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					Ya sabéis que la Casa de Ceuta en Barcelona tiene su sede en 
					Barcelona, lógico y sensato ¿no?. En esa sede suele suceder 
					que, de vez en cuando que se traduce en casi siempre, una 
					serie de actividades culturales y sociales que llena de 
					satisfacción a quienes mantienen vivo el espíritu de nuestra 
					ciudad natal o de anterior residencia. 
					 
					Una ciudad separada del país unas 7.56 millas marinas, más o 
					menos, que en términos simples vienen a ser unos 14 km, 
					también más o menos. Pues, esta Casa que es frecuentada por 
					ceutíes y no ceutíes pero que han vivido un tiempo allá, en 
					nuestra entrañable tierra, suele ofrecer por estas fechas 
					diversos actos enmarcados en el cariño y la 
					confraternización entre todos. Tres de esos actos los ha 
					celebrado en un mismo día, el sábado 17 de diciembre. Actos 
					enmarcados en las celebraciones navideñas a las que tan 
					arraigados somos los caballas. Pero antes, queremos hacer 
					honor a la ciudad que nos acoge, a Barcelona, cuya Basílica 
					de la Sagrada Familia es el mejor monumento que pudiera 
					existir sobre el conocido Belén. 
					 
					Las escenas del Belén ocupan la totalidad de la fachada 
					denominada del Nacimiento, en donde se encuentran todas las 
					figuras que normalmente sirven para complementar tan sonada 
					efemérides. Aunque es verdad que las figuras que la 
					componen, figuras talladas en piedra, son de tipo local, 
					excepto la propia Sagrada Familia y los Reyes Magos. Es 
					digno de admirar éste Belén monumental. 
					 
					Como digno es de admirar el Belén que ha montado la Casa, 
					cuya inauguración es uno de los actos antes indicado. 
					Sabemos que el primer Belén de la primera celebración 
					navideña lo montó un santo italiano, hijo de un rico 
					comerciante de telas de Asis, en la provincia de Peruggia, 
					Pietro Bernardone y de Donna Pica Bourlemont, de Provenza 
					(Francia). Se llamaba Giovanni Bernardone. 
					 
					De tanto viajar esa familia a Francia, su padre comenzó a 
					llamarlo Francesco, francesito, porque el chico tenía mucha 
					afición a la lengua francesa y al canto de los trovadores. 
					Con el tiempo se transformó en Francesco d’Assisi (Francisco 
					de Asis) que, por su convivencia indemne con leprosos, quedó 
					como San Francisco de Asis. 
					 
					Este santo fue el primero en escenificar el nacimiento de 
					Jesús en una cueva próxima a la ermita de Graccio (Italia) 
					aunque sin figuritas ni personas pero sí con un buey y una 
					mula, cantando el Evangelio y predicando sobre el humilde 
					nacimiento de Jesús. Esta representación, pero plástica, es 
					la que inauguró la Casa en un clima de sana alegría. 
					Posteriormente y dentro de la cadena navideña, se inauguró 
					la exposición de dibujos que los niños, familiares de los 
					socios, presentaron al concurso de tarjeta navideña 
					representativa de la entidad en las felicitaciones de estos 
					días. 
					 
					Tras un recorrido simpático, gracioso y llamativo por la 
					exposición, se organizó la ya tradicional cena de Navidad, 
					anticipada por las obligaciones familiares de los socios, y 
					que no tiene nada que compararse con la “Cena de Navidad”, 
					obra teatral de José López Rubio, estrenada en 1951, porque 
					ni se organiza por un acaudalado caballero que se hizo rico 
					gracias al estraperlo, ni hay ninguna mujer que narre las 
					infidelidades de su marido, que no es otro que el que 
					organizaba el banquete navideño. 
					 
					No tiene nada de comparación porque se celebró, la cena de 
					Navidad, en un ambiente inmejorable que predispuso a todos 
					los asistentes a cantar, al término de la mencionada cena, 
					los tradicionales villancicos con los que suelen cerrarse la 
					noche mágica del mundo cristiano. Unos villancicos que 
					fueron muy populares entre los siglos XV y XVIII, pero como 
					canciones profanas con estribillo, de origen popular y 
					armonizadas a varias voces. Más tarde se cantaron en las 
					iglesias para que, poco a poco, se fueran asociando con la 
					Navidad. Lo curioso es que siendo una especie de canciones 
					navideñas de estilo poético tenga su origen en las 
					composiciones tradicionales de los mozárabes, de las que el 
					‘zéjel’, que alternaba estrofas de un solista con el 
					estribillo de un coro, era su principal fundamento. 
					 
					Bueno, tras está larga perorata navideña solo nos queda 
					desearles a todas y todos nuestros más efusivos deseos de 
					que pasen una felices Fiestas Navideñas y un Próspero y 
					Venturo año Nuevo 2012. 
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