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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 18 DE ENERO DE 2012

 

OPINIÓN / PLUMA DE SECANO

Pico para todas
 


Manuel Corral
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Estoy malito. Me han destrozado las defensas un ejército de virus espartanos, atléticos y fuertes ellos, 300 creo ni uno más, pero espantosos con sus capas verdosas, el color de la infección, que han postrado mi cuerpo calenturiento en retirada oculto bajo el socorro del edredón.

Que malura tan espantosa. Me duele tó, que hasta para levantarme a hacer pipí o a expectorar tanta mucosidad, las fuerzas me abandonan. Que uno no sabía si el sudor lo era a consecuencia del miedo delirante como vencido, arqueado el esqueleto todo, o por sentir el efecto calmante del esperado contraataque de un aliado farmacopéo, ay.

Discúlpen ustedes la ausencia de esta columna en estos largos días, en que este juntaletras no ha tenido fuerzas ni para añadir una tilde de más, prisionero como estaba de la almohada. Que encima de abatido alguien me abronca por no ir al matasanos, ¿para qué? Para que me toque el galeno de turno venido de acuyá y me despache con el consabido “Tómese usted este antigripal y curse cama (¿Con buena compañía, jefe?) durante siete días”. Ya está. Que bien me siento, soy otro. Poderosas y persuasivas palabras si señor, pero... “¡Eh oiga, que me está usted rellenando la receta del revés..!”

Diré a mis amistades que no volveré a salir desabrigado de la cama al baño, tras hacer ruidosamente el amor, aunque ese detalle puede que no se lo crea uno ni mucho ni ná. La imaginación la dejo para el respetable. Que yo ando flojitis de neuronas.

Visto el panorama, prometo vacunarme en el otoño próximo contra la gripe, además de contra mi vecina la de los alaridos del Yacoooooo y contra los malos rollos que parece ser me rodean como los Sioux rodearon al pegahontas del Custer, aturullándole antes de clavar el morro en tierra.

Hay no obstante nuevos amaneceres, con soles tan brillantes y seductores como los ojos de mujer prohibida, a los que sigo mirando creyendo conocer que merecen mis caricias.

Busca la salida amigo, que la hay tras romper el laberinto enmarejado del amor. Busca la luz que va entre las nubes preñadas de agua hacia un lugar cualquiera. Que más da. Busca una naturaleza limpia, verdadera, que no te arañe el corazón, mordisqueándolo.

Llegamos a ser lo que nos comprometemos ser. Nada. Pues hay que rechazar el amor interesado, que es cualquier cosa menos amor. O sea, la realidad puñetera de esta vida mismamente.

Ambos no supimos, o no quisimos, arreglar nuestras crecientes disputas. Cuando un conflicto, de la naturaleza que sea, es bien manjeado y se encaran y solucionan las diferencias, se estrechan las relaciones de nuevo. Entonces brotan a la vez, como amapolas tiñendo el cereal de rojo pasión, la razón, la paz, el entendimiento mutuo.

Solo quiero regalarte este definitivo adios. Para desprenderme de todo lo negativo con que me has querido contagiar. La gripe no que es mía, chincha.

Perseguiré mi sueño otra vez hasta que se haga realidad, así me lleve el tiempo necesario hasta que las ranas críen pelo.

Que en tanto en cuanto llega, pudiera ser, como el fin del mundo tan anunciado -¿y deseado?-, al fin va a resultar que lo profético es lo que dice mi amigo Antonio: “El pico se lo das a todas. El corazón, a ninguna”.
 

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