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OPINIÓN - VIERNES, 6 DE ENERO DE 2012

 

OPINIÓN / PLUMA DE SECANO

Desesperada
 


Manuel Corral
opinion@elpueblodeceuta.com

 

La casa está vacía. Se nota su ausencia. Tal cual un precipicio donde el eco de sus risas y su verbo aflautado se dejaba caer. No encontrar su mirada chispeante, ni sus ademanes gesticulantes, es duro de asumir. No percibir sus gestos de desesperación por amar, que lo podría sentir hasta un ciego pero no el menda lerenda, que gasta presbicia hasta en el alma, es torpeza supina.

En un día como hoy, día de Reyes, en que las emociones de chicos y mayores se abren paso a codazos entre los regalos que por buenos les han dejado los Magos (les repito que a mí no me gusta el carbón dulce, es que no se enteran, tan mareados que llegan de tan largo viaje, allá desde el Oriente, pobrecicos..), ella ha recibido de Sus Majestades, a los que no conoce, el “regalo” de un amor de necesidad.

Un amor madurito y con cargas familiares de difícil solución para apencar con nueva moradora, que habría de llevar optimismo, salud, dedicación y velamen al entorno, ¿a cambio de?. Amor conocido que lo fue entre tráficos desordenados y ruidosos por bocinazos, en esos que echan la vista a la guapetona que apeona con paso firme y decicido por el bulevar, bolsonera al costado..¡Y cayó en la red!

De nada sirvieron los consejos de la familia lejana y de alguna amiga cercana del Hacho, sufrida en la vida. Menos todavía el del ajeno, culpable acaso de la fuga.

Me cuesta imaginar el día a día sin tu sombra, sin tu forma de percibir el momento. Estabamos juntos sintiéndonos vivos y realizados, emocionalmente atraídos el uno por el otro, quizá porque eramos conscientes de que ambos nos necesitabamos. A pesar de nuestro distanciamiento físico, social, cultural, religioso. A la porra la distancia. Lo que unen dos corazones niega con creces toda adversidad, máxime si ésta es impuesta. Pero no. La terca y cruda realidad: la sociedad y su hipocresía. Verdugos y víctimas.

Ya digo, encontrarla sentada frente a mí era el mayor milagro. Mas estoy inquieto por ella, no por atreverse a amar, pero sí porque no sea a cualquier precio. Que estoy de acuerdo en que el matrimonio es algo bueno, hermoso, invalorable casi hoy día. Que sirve para terminar con la soledad, para formar una familia, criar hijos, disfrutar de la vida en suma.

Jamás te dije que te amaba. ¿O sí? Nunca hablé de formar pareja contigo. Lo decía de veras. En serio, no había broma alguna. Pero a partir de aquella noche, todo fue como una larga despedida. A partir de ese instante te empecé a echar de menos notando que mi vida se tornaba inquieta. Así sigue.

Reconozco que algo de mí se muere con tu marcha, amiga. Ahora que te marchaste, te digo lo mucho bien que me hiciste. Lástima que, infeliz de ti, por no intuirlo, vas a caer en las garras de un radical (ojalá me equivoque), que de seguro va a dar a tu vida risueña, feliz, desinhibida, tolerante, un giro brusco de 360 grados. Mala cosa es sentirse sola. Peor aún: desesperada.
 

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