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					Aveces, solo a veces, es necesario hablar de las gentes que 
					conocemos y queremos. ¡De las gentes cuya existencia, ha 
					sido necesaria para nuestras propias vidas!. Por eso hoy 
					solo quiero hablar de ¡Pedro Gordillo!. Amigo y entrañable 
					persona a quien debo tantas cosas. ¡Mal nacido sería si no 
					reconociese mi admiración a las cosas buenas que haces y a 
					mí deuda contigo!. 
					 
					Porque tu y a tú manera. Pedro Gordillo. Muy discutible a 
					veces, en las formas que utilizas, aminoraste la causa del 
					germen que aniquilaba mi vida. Sin duda del cielo siempre 
					cae todo el horrible silencio que causa la muerte. ¡Tantos 
					años han pasado y todavía me duele ese daño!. Pero tú, 
					sepultaste a tu manera – siempre discrepo de tus formas, 
					aunque reconozca que son increíblemente eficaces, porque 
					sino no serias nuestro Pedro Gordillo-, el fuego de la llama 
					que en desierta soledad me consumía cada día. Pero fue tú 
					reparto del pan, de las necesidades olvidadas, aquello que 
					de alguna manera es tú verdadero patrimonio personal y que 
					de alguna forma nos dejas a todos los demás, lo que me ayudo 
					a seguir adelante. 
					 
					Por eso te pido, que nunca dejes de cantar y hacer a tú 
					forma. Porque tú cantar y hechos derrotan el silencio de las 
					tristezas desconocidas. Y los demás necesitamos voces que 
					hablen por y con nosotros. Porque siempre necesitaremos a 
					alguien que hable, como a tu forma tú lo haces. Así es tu 
					voz para nosotros tus amigos…y deudores, libre y sonora. 
					¡Oye… a veces, tus palabras suenan terribles!. 
					 
					Pero, recuerda, que todavía hay mucha gente que llora en 
					silencio y el eco de sus lágrimas y penas, son apenas oídas 
					por los demás. Y tú de alguna manera, en tú corazón, 
					escuchas esos lloros y lamentaciones ¡No sé como lo haces!, 
					pero pones inmediatamente tus manos sobre las posibles 
					soluciones, para superar sus daños. Y lo haces aquí y ahora. 
					¡Ese es tú don, milagro, obligación, pena y destino!. 
					 
					Yo, aunque la gente no lo crea ¡No soy un hombre de Pedro 
					Gordillo…ni…por cierto de nadie!. Pero eso sí, estoy 
					orgulloso de tú amistad y de tus proyectos sociales. Por 
					eso, siempre estaré a tú lado, no de forma servil, sino como 
					persona libre que desea ayudarte en tus ideas, tan 
					necesarias para las gentes que todavía respiramos. Y si 
					alguien mira desde arriba, estoy seguro que también estará 
					orgulloso de tu forma de vida, aunque eso sí, te abroncará 
					por algunas otras cosas. ¡Supongo que como a todos nosotros, 
					a fin de cuentas somos demasiado humanos! 
					 
					¡Y ahora adelante con valor, queda mucho por hacer en 
					nuestra ciudad!. Y esta no es una carta de adulación hacia 
					tu persona, es por el contrario una exigencia de decirte que 
					debes continuar con nosotros, haciendo lo que tú ya sabes 
					hacer. Es tu obligación de hacer lo que haces, como hombre 
					de bien en esta dura humanidad que nos rodea, lo que te 
					exigimos. ¡Déjanos a los demás, que te queremos, solucionar 
					los problemas que creas en tu andar. “Tú sigue igual”! Y 
					nunca pierdas los ojos de niño asombrado que tienes. 
					 
					¡Mira, Pedro! Ya para terminar. Gracias por todo aquello que 
					me distes. Y ojala hubiera más gente como tú en este 
					tremendo mundo que se empeña en crear carne y hueso. Y por 
					cierto…¡Mañana me arrepentiré de estas palabras, cuando de 
					nuevo discrepe contigo, pero gracias porque tu existencia y 
					compañía, fue y es necesaria para la mía propia!. 
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