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					A lo largo de las últimas décadas, las sociedades 
					occidentales, a medida que creaban bienestar económico, se 
					han transformado paulatinamente en sociedades hedonistas 
					dedicadas a la acumulación de derechos, sin querer asumir la 
					existencia de obligaciones y responsabilidades individuales 
					y sociales. 
					 
					En los últimos años, nuestro país ha sufrido una epidemia de 
					relativismo y de feminismo radical, que ponen en cuestión la 
					existencia y validez de valores permanentes, 
					fundamentalmente en el ámbito de la familia y entre ellos el 
					de la maternidad, y los sustituyen por lo que se ha 
					denominado ideología de género. Dicha ideología considera 
					que la maternidad es una forma de sometimiento de la mujer y 
					pretende centrar la acción de los poderes públicos en la 
					defensa de los derechos individuales de la mujer, entre 
					otros a decidir sobre su cuerpo, desvinculándola de sus 
					responsabilidades familiares y sociales. 
					 
					Sin embargo, la Constitución española, al consagrar los 
					principios rectores de la política social y económica, 
					establece en su artículo 39 el deber de los poderes públicos 
					de asegurar la protección social, económica y jurídica de la 
					familia, y recoge, en su párrafo segundo, la obligación de 
					los poderes públicos de asegurar la protección integral de 
					las madres. La falta de apoyo a las mujeres embarazadas en 
					dificultades o ante un embarazo imprevisto constituye un 
					atentado a la igualdad y a la libertad de la mujer, que 
					infringe lo establecido en el artículo 9.2 de la 
					Constitución. 
					 
					Durante los años 2006 a 2011, se ha tramitado en cada 
					comunidad autónoma una Iniciativa Legislativa Popular, ILP 
					Red Madre, que, afortunadamente, ha tenido como consecuencia 
					la aprobación por siete Parlamentos autonómicos (Castilla y 
					León, Castilla-La Mancha, Canarias, Galicia, Madrid, Murcia 
					y Comunidad Valenciana) de leyes que establecen y regulan 
					una “red de apoyo a la mujer embarazada”. Así, la Ley 
					3/2011, de 22 de marzo, de la Comunidad de Madrid o la Ley 
					5/2010, de 23 de junio, de la Comunidad de Galicia. 
					 
					Dichas leyes desarrollan el mandato constitucional, en su 
					ámbito territorial, y consideran el derecho a la maternidad 
					como un “bien insustituible que debe recibir ayuda directa 
					de las instituciones públicas”. Constituye el objeto de 
					dichas leyes “1) Disponer de un marco jurídico de actuación 
					en el ámbito de la protección y la atención social a la 
					maternidad; 2) establecer las medidas y actuaciones 
					encaminadas a garantizar y a preservar: 2a) el derecho de la 
					mujer gestante a culminar su embarazo, a ser apoyada 
					socialmente en esa decisión y a ser informada de ese derecho 
					y de los programas y mecanismos de apoyo dispuestos a su 
					favor, 2b) así como el derecho a la vida en formación desde 
					la concepción; y 3) que se propicie el establecimiento de 
					los medios necesarios de carácter social, jurídico, 
					sanitario o asistencial que permitan conseguir esta 
					finalidad”. 
					 
					La atención social a la maternidad se estructura sobre las 
					siguientes directrices: 
					 
					-La concienciación social del apoyo a la maternidad y de la 
					protección del derecho a la vida en formación, como 
					presupuesto de implantación del Estado del Bienestar social. 
					 
					-La realización de una política preventiva y educativa que 
					incluya medidas dirigidas a la infancia y a la adolescencia 
					fundamentalmente. 
					 
					-La prioridad del derecho de información y acceso a las 
					políticas asistenciales en este ámbito. En este sentido, en 
					todos los centros asistenciales y sanitarios se facilitará a 
					todas las mujeres gestantes una guía de recursos de apoyo y 
					asistencia a la maternidad, un teléfono de acceso general 
					gratuito y una página web que permita a cualquier embarazada 
					conectar con la red de apoyo. 
					 
					-La promoción de la acogida y la adopción, como alternativas 
					eficaces para permitir a la mujer gestante seguir adelante 
					con el embarazo. 
					 
					En el desarrollo de estas directrices, hay que evitar que 
					las asistentas sociales dirijan, de forma prioritaria, a las 
					clínicas abortivas a las embarazadas con problemas cuando 
					acudan a los servicios sociales. Y un magnífico complemento 
					para facilitar que los embarazos lleguen a término sería 
					aprobar un sistema nacional de adopciones, con plenas 
					garantías jurídicas para la donante y los adoptantes, ágil y 
					eficaz, para conseguir que los miles de familias interesadas 
					en la adopción de niños españoles puedan dar solución a sus 
					deseos en plazos razonables y sin tener que recurrir al 
					calvario de adopciones en países del Tercer Mundo. 
					 
					El Gobierno salido de las elecciones del 20-N se enfrenta al 
					reto de dar un giro total a la política de protección de la 
					maternidad en España. Su programa electoral contiene el 
					compromiso de aprobar una ley de protección de la maternidad 
					y bien fácil lo tiene si desarrolla y extiende a toda España 
					la red de apoyo a la mujer embarazada, con especial atención 
					a las embarazadas adolescentes, y dota de auténtico 
					contenido económico a las ayudas a las redes de apoyo y a 
					las políticas asistenciales. 
					 
					Para financiar su coste, un mecanismo sencillo sería 
					destinar a tal fin el ahorro que se obtendría de eliminar el 
					pago de los abortos con cargo a la Seguridad Social, como ya 
					ha hecho Baleares, de forma que no supongan coste alguno 
					para el Estado. 
					 
					No se puede contraponer el derecho constitucional a la 
					maternidad con el inexistente derecho al aborto, mera 
					imposición del feminismo radical y de su pretendido derecho 
					a elegir su maternidad cuando ya está en curso. Por ello, 
					hay que derogar la actual Ley del Aborto. 
					 
					*Santiago Mora Velarde es notario y patrono de la Fundación 
					Red Madre 
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