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OPINIÓN - JUEVES, 19 DE ENERO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

Fitur y Ceuta museística

Por Nuria de Madariaga


En Ceuta existe una buena oferta museística, verdad es que por el momento no nos podemos comparar a Málaga con el Picasso y el de Carmen Thyssen que son dos de los lugares que hacen ufanarse al concejal Damián Caneda que siempre parece ir excesivamente sobrado. Por ahora. Porque cuando se comience a explotar el más sublime de nuestros museos no habrá quien nos eche la pata por lo alto. La lástima es que, parece que para disfrutar del museo hay que venir de la Península y quedarte arrobadita y casi temblando en plan Síndrome de Stendhal en estado puro. Creo que en los habitantes de este enclave mágico y atlante sucede lo mismo que con los que residen en los maravillosos Alpes Suizos y cada mañana se despiertan ante una postal de cumbres nevadas capaz de impresionar al más pintado : se acostumbran y acaba por no llamarles la atención, saben que es hermoso pero para ellos es algo normal.

Así para “mirar” el Museo de las Nubes de Ceuta hay que venir de otros lugares, desembarcar si se es humilde o aterrizar si se es pudiente, al tiempo que se exclama con el corazón en un puño “Joder, no veas que nubes tan bonitas” caso de optar por lo coloquial o “Estas nubes están a medias entre un cuadro de Turner y los renacentistas italianos” si se es cultureta y amante del arte. Mitad y mitad caben las dos expresiones para este patrimonio histórico-artístico no explotado y escasamente capitalizado. Y hablando entre nosotros y dentro del concepto “cúpulas” me digan si es mejor la cúpula exaltación del gotelé de Barceló que parece que se desmorona a pedazos y que tiene apariencia de leprosa o nuestra cúpula celeste festoneada por las nubes de vientres asalmonados de un atardecer. En verdad, tampoco los autores pueden compararse y Barceló puede revolverse y proclamar que nuestra cúpula museo está hecha por Dios y él, aunque supuestamente hecho a Su imagen y semejanza no puede competir a determinados niveles. Pero una cosa es competir y cobrar cientos de miles de euros por embadurnar un techo con pegotes manoseados de escayola pintados de colorines y otra las cúpulas del Renacimiento de las iglesias de Roma donde las pinturas de los maestros al menos no se caen ni descalabran a los visitantes. Las bóvedas de los grandes pintores se esfuerzan por atrapar la belleza del Universo y esa es su inspiración, pero tampoco la capilla Sixtina puede competir con el despliegue cromático de todas las gamas del blanco y del gris en un día de tormenta bajo los cielos del Estrecho. Cuando azota el levante, los nubarrones acechan tras la silueta rocosa de la Mujer Muerta, el pintor Inglés Turner se revuelve en su tumba por no estar presente, lienzo, paleta embadurnada de óleos y caballete para atrapar colores que son casi imposibles de plasmar sobre la tela por muy tensada que esté en el bastidor y mucho golpe de espátula que se propine. Es así, los nubarrones de tonos violáceos y jirones blancos están hechos por Dios a espátula, mientras que las nubes algodonosas y rizadas, de contornos suaves y delicada gama de matices, esas piden pinceles, no un pincel sino varios buenos pinceles de los que se usan para pintar las plumas ¿Y son tal vez algunas nubes de apariencia excesivamente esponjosa un cementerio aéreo de almas de gaviotas? Porque todo el mundo sabe que cuando una gaviota muere su espíritu sube al cielo conducido por Juan Salvador y allí se dedican a hacer piruetas para divertir a los querubines que se suben sobre ellas para volar y hacer travesuras mientras se zambullen en las nubes de espuma del poniente.

¿No creen que lo que se da gratis no se valora? Rectifico, habrá gente que no lo valore, a otros cuando nos dan algo gratis lo valoramos el doble por el hecho de que no nos cuesta nada. Pero si tuviéramos cierto olfato comercial cobraríamos a todo el que llegue a Ceuta al menos un euro “por la entrada” es decir la entrada al museo móvil de la bóveda celeste y un plus por la energía telúrica que emana de las rocas ¿O es que se van a llevar todo gratis? De hecho si ustedes quieren unas vaharadas de oxígeno existen los bares de oxígeno en Madrid y Barcelona y hay que pagar para disfrutarlo, verdad es que no se va a cobrar por respirar porque tampoco se dispensa aquí el oxígeno puro de botella que utilizan los yuppies y los banqueros para darse marcha, rejuvenecer, limpiarse, desintoxicarse y aprovechar que tienen dinero para las cosas buenas, el oxígeno de aquí es normalito pero al menos huele salobre y marinero no como el de los bares que lo dan con aromas asilvestradas a fresa o a menta ¡cosa empalagosa!. Lo que no ofertan en hostelería es esa energía telúrica que desprende la roca y que energiza y aclara la mente, nada que ver con la falsa estética zen que buscan en algunos establecimientos porque no son lo mismo los chinos colocados de diseño y la piedra simbólica también de diseño, que una montaña “natural” que siempre ha estado ahí y no es el capricho de un decorador al que le ha dado por el feng shui hispano y por el zen patrio.

Resumiendo que hay que cobrar por mirar las nubes u obligar a los visitantes a ponerse una visera para que si alzan los ojos no vean nada y paralelamente llevar a cabo iniciativas museísticas cómo concursos de fotos de nubes, merchaidising de postales, ceniceros, cerámicas y esculturas de nubes, exposiciones de nubes, visitas guiadas para ver las nubes, camisetas con nubes y Asociación de Amigos de las Nubes para preservar el patrimonio y evitar cualquier tipo de contaminación amen de para exaltar nuestra riqueza nubística y promocionarla. Y ante algunas quejas recibidas aclararé y que quede constancia de ello que también pueden formar parte de toda la iniciativa cultural las gaviotas, porque son el complemento ideal de las nubes y quienes mejor saben guiar entre sus entresijos. Nubes y gaviotas, paremos por hoy porque sé que determinados gorriones y algunos ejemplares de ficus que son árboles singulares también tienen ansias de hacer su propio museo, así que poquito a poquito, porque tampoco nos vamos a sobresaturar, no vaya a ser que a los visitantes les acometa colectivamente el Síndrome de Stendhal y falten camas en el hospital y encima después quieran pedir a la Ciudad Autónoma indemnizaciones en plan responsabilidad civil. Mejor en pequeñas dosis, porque lo que tenemos aquí está y no pueden descolgar las nubes del cielo para robarlas.
 

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