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OPINIÓN - SÁBADO, 17 DE DICIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / ANALISIS

Ceuta debe hacer por el Príncipe y el Príncipe debe hacer por Ceuta


 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Las buenas relaciones, aquellas que son elementalmente sanas y justas se fundamentan en la más estricta reciprocidad. Es un toma y daca, una acción-reacción, una prestación-contraprestación. Cuando una relación entre partes se fundamenta en que la parte A da y la parte B recibe sin dar nada a cambio, la balanza se descompensa. El comisionado de las 3.000 viviendas de Sevilla ha visitado la ciudad con su particular dialéctica de pastor de la Iglesia Evangelista y lleno de buenos propósitos, así como de propuestas que se han venido realizando con cierto éxito no sólo en el Polígono Sur de Sevilla sino en otros enclaves considerados como marginales.

Yo, concretamente he trabajado, conocido y apreciado hasta hoy, a muchas familias que han vivido y viven en núcleos que se pueden reputar de “desfavorecidos” y en otros, los chabolistas y de viviendas prefabricadas que superan en varios grados a los “desfavorecidos” anteriores. Y no tienen nada que ver con el Príncipe, ni por asomo, los conflictos que he visto en lugares como las Castañetas malagueñas, allá donde Cristo pegó las tres voces y tirando por campo a través desde la barriada de Campanillas, no existen en Ceuta.

Del mismo modo, he visitado el Príncipe y he merendado allí con mis amistades y puedo jurarles por mis muertos que nunca, jamás, he visto a niños correteando desnudos por las calles, comidos de piojos y con más de una mordedura de las ratas que salen de los desagües pestilentes. Nunca. Allí he visto a personas de una clase humilde y trabajadora, con niños saludables y vestidos correctamente, casi todos escolarizados y que juegan en aceras o en plazas y no entre montones de basura y chatarra. De hecho en las calles del Príncipe no he visto ni basura esparcida, ni montones de chatarra, ni coches desguazados, ni a grupos de yonkis metiéndose el revuelto en las venas y arrojando las jeringuillas por doquier con el riesgo de que los pequeños se pinchen. Ni he visto las inevitables tapias o derribos convertidos en wáteres llenos de meadas, cagadas y preservativos usados, con los inevitables “sintecho” amodorrados bajo cartones y escarbando en los desperdicios. ¿Por qué “estigmatizar” un barrio de casas normales, mejores o peores pero no chabolas, aceras limpias y personas normales y corrientes?

Del dinero de las arcas públicas conformado por el sudor de la frente y el trabajo de los contribuyentes, se destinan presupuestos para tratar de remediar distintas situaciones y que conste que quienes malviven en esas circunstancias, en un duro comer día a día entre la chatarrilla y las limosnas, no van de víctimas. Ni son utilizados por ninguna formación política que fomente su victimismo y les repita una y otra vez “lo mal que están por culpa de...”. No existe ningún partido ni formación política en España cuyos miembros traten de apalancarse en un escaño a costa de “denunciar” el chabolismo, porque redentoristas los ha habido y los hay, pero los desfavorecidos votan al PP o al PSOE y lo hacen con la esperanza de que una buena gestión mejore sus condiciones. Nadie es tan tonto como para fiarse de quien consigue sueldo y asiento a costa de “denunciar situaciones lamentables” y menos aún se fían si los que llegan al escaño a costa de ellos no renuncian a sus sueldos de inmediato depositándolos en instituciones destinadas a ayudar a quienes los “bien pagáos” dicen defender.

Resumiendo, el Príncipe no puede compararse ni equipararse a los puntos marginales de la Península, son realidades distintas y con ciudadanos con problemas diferentes. ¿Ustedes se figuran el alboroto si, como ocurre en otros lugares de nuestro país, comenzaran a irrumpir en viviendas del Príncipe los asistentes sociales y los equipos para realizar informes de la idoneidad de los padres y del ambiente para la educación de los hijos? ¡Racismo, racismo y racismo! Cuando se aplica una norma, una ley o un reglamento para más de uno es por “racismo”. Si llega la policía, es atacada y responde es “racismo” y si no llega es por “racismo”. ¡No vean ustedes lo bien que se capitaliza el término y lo fructífero que resulta!.

Si por los pueblos de Andalucía los sindicatos y la Junta andan apuntando hasta a familias enteras para los contratos de la vendimia francesa hasta donde se desplazan medio millón de andaluces es que, los sindicatos, se interesan por proporcionar un trabajo que va a suponer unos buenos dineros en los malos tiempos. ¿Ustedes se figuran si el Gobierno llegara con los contratos de la vendimia e invitara a los parados de Ceuta a irse a trabajar a Francia o a Rumanía? ¿Sería considerado como una oportunidad o como manifestación de “racismo”?

Eso sí, los pontificadores que viven de denunciar el “racismo” nunca renuncian a sus sueldos para ayudar a aquellos por cuyos derechos dicen combatir. Porque una cosa es la lucha ideológica y dialéctica y otra un rascarse el bolsillo que supone lucha para llegar a fin de mes y la nobleza de espíritu no obliga a tanto. Pero si ventajistas ellos peores son los gobernantes, porque son tontos y se dejan manipular, siendo incapaces de decir las verdades y deshacerse de los “complejines”.

El Príncipe existe, vale, mientras no haya yonkis metiéndose picos en las puertas de los colegios y existan colegios, guarderías, hospitales, farmacia, tiendas, bares, lugar de oración o mezquita y personas educadas aunque incapaces de echar del barrio al grupillo de pandilleros delincuentes, la cosa no está tan mal. Pero Hadú, donde tengo a tantos amigos, “también existe” y “existe” Benzú y el Poblado Regulares y los Rosales y Benitez. Y las penas del Tarajal que es por donde pasan los hombres y mujeres más agotados del mundo. Toda Ceuta “existe”, late, vive, muere, enferma y sana. Queman coches y los alumnos aprueban todas las asignaturas. Roban la tienda de mi amigo en el mercado junto a las paradas de autobuses y los jubilados se reúnen a cenar. Se queman contenedores, no se ponen las cámaras de una puta vez para que nos sintamos seguros y por doquier florecen los belenes a la espera del Niños Dios.

Ceuta le debe mucho al Príncipe y debe dárselo, pero después de años de victimismo ¿No es hora de que nos preguntemos también que es lo que el Príncipe puede dar a Ceuta?
 

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