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                     Ceuta es una ciudad conservadora. 
					Lo cual se manifiesta cada vez que sus habitantes son 
					llamados a votar. Ya que éstos suelen llenar las urnas de 
					votos favorables al centro derecha o a la derecha; es decir 
					que siempre termina arrasando el Partido Popular.  
					 
					El conservadurismo de esta tierra se evidencia también en el 
					amor por las tradiciones; hasta el punto de que éstas son 
					más respetadas que muchas de las leyes. Tampoco es extraño, 
					por razones de peso, que en Ceuta mencionar el nombre de 
					España no cueste el menor esfuerzo. Lo cual supone la 
					existencia de un patriotismo indiscutible.  
					 
					Ahora bien, el conservadurismo político de muchos ceutíes, 
					que se viene afirmando cada vez que se les convoca a emitir 
					su voto, nada tiene que ver con el misoneismo (oposición por 
					inercia a todo lo que es nuevo. Desde el punto de vista 
					sociológico, es la tendencia a adoptar y a perpetuar los 
					comportamientos estáticos, admitidos por el grupo). 
					 
					Así lo digo entre tertulianos reunidos al azar y en día 
					donde las conversaciones son reposadas, amistosas, 
					estimulantes, y en las que suelen prevalecer las buenas 
					intenciones derivadas de unas fiestas en las que hasta las 
					personas más ariscas se abren gozosamente a los demás.  
					 
					-Así que Ceuta, según tú, no es misoneísta –dice uno de los 
					contertulios. 
					 
					-No. Es más, me atrevo a decirte que existe mucha más 
					movilidad social que en otras poblaciones donde también 
					existen etnias distintas y barrios marginales.  
					 
					-No obstante, últimamente parece que ha empeorado la 
					convivencia en Ceuta -quien habla es forastero. Pero conoce 
					la ciudad mejor que muchos de los nacidos en ella. 
					 
					-Claro que sí. Llevas toda la razón del mundo, le digo. Y 
					todo se debe a que hay algunos políticos que han decidido 
					irse orinando en todo lo habido y por haber con el fin de 
					despertar la atención de los más desfavorecidos. Aunque 
					siempre con fines egoístas. 
					 
					La pena en esta ciudad es que los socialistas nunca supieron 
					jugar sus bazas en esta tierra. Ni siquiera en aquel tiempo 
					de primera euforia de González y Guerra, el 
					PSOE de Ceuta estuvo dirigido por alguien capaz de mantener 
					un partido cohesionado y dispuesto a que el conservadurismo 
					político de esta tierra confiara ciegamente en unas siglas 
					que habían despertado tanta expectación.  
					 
					En realidad, aquí nunca se produjo un triunfo arrollador de 
					los socialistas. El motivo sigue sin admitir discusión. ¿Se 
					imaginan un partido donde Fraiz tuviera que soportar 
					a Aróstegui, o a la inversa? Así, las guerras 
					intestinas eran frecuentes. Y se produjeron facciones. En 
					una de ellas nació el Partido Socialista del Pueblo de 
					Ceuta. 
					 
					A partir de ese momento, los socialistas nunca hallaron al 
					líder capacitado para poner orden entre sus militantes y, 
					mucho menos, para convertirse en partido ganador de 
					elecciones locales, por mayoría. Situación que fue minando 
					la moral de los mejores socialistas. De ahí que ni siquiera 
					pudieron tener medios afines en la ciudad. Hubo uno y les 
					duró nada y menos. Y, por si fuera poco, de sus entrañas 
					nació el PSPC. Del que cabe decir que sus mejores elementos 
					fueron desertando por mor de su principal dirigente. El cual 
					se sigue orinando en las instituciones. Cuidado con él.  
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