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                     Permítame el presidente de España 
					y “primo hermano”, lo escribo en mi calidad de asturiano, 
					obviar su apellido en el titular pero verán que sonaba un 
					tanto cacofónico. Dicho esto vamos indo con el contenido, 
					pues ningún país está exento de meter la pata pero al 
					entender de este escribano del “limes”, nuestros amigos y 
					vecinos marroquíes estarían actualmente inmersos en una 
					triple dinámica de errores que el señor Rajoy debería 
					calibrar. El primero y en cuanto a nuestras complejas 
					relaciones bilaterales, considerar que tras la bochornosa 
					presidencia de Rodríguez Zapatero y el estallido de la 
					crisis económica España estaría de capa caída, cierto es, 
					pero no tanto como para digerir cualquier “trágala”. Es 
					decir, si Rabat considera que España está en una situación 
					tan débil como para poder seguir imponiendo las tesis a las 
					que se ha acostumbrado estos años, Rabat se equivoca. Y eso 
					Mariano, con todo el cariño y aprecio del mundo, debería 
					dejarlo el miércoles muy claro. 
					 
					El segundo error a mi modesto entender lo estaría cometiendo 
					el joven soberano Mohamed VI, habiendo perdido una 
					oportunidad histórica para soltar lastre. La Monarquía en sí 
					no está en absoluto cuestionada y menos su figura, por lo 
					que no se entiende que haya reforzado un “gobierno bis” con 
					“ministros paralelos” a su lado, a la vez que trufaba al 
					gobierno Benkirán con ministros “de soberanía” y ministros 
					“delegados”, reforzando con ello el tradicional carácter 
					antidemocrático del régimen cuya esencia sigue siendo sin 
					duda autoritaria y paralizando las reformas en curso. La 
					reciente revuelta de Taza es un síntoma, el Rif aguanta no 
					sé hasta cuándo y las buenas gentes del Atlas lloran su frío 
					y desamparo, de momento en silencio. Si este mes no llueve 
					con ganas, la tremenda sequía en ciernes puede agostar más 
					de una ilusión. El 19 y 20 hay huelga general y la 
					“Primavera árabe” volverá a brotar con bríos renovados. Ya 
					no basta con reformar aquello que nunca se quiere cambiar. 
					El pueblo marroquí, paciente, está a la espera de cambios 
					auténticos y no meramente cosméticos, los mágicos tiempos de 
					“prestidigitador” han acabado. Y Mohamed VI, pese a sus 
					buenas intenciones, no acaba de parecer tenerlo claro o 
					quizás no le ayudan a verlo… 
					 
					El tercer y último error sería del PJD, los islamistas 
					parlamentarios del Partido de la Justicia y el Desarrollo 
					ganadores por goleada en las elecciones del 25 de noviembre 
					y en cuyas manos, aparentemente, estaría el gobierno 
					marroquí encabezado por Abdelilah Benkirán. Embutido entre 
					el “gobierno paralelo” de Palacio y puenteado por los 
					“ministros delegados”… de Palacio, amén de la tacada de 
					ministros “de soberanía”… ¿cuál va a ser su margen de 
					maniobra?. Tal y como están discurriendo las cosas, a mi 
					entender escaso. La última y estelar actuación el pasado 11 
					en Madrid del ministro delegado de Exteriores, Yusef Amrani, 
					además de bochornosa para el titular oficial de la cartera 
					que ha sido puenteado, resulta ser una maniobra de Palacio 
					de manual. Y a continuar. Es decir, el PJD al asumir el 
					gobierno en estas condiciones podría haber cometido un grave 
					error estratégico (que ya lo ha intuido y sacado a relucir 
					la “yamaâ” alegal de Justicia y Espiritualidad), quemándose 
					en vano y cercenando su futuro. Benkirán bien haría en 
					mirarse en el espejo de la Unión Socialista de Fuerzas 
					Populares (USFP) de Yusufi, actualmente laminados después de 
					haber sido utilizados sin pudor por Hassan II en 1998, 
					cuando ellos pensaban ingenuamente que estaban 
					sacrificándose por los supremos intereses de la Nación 
					facilitando una suerte de “Transición” (que no existe). El 
					Reino de Marruecos, más un cortijo que un país, no entiende 
					de ello y Benkirán habría cedido demasiado de entrada para 
					no generar una profunda crisis política, logrando solo con 
					ello el mantenimiento del “statu quo” y poniendo en apuros 
					para el futuro su credibilidad política y la del mismo PJD. 
					Visto. 
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