siempre 
					fundamental en Marruecos, fuentes muy próximas al jefe del 
					Ejecutivo han subrayado a este escribano del “limes” que 
					“para los ministerios de Asuntos Islámicos y Habús, Interior 
					y Defensa (exactamente ministro Delegado de Administración 
					de la Defensa), Abdelilah Benkirán elegirá a independientes 
					de reconocido prestigio cuyo nombre luego elevará, por 
					cortesía, a Su Majestad”. Ustedes ya me entienden. Fino, 
					fino, Benkirán y si hace falta hasta ataviado con corbata, 
					juro que hasta la fecha y desde hace ya unos cuantos años 
					nunca le había visto con ella.  
					 
					Aunque por estas tierras andan tan liados con el nuevo 
					ejecutivo como en España el presidente Mariano Rajoy con el 
					suyo, siempre hay un hueco para lamentar la última decisión 
					de la Unión Europea sobre el Tratado de Pesca con Marruecos, 
					algo que por aquí cuesta digerir mientras lamentan, “no está 
					ahora en nuestras manos”, que al menos 72 buques españoles 
					hayan abandonado ya “nuestras aguas territoriales”, si bien 
					por ésta vez al menos ni los medios ni la clase política (y 
					mucho menos el PJD) hacen “sangre” contra España, a la que 
					en este caso ven también como “víctima de los enemigos 
					internacionales de Marruecos”. Tal cual. 
					 
					En la cuidada capital de Rabat leo con escalofríos la 
					oportuna y valiente carta de Carmen Grimau, “Reflexión final 
					a escasas horas del relevo”, en la que da un repaso a la 
					abyecta ley de la Memoria Histórica y recuerda la trágica 
					verdad sobre el fusilamiento de su padre, el comunista 
					Julián Grimau, el 20 de abril de 1963. Al fondo asoma un 
					secreto a voces, la vil traición del criminal de guerra 
					Santiago Carrillo y los mezquinos intereses de Rodríguez 
					Zapatero, ese individuo torpe y felón elevado en su momento 
					a la presidencia del Gobierno de la Nación sobre la sangre 
					del mayor atentado terrorista, aun sin esclarecer, de la 
					historia de España: el 11-M. 
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