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OPINIÓN - LUNES, 23 DE ENERO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

El corazón de piedra de Ceuta

Por Nuria de Madariaga


Quien pudiera participar en una cata arqueológica y descubrir el quicio de una ventana de una construcción de la Atlántida! O un simple fragmento de la labor de los alfareros de aquel entonces “Oficio noble y bizarro, el de la industria del barro, Dios fue el primer alfarero y el hombre el primer cacharro”. Recatar en una palabra “cualquier” vestigio del pasado y mejor aún vivir sobre él cómo pasa en Málaga donde una de sus mejores librerías tiene los suelos de cristal para que se pueda mirar hacia abajo y contemplar los restos de antiguas murallas cuidadosamente iluminados.

Así en Ceuta el descubrimiento de nuevos tramos de muralla y de dos torres más en las Murallas Meriníes tiene el significado espiritual de rescatar fragmentos de la Historia como emotivo homenaje a aquellos que se empeñaron en realizar esas construcciones. La Historia de los pueblos a menudo se contiene en el frío corazón de la piedra o en el más cálido de la madera y del barro y a través de estos se puede ir escarbando en la memoria y trazando pinceladas de los tiempos pretéritos. Y para quienes, siendo de letras puras, no tuvimos la oportunidad de licenciarnos ni en arqueología, ni en lenguas semíticas y menos aún dedicarnos a hacer un doctorado sobre las miniaturas que iluminaban los bellos Libros de las Horas y no digamos el Beato de Liébana, la labor de los arqueólogos es pura magia y tiene un lado esotérico que tan sólo ellos comprenden y pueden interpretar.

También se puede opinar que los hallazgos son un enriquecimiento para el patrimonio histórico-artístico de la ciudad y una oportunidad más de ampliar la oferta de cara al turismo de cultura que siempre va a la busca de lo que se encuentra en las tripas de los museos y a fotografiar restos arqueológicos y ruinas catalogadas. Pero la labor es más trascendente y alegra el que los recortes no hayan propinado un tijeretazo a la arqueología como lo han hecho a la investigación científica (en la Comunidad de Valencia ciudadanos particulares han tenido que recolectar dinero para poder pagar a los científicos de la ciudad de la Ciencia para que puedan seguir investigando sobre la diabetes).

Puede que tal vez las labores tipo Atapuerca´s work no sean consideradas muy gravosas y al menos no escatimen en escardillos para recuperar maravillas del pasado, ni en la inteligencia de los arqueólogos porque en su sueldo no pueden hacerlo ya que es bastante angosto. En Ceuta concretamente he podido comprobar con la ilusión que se vive cualquier hallazgo y la importancia que se le da en la Consejería de Cultura (puede que sea porque la Consejera de Cultura es culta) una relevancia que, con anterioridad sólo he vivido en Córdoba donde cuando mandaba la alcaldesa Rosa Aguilar hasta para darle con un pico a un tramo de acera había que hacer una anterior cata arqueológica, ni una piedra se movía en la ciudad sin estar los arqueólogos por medio enredando porque...

¡Qué no se habrá expoliado en España cuando la fiebre del desarrollismo de los años sesenta! Afortunadamente hoy en día sí tenemos una clara conciencia de la importancia de la conservación de nuestro patrimonio, por mucho que existan centenares de iglesias y ermitas seculares arruinándose por los pueblos de Dios porque conceder el BIC bien de interés cultural es mucho papeleo y muchos gastos.

Nuevos descubrimientos en la ciudad y otra ocasión de júbilo cultural. Doble júbilo realmente, por una parte por el descubrimiento y por otra por tener el suficiente bagage cultural cómo para apreciar su valor.
 

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