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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE ENERO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

Ceuta-Melilla, ruta mágica en 4x4

Por Nuria de Madariaga


Conozco la ruta “de entonces” es decir, de los años 60 cuando los rifeños de Nador viajábamos a Tetuán para hace una especie de inmersión “urbanita”. Y también recuerdo las Navidades vividas en el Parador de Ketama y algunas vacaciones de verano en Alhucemas “donde el desembarco” decían los mayores aunque yo ignoraba lo que se había desembarcado allí y siempre pensé que era pescado que traían en las barcas.

Si algo resultaba innombrable durante mi niñez y adolescencia y supongo que durante la de los pocos niños españoles cuyos padres se quedaron tras la Independencia, era “Annual”. Aunque la infancia de los niños rifeños españoles estaba salpicada de recuerdos susurrados y sangrientos, de hecho, siempre pensamos que “realmente” en el Barranco del Lobo manaba una fuente de sangre de los soldados españoles muertos y la entrada del Tercio de la Legión en Nador para dar un soberano escarmiento a quienes antes habían masacrado a los españoles, era algo que nos relataban con callado regocijo.

Personalmente, al salir de allí a los diecinueve años no encontraba ningún tipo de aliciente turístico en aquellas tierras, aunque fuera “mi” tierra, porque el Rif tiene un punto de dureza de pedernal y la luz resulta demasiado deslumbrante. Sin querer ser vanidosa diré que para “comprender” la luz hay que haber nacido o vivido en el Rif y con esta afirmación sé que los grandes pintores del Impresionismo se removerán en sus tumbas, pero si Manet, Monet o Renoir hubieran usado sus espátulas bajo los cielos de las montañas del norte de Marruecos, tal vez la historia del arte hoy se escribiría y describiría con otros colores. Y Toulouse- Lautrec seguramente no hubiera pintado lánguidas bailarinas de tutús merengosos y tules de nubes, nada de colores pálidos y evanescentes, sino el cromatismo asalmonado y violento de los atardeceres.

Paisajes que, desde luego, pueden disfrutarse durante una ruta en 4X4, aunque las carreteras no son tan espantosas cómo para necesitar ese tipo de vehículos, de hecho en los años 60 cuando Marruecos andaba en condiciones muy básicas, nadie se “sentía” un aventurero por ir a Ketama a pasar las fiestas navideñas, ni el trayecto hasta Tetuán que era horroroso y duraba horas necesitó nunca hacerse en un jeep de la época. Tampoco a ninguno de nosotros nuestra tierra nos parecía “exótica” y allí nunca vi a nadie vestido de Indiana Jones que es de lo que se disfrazan muchos de los fantasmones viajeros de hoy en día para hacer trayectos que nosotros hacíamos ataviados con trajecitos de nido de abeja y calcetines de crochet si es que íbamos invitados a una comunión o a un bautizo. ¿Que la gente es muy teatrera? Eso es algo indudable. Hasta Xaouen viajé una vez con mis progenitores a una boda que celebraban en la parroquia de allí, horas y horas con un traje de organdí que llegó hecho unos zorros por las arrugas.

Más tarde, ya en los 90 y por temas de visitar a unos presos tuve que hacer Ceuta-Tetuan-Xaouen- Ketama-Alhucemas y Nador, unos paisajes para mí maravillosos y bien conocidos y reconocidos con emoción, pero a mis compañeros no les gustó el trayecto ni sintieron otra emoción que las ganas de llegar al Parador de Melilla. Supongo que es una cuestión de piel y de que te atrape o no te atrape, pero les digo que no hay lengua más bella, ancestral y misteriosa que el chelja, hablado y cantado, aunque desde hace un tiempo se llama tamazigth y no se estila decir chelja, lo otro es más culto y si se quiere aprender a escribir es algo que te lleva a una especie de estado modificado de conciencia como el que se alcanza practicando la caligrafía cirílica, una abstracción total.

Con o sin sentimiento de “estar viviendo una aventura” y disfrazándose o no disfrazándose para rodar una serie sobre una travesía del desierto en pos de los campamentos de refugiados del Sáhara, el trayecto Ceuta-Melilla es hermoso y en algunos lugares, grandioso, eso sí, que no esperen la banda sonora de “Lawrence de Arabia” porque no es el lugar, mejor hacer el recorrido sin música para oír el viento y el silencio, ya se sabe que el bailongo y el chumba chumba es capaz de hacer chabacano hasta el Camino de Santiago. Y mejor aún no ir de “exploradores” porque no hay nada que explorar, mi tierra del Rif siempre ha estado ahí, bien empapadita por sangre de jóvenes españoles enviados al matadero por Gobiernos de mierda con sus guerras “alfonsinas”. Por eso el viaje hay que afrontarlo con un punto de seriedad y de respeto hacia la memoria de quienes estuvieron antes que los de los 4X4 y pensando que muchos siguen allí, en las pozas, porque fueron enterrados aquellos a los que se pudo rescatar enteros. Si se tiene vergüenza torera y se viste uno por los pies cada mañana, el trayecto Ceuta-Melilla no es la ruta de la aventura y del cachondeo, es algo tan infinitamente serio que mejor no recordarlo.
 

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